La Repregunta. Luciano Laspina:“Los gobiernos exitosos son los que aguantaron la corrección inicial de lo público hasta que el sector privado despegó”
El economista, uno de los dirigentes clave del PRO y Juntos por el Cambio en materia económica, cuestiona el convenio con el organismo internacional sancionado esta semana por el Senado y asegura que, para el Gobierno, el equilibrio fiscal es “mala palabra”
“Todo el acuerdo con el FMI está pensado para que la inflación sea más alta. Indexa el tipo de cambio a la inflación pasada y tiende a perpetuar en el tiempo los shocks de precios relativos que sufre la economía, como la suba del precio de los alimentos asociados a los precios de las commodities”, afirma. “El ajuste que no hace el sector público lo termina haciendo el sector privado por la vía de la inflación. El acuerdo está pensado así. Es un gobierno que tiene un problema ideológico con corregir las cuentas públicas. Tener equilibrio fiscal es una mala palabra”, sostiene. “No hay un plan de estabilización ni un plan de crecimiento. No hay ninguna medida de fondo que apunte a atacar el problema de la inflación”, cuestiona. “Primero, hay que reordenar las variables fundamentales de la economía y después, trazar un plan antiinflacionario propiamente dicho que sea una reforma monetaria y una reforma del régimen cambiario”, describe en relación al futuro. “Esta vez tiene que haber mucho más sacrificio del Estado y menos del sector privado de la población, es decir, menos impuestos, más recorte y eficiencia del gasto, más reducción del déficit de las empresas públicas: de los 3 puntos de déficit fiscal, 1 es de las empresas públicas”, aclara. “El ajuste se hace para ordenar la cancha de juego y que el sector privado despegue. En esta transición en que lo público cae y lo privado se levanta, los gobiernos pierden las elecciones. Los gobiernos que han sido exitosos son los que aguantaron la corrección inicial a partir de la cual el sector privado despegó”, reflexiona.
“El gobierno no se anima a hacer ajuste y Mauricio Macri sí se animó. Esta es la gran diferencia de la inflación de Macri con esta inflación. Porque Macri le dejó cuatro colchones a Alberto Fernández, con los cuales Fernández gobernó todo este tiempo. Le dejó un tipo de cambio muy alto, que le generó inflación; corrección tarifaria, que le hizo perder a Macri las elecciones; un colchón monetario muy grande que le permitió a Alberto Fernández imprimir pesos a lo loco y no tener inflación el primer año. Y le dejó equilibrio fiscal y reservas”, analiza. “No tenemos que repetir los errores de 2016 y 2017. Macri se fue con todas las correcciones hechas pero debió hacerlas al principio, no al final. Habría ganado las elecciones”, asegura y agrega: “El rumbo de país que planteaba era el correcto”.
El economista Luciano Laspina, diputado nacional por Juntos por el Cambio, estuvo en La Repregunta. Laspina es uno de los dirigentes clave de PRO y de Juntos por el Cambio en materia económica. Cercano a Mauricio Macri aunque algunos lo vinculan más con Patricia Bullrich, Laspina es uno de los encargados de empezar a delinear un futuro plan económico en el caso de que la coalición opositora vuelva al gobierno en 2023. En cada una de sus respuestas, empieza a verse cómo imagina la salida de la crisis.
Aquí, la entrevista completa.
-Cerró una de las discusiones que se estuvo dando desde la asunción de Alberto Fernández: el tema del FMI y del acuerdo. ¿Cuánto de ese acuerdo, de las condiciones del acuerdo, obligan al gobierno a mantener una inflación alta? ¿Le conviene al gobierno que la inflación sea más alta?
-Todo el acuerdo con el FMI está pensado para que la inflación sea más alta. Por un lado, es cierto, tiene medidas que hacen a la reducción de la expansión de la emisión monetaria para financiar al Tesoro. Pero al mismo tiempo indexa el tipo de cambio a la inflación pasada de manera que tiende a perpetuar en el tiempo los shocks de precios relativos que sufre la economía, en este caso, la suba del precio de los alimentos asociados a los precios de las commodities. Obviamente tiene previsto aumentos tarifarios y aumentos de tasas de interés que también terminan siendo motor de la inflación porque gran parte de ese aumento genera más déficit del Banco Central: tiene que remunerar los pasivos remunerados que tiene, con los cuales absorbió dinero. Eso genera expansión monetaria.
“Guerra contra la inflación”... ¿o todo lo contrario?
-Y con una tasa más alta necesita más peso para pagar deuda.
-Sí, para pagar esa deuda del Banco Central, se genera más expansión monetaria. Las metas fiscales tienen una trampa principal: que es muy probable que las metas de inflación del programa, de alrededor del 48%, difícilmente se cumplan. Eso le va a permitir al gobierno ir licuando el gasto social como pasó el año pasado, cuando la inflación se aceleró del 36% al 52%. Las jubilaciones cayeron en términos reales por el rezago en la indexación y lo mismo puede ocurrir este año con la inflación: puede escalar más arriba del 60 o 60 y pico por ciento.
-Claro, jubilaciones y salarios de los empleados públicos, planes sociales y la deuda en pesos, Leliqs, por ejemplo.
-También licua la deuda del Banco Central. La inflación es socia en todo esto. Obviamente, el impuesto inflacionario lo pagan los sectores más vulnerables, los que reciben asistencia social o jubilaciones y pensiones. El ajuste que no hace el sector público lo termina haciendo el sector privado por la vía de la inflación. De alguna forma, el acuerdo está pensado así. Es un gobierno que tiene un problema ideológico con corregir las cuentas públicas. Tener equilibrio fiscal es una mala palabra. En la renegociación con el Fondoo, toda la argumentación del ministro Guzmán ha sido “hemos logrado tender déficit fiscal” como si eso fuera bueno. Ese déficit fiscal se va a financiar de distintas formas. En un caso, con una aceleración de la velocidad inflacionaria que licúa una parte del gasto social para cumplir las metas. Y se va a financiar muy fuerte con un aumento de la deuda pública en pesos que ya está alertando a la mayoría de los analistas privados.
El ajuste que no hace el sector público lo termina haciendo el sector privado por la vía de la inflación. De alguna forma, el acuerdo está pensado así. Es un gobierno que tiene un problema ideológico con corregir las cuentas públicas. Tener equilibrio fiscal es una mala palabra.
-Habrá elecciones en 2023 y todas las consecuencias de este acuerdo se sentirán durante estos meses y los próximos meses. Si el gobierno quiere tener una chance electoral y la baja de la inflación es una variable clave para recuperar la confianza de sus votantes, ¿cómo se compatibiliza la inflación alta que necesita el gobierno para mantener las cuentas públicas y la operación del Estado con la demanda de la ciudadanía y un anuncio de una “guerra contra la inflación” para bajarla?
-Es absolutamente contradictorio. El gobierno apela a las mismas herramientas de siempre: precios máximos, intentar reprimir exportaciones y de esa forma intenta ganar tiempos. Pero no hay un plan de estabilización ni un plan de crecimiento. No hay ninguna medida de fondo que apunte a atacar el problema de la inflación, ni sus causas centrales que es la emisión monetaria no sólo para el Tesoro sino también para financiar el déficit del Banco Central. Sin ese programa integral que ataque las causas de la emisión monetaria, la inercia inflacionaria y las expectativas y la indexación del gasto público, todo al mismo tiempo, va a ser muy difícil frenar esta bola inflacionaria.
Juntos para el Cambio. ¿Cuál es el plan para frenar la inflación?
-Usted es uno de los economistas clave de la oposición de Juntos por el Cambio. Se está hablando de que hay una demanda por parte del empresariado y la clase política para que Juntos para el Cambio empiece a diseñar un plan de salida de la crisis el año que viene. Si estuviera en sus manos la política económica o la posibilidad de influir en esa política, ¿cuáles serían las medidas clave para anclar la inflación y empezar el camino de su reducción?
-La experiencia histórica y la literatura es bastante clara. No se puede encarar un plan antiinflacionario si antes no se tienen cierto equilibrio de las variables que están subyacentes a ese desequilibrio; si no están las cuentas fiscales alineadas; si los precios relativos están todos desordenados y arman una carrera permanente para ver cómo recuperan espacio en esa puja distributiva.
-Es decir, el precio del transporte trata de subir cuando sube la nafta.
-Exactamente. Entonces, viene el tarifazo y después, viene la puja salarial para recomponer. Si no los precios relativos no están equilibrados y no hay un balance del Banco Central relativamente saneado que genere una menor expansión de la cantidad de dinero, sin todo eso, es muy dificil largar un plan de estabilización a través de un ancla nominal como fue el Plan Austral o la convertibilidad. Esto está en todos los libros de texto. Es decir, que primero tenemos que reordenar las variables fundamentales de la economía y después trazar un plan antiinflacionario propiamente dicho que sea una reforma monetaria y una reforma del régimen cambiario.
-¿Qué sería una reforma monetaria, Luciano? ¿Volver al 1 a 1?
-Una reforma monetaria es básicamente cambiar las reglas de funcionamiento del Banco Central. Desde la reforma de la Carga Orgánica de 2012, el Banco Central cambió sus reglas de funcionamiento y empezó a tener muchos objetivos además de la estabilidad monetaria: el financiamiento de políticas sociales, el crédito dirigido, el financiamiento del Tesoro. Se ha dedicado a imprimir pesos para financiar un montón de actividades que no son su competencia central. Una reforma monetaria implica poner reglas nuevas para limitar el accionar del Banco Central y focalizarlo exclusivamente en la estabilización monetaria. Después habría que fijar un régimen cambiario nuevo básicamente con dos aristas. Una es el grado de control o libertad del movimiento de capitales: hoy tenemos un cepo cambiario que genera una gran brecha y es una gran distorsión. Y la otra arista, el tipo de arreglo monetario cambiario: si es un tipo de cambio fijo, semifijo, flotante, inflation targeting. Depende mucho de las características de cada economía pero fundamentalmente, del momento económico en el cual esté la economía argentina. Para empezar, Argentina necesita hacer un cambio de régimen económico que implique cambiar las reglas de juego. A eso me refiero con reforma monetaria.
El Banco Central se ha dedicado a imprimir pesos para financiar un montón de actividades que no son su competencia central. Una reforma monetaria implica poner reglas nuevas para limitar el accionar del Banco Central y focalizarlo exclusivamente en la estabilización monetaria.
Gobierno de Cambiemos. ¿Por qué no pudo controlar la inflación?
-Cuando Cambiemos estaba en el poder y llegado 2019, había apuntado a algunas de estas medidas de reforma monetaria que usted señala. ¿Por qué entonces en 2019 terminó con una inflación del 52,9%, la más alta de los últimos 28 años llegado diciembre de ese año?
-Es muy buen punto el que hacés porque en realidad lo que hace Juntos por el Cambio en 2016 es cambiar las reglas de funcionamiento en dos aspectos operativos que son los últimos. Liberalizó la cuenta de capitales, cambió el régimen cambiario. Ya no teníamos la intervención cambiaria de Axel Kicillof ni el cepo cambiario. Pusimos inflation targeting pero no hubo una reforma monetaria. Por lo tanto, el Banco Central siguió haciendo muchas de las cosas que venía haciendo, por ejemplo, financiar al Tesoro.
-¿Es decir, emitía para financiar al Tesoro?
-Seguía emitiendo para financiar al Tesoro. Además, obviamente, tuvo una política de esterilización de dinero, es decir de absorber pesos para que no haya mucha inflación con la tasa de interés que le volvió a generar un déficit al Banco Central…
-Con esa tasa de interés quedó más endeudado.
-Exacto. Y al no haber hecho una reforma monetaria inicial, y esto es algo que discutimos con Federico Sturzenegger en su momento, el Banco Central quedó desanclado. Termina en el famoso 28D con el anuncio en el cual se cambian las metas de inflación. De alguna forma, el Banco Central corrió el arco primero a los inversores, diciéndoles mi meta no es ésta, es un poco más allá. Después, bajó la tasa de interés que en aquel momento era raro porque la inflación venía acelerando, con lo cual el Banco Central debía subir la tasa de interés. Lo que faltó fie una reforma monetaria de fondo que pusiera nuevas reglas al Banco Central.
-Puso el cepo también.
-Al no haber una reforma monetaria de fondo, a fines de 2017, el Banco Central tropieza con una crisis que gatilla una serie de dudas respecto a cómo iba a seguir el rumbo en la Argentina.
-De esa receta de reforma monetaria que dice que es necesaria, ¿qué faltó en esos años de Cambiemos?
-Faltaron tres cosas. Requisitos indispensables para un plan de estabilización exitoso. Primero, que los precios relativos se alineen antes y no después de lanzar el plan de estabilización. Me refiero a tarifas, a tipo de cambio. Hubo que levantar el cepo. Y eso se hizo mientras se anunciaba una meta de inflación muy ambiciosa. En segundo lugar, no hubo una reforma monetaria, es decir, no cambió la Carta Orgánica del Banco Central respecto de lo que venía con el kirchnerismo para limitar el accionar del Banco Central.
-Esto que usted señalaba que siguió emitiendo para financiar al Tesoro.
-Seguía emitiendo para el Tesoro y además, tenía la posibilidad de emitir para el futuro. Y lo tercero que no pasó, es que las cuentas públicas no se corrigieron al principio sino que se corrigieron al final del gobierno de Macri.
-Claro, hubo déficit en 2016 y 2017.
-Hubo mucho déficit fiscal. Nosotros heredamos mucho déficit fiscal de Cristina Fernández de Kirchner…
-Pero le sumaron el propio.
-Y tuvimos que pagar las deudas, los muertos que nos dejó en el placard Cristina Kirchner que fueron la Reparación Histórica, los holdouts, el déficit de las cajas provinciales, las deudas con los vecinos por Yacyretá. Casi 20 mil millones de dólares de aumento del déficit que venía escondido debajo de la alfombra. Todo eso amplió el déficit entonces cuando estalla la crisis, al no tener una reforma monetaria que dijera el Banco Central no le va a financiar al Tesoro porque no tiene el instrumento legal, genera una gran incertidumbre y empieza la devaluación. Las lecciones de esa estabilización es que, para lanzar un programa de estabilización que incluye un cambio de régimen monetario, tiene que cumplir con los requisitos, lo mismo que para hacer una torta: tiene que tener primero los ingredientes. Esos ingredientes son: reglas institucionales muy claras, precios relativos relativamente alineados…
El requisito previo al plan antiinflacionario. ¿Cómo alinear los precios relativos?
-¿Cómo se alinean los precios relativos? ¿Qué el pan tenga un precio y no esté todo el tiempo ajustándose con el precio de la harina, que hoy es internacional por los commodities? ¿Eso sería alinear los precios?
-Cuando digo alinear los precios relativos, pienso más en dos tipos de precio. Primero, las tarifas. Si hay tarifas muy distorsionadas y hay que ir ajustándolas muy por encima de la inflación, como nos pasaba a nosotros en 2016, 2017, empieza a haber un desajuste entre tus metas de inflación y el empuje de costos de la economía. Y segundo, los precios respecto del resto del mundo. Si la economía tan cerrada que los precios locales no reflejan los precios internacionales…
-Peso del petróleo, de los granos…
-Exactamente. Los alimentos y fundamentalmente el tipo de cambio. Si tenés dos tipos de cambio, va a ser muy difícil durante mucho tiempo que esa economía pueda crecer de manera eficiente, que las reservas no caigan… todos los problemas que tenemos por el cepo cambiario. Eso sería realinear los precios relativos, los grandes precios de la macroeconomía: tarifas, salarios, tipo de cambio, combustibles. Una vez están relativamente alineados y se alcanza cierto equilibrio fiscal, o por lo menos un financiamiento sustentable del déficit fiscal en los mercados, empiezan a darse las condiciones básicas para un plan de estabilización. Así han funcionado los planes de estabilizaciones que han sido exitosos.
-Ustedes votaron a favor de la refinanciación del préstamo con el FMI pero no del plan económico que lo hace posible. Y usted plantea que el acuerdo con el FMI es inflacionario. Uno de los puntos centrales del acuerdo es la suba de las tarifas para empezar a corregirlas. Entonces, la falta de alineación de precios relativos termina siendo inflacionaria cuando se busca corregirla: se da una especie de círculo vicioso. ¿Cómo se alinean los precios relativos sin que tenga un efecto inflacionario? ¿Cómo se sale de ese círculo vicioso?
-Cada vez son más difíciles las preguntas y cada vez son más difíciles las respuestas. Pero lo que decís es muy cierto. En general, al principio, cuando hay que alinear las variables, hay un costo inflacionario inicial. Una vez que equilibraste las variables, hay que iniciar las reformas que te digo, la reforma monetaria y la reforma cambiaria. Básicamente es intentar reducir el grado de indexación que tiene la economía, la inercia inflacionaria. Los planes de estabilización que han funcionado en Argentina y en todo el mundo han tenido componentes ortodoxos y componentes heterodoxos. Los componentes ortodoxos son los que acabo de mencionar: la corrección de las cuentas públicas, dejar de emitir dinero para financiar al Tesoro, tener precios relativos relativamente alineados. Y los componentes heterodoxos: alinear el resto de las políticas, por ejemplo, la tributaria, los revalúos inmobiliarios, la discusión salarial en función de una nueva nominalidad, de un nuevo objetivo de inflación o de tipo de cambio, depende el ancla nominal que elijas. Pero claro, primero tenés que ordenar esto que suele tener un costo inflacionario y después, viene la reforma monetaria, no al revés. Porque si no, es poner el carro delante del caballo. Si se lanza un programa de reforma monetaria de estabilización, por ejemplo el 1 a 1… Supongamos que llegamos mañana, abrimos la cuenta de capital, no hay más cepo y fijamos un 1 a 1, un 200 a 1, lo que sea: éste va a ser mi tipo de cambio. Al otro día, tengo déficit fiscal, tengo que subir tarifas, tengo que imprimir para financiar el déficit fiscal. En algún momento, la inflación se empieza a escapar porque emito dinero, porque subo tarifas, porque los sindicatos piden recomposición salarial. Ese 1 a 1, 200 a 1, lo que sea, empieza a crujir. Entonces. primero hay que poner en caja el resto de las variables fundamentales de la economía y después lanzar la reforma monetaria. Eso sería lo ideal. Lo que pasa es que en la política, la secuencia de las políticas y el timing, sobre todo la cuestión social, es lo que lo hace muy complejo. En el laboratorio, en dos minutos puedo diseñar un plan económico. Cuando voy a la cancha, tengo que enfrentar un montón de restricciones.
Inflación de Macri vs inflación de Alberto Fernández. ¿Ajustes necesarios con costos electorales?
-Hay un dato muy interesante que divulgó Roberto Cachanosky la semana pasada cuando se conoció la cifra de inflación de febrero, del 4,7%. Señalaba esto: que desde que asumió, Alberto Fernández lleva acumulada una inflación del 131,6%, que equivale a una inflación promedio mensual del 3,2% contra el 2,9% mensual que tuvo Mauricio Macri en todo su mandato, en un marco de ajuste de las tarifas de los servicios públicos. Me parece importante esto: el gobierno de Cambiemos, aún subiendo fuertemente las tarifas de servicios públicos, tuvo una inflación promedio mensual del 2,9%, más baja que la del gobierno del presidente Alberto Fernández que no planteó un ajuste de tarifas tan contundente.
-Con cepo cambiario, además.
-Entonces, la cuestión es en esta inflación tan alta que está escalando cada vez más en estos meses, ¿cuánto peso tienen las políticas del gobierno, las económicas, financieras, productivas, monetarias, de control de precios, y cuánto peso tiene el contexto de pandemia primero y de guerra ahora en esos precios que suben?
-Es muy interesante. Yo diría que hay dos diferencias con la inflación de Macri. Sobre todo en el último año porque la inflación de Macri tiene dos etapas. Hasta las PASO de 2019, la inflación venía cayendo. Después de las PASO, hubo un gran salto devaluatorio y la inflación se aceleró. Pero cualitativamente, las dos inflaciones son muy diferentes porque los últimos años de Macri fueron años de correcciones macroeconómicas dolorosas, que le costaron la reelección a Mauricio Macri.
-Los ajustes, los tarifazos.
-Los famosos ajustes. ¿En qué consiste un ajuste? Consiste en esto: cuando corregís las cuentas públicas, pasa esto. Hay alguien que sufre porque estás bajando el gasto o subiendo impuestos y eso genera un efecto recesivo en la economía. ¿Para qué lo hacés? Para ordenar la cancha de juego y que el sector privado despegue. En esta transición en que lo público cae y lo privado se levanta, caen los gobiernos, pierden las elecciones. Los gobiernos que han sido exitosos son los que aguantaron la corrección inicial a partir de la cual el sector privado despegó.
-Porque los votantes sienten que la luz les salía muy poco y de pronto el gobierno aumentó el precio. Cuando en realidad es que le dio realismo a los precios.
-Y no confiaron en las consecuencias que iban a darse: ,que el sector privado, el campo, la industria, la producción, el empleo privado genuino iba a empezar a sustituir, por ejemplo, la corrección de subsidios o del gasto social.
-Usted plantea que los gobiernos que resisten son aquellos que superan ese momento crítico de la mirada de la ciudadanía sobre esos tarifazos. ¿Qué experiencias exitosas puede enumerar?
-Portugal, Irlanda, Grecia, que fue durísimo porque al tener el euro, la corrección que hizo se parecía mucho a la que hizo la convertibilidad de manera truncada entre19 98 y 2001. Fue muy doloroso porque no tenía el recurso inflacionario que acelera el tiempo de las correcciones.
-¿Cómo lo logra Portugal? Porque está claro que la palabra “ajustazo” tiene un carga estigmatizante y moralizante acerca de una medida económica cuando es ponerle una cuota de racionalidad a la economía. Habría que dejar de hablar de “tarifazos”. Ahora, ¿cómo se evita ese costo político que tiene en la ciudadanía? ¿Cómo lo evitó Portugal?
-Primero, no le podés pedir un sacrificio a la ciudadanía si al mismo tiempo la política, que gestiona el Estado, no da un ejemplo. Si al mismo tiempo que se da un tarifazo, se crea la secretaría de Resiliencia para poner cargos políticos o se crean 160 mil empleos públicos en 2 años mientras el sector privado está colapsando, como está pasando con este gobierno, la verdad es que empezamos mal.
-Es no caer en esas medidas pero también sanear, por ejemplo, Aerolíneas Argentina o hacer más eficiente a YPF.
-El déficit obsceno de Aerolíneas Argentinas, poner 700 millones de dólares al año para subsidiar pasajes al exterior y los privilegios del sindicato. Hay que partir de un ejemplo y de una austeridad muy grande de todo el sector público.
-La austeridad del sector público no es solamente que los políticos se bajen el sueldo. Se lo pueden bajar, pero con eso no hacemos tanto.
-No, no hacemos tanto. La austeridad del sector público es simbólica y tiene que ser efectiva. La falta de ajuste del sector público mantiene en ajuste desde hace 10 años al sector privado y a los argentinos. Porque hoy se dice no, viene el ajuste pero entonces, esto que tenemos hace 10 años, este estancamiento con inflación, con caída del salario real, con pobreza en 40%, ¿no es ajuste? Sí, es. El desajuste del sector público lo paga el ajuste del sector privado. Es lo mismo que va a pasar con el programa que el gobierno hizo con el FMI que es muy malo, porque el gobierno no se anima a hacer el ajuste. Ahora, ¿por qué el gobierno no se anima a hacer ajuste y por qué Mauricio Macri sí se animó a hacer ajuste? Esta es la gran diferencia que te quería marcar con esta inflación. Porque Mauricio Macri le dejó cuatro colchones a Alberto Fernández, con los cuales Alberto Fernández gobernó todo este tiempo. Le dejó un tipo de cambio muy alto, es decir, corrección de las cuentas externas y generó inflación. Le dejó corrección tarifaria, que le hizo perder a Macri las elecciones, sobre todo en la Provincia de Buenos Aires. Le generó un colchón monetario muy grande porque, por el plan de contracción monetaria que había pedido el FMI, le dejó muy poco pesos a la economía que le permitieron a Alberto Fernández imprimir pesos a lo loco y no tener inflación el primer año. Y le dejó equilibrio fiscal.
-Y reservas.
-Y reservas. Todas esas cuatro, o cinco cosas, le iban a permitir al gobierno de Alberto Fernández, si no hubiese ocurrido la pandemia, despegar. Y si hubiese continuado con ese ordenamiento fiscal y monetario, tendría que haber despegado el sector privado. La gente ya no hablaría de ajuste porque el ajuste lo hizo el sector público, con parte del sacrificio de la población. Por eso esta vez tiene que haber mucho más sacrificio del Estado propiamente dicho y menos del sector privado de la población, es decir, menos impuestos, más recorte del gasto, más eficiencia del gasto, más reducción del déficit de las empresas públicas que está casi en 1 punto del PBI. De los 3 puntos de déficit fiscal, 1 es Aerolíneas Argentinas, Aysa, todo el descontrol de Arsat, la empresa que importa la energía con los barcos regasificadores. Es obsceno todo eso. Ahí hay mucha crema para cortar, que en el gobierno de Macri ya se había venido haciendo mucho más eficiente. Y el sector privado tiene que empezar a despegar. Esto es lo que tenemos que empezar a plantearle a la gente. Porque si no, estamos en la trama del círculo vicioso: no, ajuste no, pero cómo, esto no era ajuste esto. ¿O 50 o 60% de inflación no es ajuste? En tu bolsillo, en el mío…
-El gran beneficiado con la inflación es el gobierno.
-Es el gran beneficiado de la inflación y del desajuste y de hacer política con la plata del impuesto inflacionario de los argentinos. Tenemos que salir de esa lógica. El día que alguien le ponga el cascabel al gato, el día que un gobierno pueda resistir y re equilibrar esto, ese gobierno se queda 20 años en la Argentina, siempre cumpliendo con la Constitución. El problema es que alguien lo pueda plantear y que la sociedad lo pueda tolerar. Es el gran desafío político: como en la Argentina, está cada vez más vulnerable el tejido social, esta transición de la cual te hablo es cada vez más difícil. Y cada vez más dolorosa. Y asusta a la política. No sólo asusta a la sociedad; asusta a la política que no la quiere enfrentar. Estamos en una trampa como quien tiene que afrontar una operación y no se anima y cada día que pasa, su problema, su infección en la uña. va creciendo por miedo a no operarse. Hay que tener coraje, corregir eso, que el sector privado deje de hacer el ajuste y que lo empiece a hacer… no quiero decir la demagogia de que lo haga la política, pero sí, que lo haga. ¿En qué sentido la política?
-Que lo haga el Estado.
-Que lo haga el Estado con el político diciendo para esto no tengo plata, tengo que priorizar; hay 6 de cada 10 chicos debajo de la línea de pobreza; no puedo gastar 700 millones de dólares en aviones de Aerolíneas Argentinas.
-Ni en subsidios de la energía para todos.
-Ni la Ley de Zona Fría que fue votada por un espectro muy amplio del arco político. En la provincia de Santa Fe, el 80% de usuarios de la red de gas tienen subsidio por zona fría, también mi ciudad, Rosario, que si por algo se caracteriza, es por el calor y no por el frío.
Alberto Fernández contra “los especuladores”. ¿Culpables o no de la inflación?
-En el discurso de la semana pasada en el que se refirió a “la guerra contra la inflación”, el presidente Fernández también habló de “especuladores”. La idea de que la inflación es resultado de la especulación de empresarios y comerciantes que se protegen y generan un resguardo por la incertidumbre que pueda venir, ¿es sostenible? En el aumento inflacionario, ¿hay algún porcentaje derivado de esa actitud aunque no sea el porcentaje central?
-La palabra presidencial no merece ningún comentario por lo devaluada que está. Cuando la inflación la tenía Macri, Fernández le echaba la culpa a Macri y ahora que la tiene su gobierno, le echa la culpa a los empresarios. Yo digo ahora lo mismo de la inflación que decía durante el gobierno de Macri: resisto cualquier archivo; Alberto Fernández, no. Es ridículo, poco serio lo que dice: ningún país tiene 50 o 60% de inflación como tiene Argentina y le echa la culpa a los empresarios. Es la falla del Estado.
-El presidente Joe Biden está planteando que parte de la inflación en Estados Unidos tiene que ver con la presión de los conglomerados cárnicos que están tocando los precios para llevarse rentas en un momento de necesidad de alimento. ¿Cómo ve esa lectura? ¿Tiene algo que ver con la concepción que el kirchnerismo tiene de la economía?
-La inflación en EEUU es de otra escala. En un año, tuvo lo que nosotros tenemos en mes y medio. Por empezar, hay un shock de precios internacionales por Ucrania, con el aumento del precio de la energía, de los alimentos.
-También por la pandemia.
-Obviamente eso pega en los índices de inflación pero habría que preguntarle a Biden por qué EEUU no tuvo esa especulación de los sectores cárnicos concentrados durante los últimos 20 años, cuando han tenido más bien riesgo de deflación. No creo que la actitud de los sectores cárnicos haya pasado de la moralidad a la inmoralidad. En el mundo académico, es un argumento que no resiste mucho análisis.
-Sí, es muy cuestionado ese argumento en EEUU.
-Además, lo que ha ocurrido en los últimos 10 años, la cantidad de dólares que ha impreso la Reserva Federal es descomunal. Durante la crisis de los subprimes, esos dólares no se prestaron a través del sistema financiero porque no había crédito. Ahora, el canal de crédito siguió viviendo a pesar de la gran expansión monetaria y eso genera mucha expansión de demanda y presiones inflacionarias. Eso es lo que está pasando y le está pasando a Europa. Además, tiene un proceso de shock de oferta por el aumento del precio de la energía y el aumento de precio de los alimentos que le mete presión inflacionaria. El gran error de Biden es que llamó a un aumento de los salarios públicos que empieza a poner a EEUU en esa carrerita que nosotros conocemos entre la inflación, los salarios, los salarios, la inflación.
-El efecto de los precios relativos desalineados.
-Exactamente. Eso pone inercia inflacionaria. Hay que decir: mi objetivo ahora, más que reacomodar los precios, es primero bajar la inflación. Cuando baje la inflación, ahí los precios relativos se van a ir acomodando. Algunos bajarán, otros subirán y la inflación en promedio va a ser 2%. Lo que no podés decir, como hace Argentina, es “como tengo 40% de inflación, le meto 45% de aumento de salarios”: el resultado es que al otro día tengo 55 % de inflación…
-Una carrera que no se termina.
-El error de Biden en materia inflacionaria es esa suerte de indexación de los salarios públicos, no privados, de acuerdo con la inflación.
-Quedó pendiente entender cómo Portugal logró atravesar el momento político crítico cuando hizo esa corrección inflacionaria.
-En algunos casos como Grecia, Portugal pasaron varios gobiernos con correcciones y se mantuvieron firmes detrás de una idea. Depende mucho de las condiciones financieras que tiene el país. A veces los ajustes se hacen porque el gobierno se quedó sin financiamiento y simplemente lo tiene que hacer y los gobiernos cambian. Pero ha habido una decisión firme de equilibrar las cuentas públicas y eso se ha mantenido con sucesivos gobiernos. Le pasó a Grecia, Portugal, Irlanda. La propia España hizo un ajuste fiscal muy importante después de la crisis subprime. Eso le permite a los países estabilizarse y que el sector privado empiece a ser el motor de la economía en lugar de, como plantea Guzmán, que el único motor de crecimiento sea siempre más gasto público.
Alberto Fernández y el FdeT: sus políticas y su debilidad. ¿Impactan en la inflación?
-En la suba del precio del pan, ¿cuánto hay de efecto real de esta suba generalizada del precio de alimentos en el mundo y cuánto hay de aumentos de impuestos por parte del gobierno que impactan en ese precio de los alimentos?
-Ha habido una inflación impositiva descomunal en los últimos dos años. El gobierno subió 19 impuestos, liberó los impuestos en las provincias, por ejemplo, ingresos brutos después de la caída del Pacro Fiscal del año 2017, y eso genera mucha inflación. Pero es evidente que la economía ha tenido un shock en el precio de los alimentos que le da un empujón adicional. El problema es que Argentina ya venía con mucha inercia inflacionaria y a esto se le suma ahora un shock puntual con el aumento del precio del trigo, y en general de las commodities agrícolas. Y el programa con el Fondo, y acá viene otra dificultad práctica, le pide al Banco Central que vaya devaluando el tipo de cambio en función de la inflación pasada. Esto era muy típico de los ‘80. Cuando ocurre eso, el shock de precios relativos que es puntual, por ejemplo, el aumento del precio del trigo que te genera 1 punto más de inflación este año, se te empieza a meter en la rueda de la inercia permanente porque empezás a devaluar en función de la inflación pasada. Eso me hace pensar que la inflación de 4,5 o 5 que vamos a ver estos meses probablemente sea un piso inflacionario en el resto del año.
-¿Cuánto de esa lógica social que hay detrás de una economía se ve impactada en el tema de la inflación por la incertidumbre que genera la debilidad de la autoridad presidencial o la interna del oficialismo en el gobierno?
-La credibilidad de un programa económico es todo. Hay decenas de libros, una literatura enorme sobre credibilidad en política económica y el rol que tiene. Cuando hay un gobierno políticamente débil y fracturado como es el Frente de Todos, sin un programa creíble y ordenado y con poco compromiso, porque el propio gobierno te dice del acuerdo con el Fondo que este es un programa malo y que lo van a cumplir a regañadientes, el programa nace herido de muerte. Al no tener credibilidad, al no haber un compromiso real y efectivo con las metas de inflación, con la desaceleración de la emisión monetaria, con la corrección de las cuentas públicas, lo único que hace es acelerar las expectativas inflacionarias. Y ahora el mercado habla mucho de algo que lo vas a ver de aquí a las elecciones del año que viene: la deuda en pesos del Tesoro, una bomba de tiempo equivalente a 2 veces y medio la base monetaria de vencimientos que anualmente hay que renovar en el mercado…
-Con una tasa de interés que está subiendo…
-Estratosférica, que lo hace una cosa explosiva. Nos pone ante un riesgo inflacionario mucho más grande.
-Si el gobierno decidiera ir contra sí mismo, bajara las retenciones, impuestos, levantara todos los cepos a las exportaciones y la actividad productiva avanzara con paso firme, ¿ese movimiento de la economía redundaría en favor de bajar la inflación?
-Sí, por supuesto ayudaría. Necesitás además la reforma monetaria, un nuevo régimen monetario. Hoy la medida más reactiva que tiene la Argentina por delante, que no es fácil, es bajar la inflación. Ahora, como dije al principio, bajar la inflación requiere reunir prerrequisitos. Si no, ponemos el carro delante del caballo y nos puede pasar lo que nos pasó en 2016 y 2017. También hay que decir que no fue la única experiencia macroeconómica de trastabillar. En defensa del gobierno de Mauricio Macri, hay que decir primero, para no repetir esos errores, que Macri fue haciendo todas las correcciones, aunque quizás debería haberlas hecho al principio, no al final, y hubiese ganado las elecciones. Segundo, el rumbo que quería para el país era el rumbo correcto. Y tercero, las experiencias de salida del populismo suelen ser muy traumáticas; no son sencillas. En general, el fracaso ha sido más la regla que la excepción. Los argentinos, los empresarios, los periodistas, los dirigentes políticos, los economistas tenemos que estar muy preparados para enfrentar situaciones que van a ser difíciles y sobre todo, tener un plan muy creíble, muy consistente de hacia dónde vamos.
El déficit público, una obsesión
▪ Formación. Economista; estudió en la Universidad Nacional de Rosario.
▪ Actividad profesional. Profesor de Microeconomía Bancaria y Macroeconomía en la Universidad Torcuato Di Tella. Fue Economista Jefe del Estudio M.A. Broda & Asociados.
▪ Trayectoria política. Diputado nacional por la provincia de Santa Fe; vicepresidente de la Comisión de Presupuesto y Hacienda de la Cámara de Diputados.