La Repregunta. Juan Carlos Villalonga: “En Chile, las energías renovables representan el 53%; en la Argentina, apenas el 14%”
El especialista en matriz energética y cambio climático asegura que una política precisa en renovables garantizará el ingreso a un mercado mundial que comienza a privilegiar los productos generados con emisión cero
“En Uruguay, las energías renovables representan el 90% de su matriz eléctrica y a veces tiene excedentes que le vende a la Argentina. La Argentina está rezagada respecto de lo que pasa a su alrededor”, compara. “No tiene sentido discutir una Ley de Hidrógeno si no estamos dispuestos a ordenar la macro, que condiciona la competitividad argentina en renovables”, plantea. “Cuando uno mira los rankings de los países que se están perfilando para producir hidrógeno, la Argentina no figura”, se preocupa. “El mundo energético altamente dependiente de los fósiles y de lo nuclear es altamente dependiente de la política de los Estados”, advierte. “Las energías renovables benefician al consumidor y son un buen negocio”, destaca.
“En la guerra de Ucrania, las energías fósiles tomaron una centralidad porque mostraron su peor cara, su inestabilidad y su volatilidad”, analiza y agrega: “La transición energética, que venía siendo traccionada por la política climática, hoy se ve doblemente acelerada por la necesidad de alcanzar el objetivo de la seguridad energética, que ha vuelto a primer plano”. “Hoy se ve un fortalecimiento de los programas de expansión de renovables”, sintetiza. “En Alemania, el objetivo de porcentaje de renovables en su matriz energética pasó del 65 por ciento para 2030 al 80 por ciento, es decir, se hicieron más ambiciosos aún”, ejemplifica. “Lo nuclear no se concibe como un componente importante en la transición energética. Sí se piensa como un respaldo en la provisión de energía eléctrica que no va más allá de un 5 o 10 por ciento”, explica. “Un plan de transición energética basado en nuclear es muy caro”, detalla. “Muchos no entienden por qué Alemania dejó lo nuclear pero tiene que ver con eso: Alemania pudo hacer una cantidad de inversiones en renovables, que en los ´90s eran muy caras, porque ya había comenzado con una desactivación del plan nuclear”, dice y desarrolla: “La decisión política de dejar lo nuclear y enfocarse en renovables implicó una mudanza generalizada de la industria. Y eso lo ha colocado como un país líder en esta transición”. “El plan industrial alemán de salir de lo nuclear y volcarse hacia las energías renovables también es una opción relacionada con hacia dónde van los flujos de inversión”, aclara. “Alemania es un país altamente industrializado, con una industria pesada muy importante, con una altísima demanda energética y, sin embargo, su demanda energética está decreciendo y está desacoplada del PBI”, subraya. “Se puede tener abundante energía, ser competitivo, crecer económicamente y sin que implique necesariamente mayores emisiones”, plantea. “Es enorme la cantidad de subsidios que la industria fósil sigue recibiendo”, cuestiona.
“En aquellos sitios donde la energía está más liberalizada, ese tipo de energías que requieren subsidios del Estado no tienen lugar y las energías renovables compiten perfectamente bien”, afirma. “En 2022, fue la primera vez en que el flujo de inversiones en el mundo de la energía fue más importante para las renovables que para todo lo que fue al mundo fósil”, sostiene. “Una empresa argentina como Genneia, dedicada al tema de renovables, sacó bonos por unos 30 millones de dólares y obtuvo una rápida respuesta de 64 millones de dólares. Esto pasó en la Argentina”, dice. “En 2016, las renovables representaban menos del 2%. Ese crecimiento que hoy está en el 14% no le significó al Estado un solo centavo”, aporta. “Una matriz energética basada en energías renovables es capitalista. No es estatista como una matriz eléctrica basada en estas otras fuentes de energía”, aclara y sigue: “Sin poner un peso, simplemente con condiciones de confianza y con darle espacio para que compitan libremente, las renovables lograron ese lugar”. “Hoy no hay más renovables en la Argentina básicamente porque no hay redes eléctricas. Y eso es una desidia por parte de los gobiernos”, critica. “Chile tiene claro que no quieren perder marcados en esta transición energética. Su prioridad es que su producción minera se haga con emisiones netas cero llegado 2030 o 2035″, señala y explica: En un par de años, ciertos productos que ingresen al mercado europeo van a tener que pagar el impuesto CO2. La Argentina tendría que estar pensando cómo hacer para no perder mercados”.
“Para Chile el hidrógeno verde es un bien exportable y es también la llave para descarbonizar el sector de la minería”. “Para pensar en exportar hidrógeno, hay que bajar tremendamente los costos de producción industrial en la Argentina, el costo de financiamiento, el costo del capital, la logística”, alerta. “Nadie está esperando el gas ni el hidrógeno argentino. Vamos a tener que movernos y ser muy ágiles y competitivos para poder ofertar algo interesante”, advierte. “Tenemos muy poco asimilado lo que significa la transición energética. El mundo va a demandar gas pero llega al pico en los próximos dos o tres años y comienza a decrecer”, plantea. “Todo indica que hay una “no política” en renovables en la Argentina”, resumen. “Tenemos que pensar seriamente en las energías renovables, en proteger nuestras exportaciones haciendo que sean exportaciones en base a energía renovables, cero emisiones, y en el hidrógeno. Ése es el menú energético que tenemos que tener en mente”, asegura.
El especialista en matriz energética y cambio climático, con foco en hidrógeno, Juan Carlos Villalonga, estuvo en La Repregunta. Villalonga es presidente de Globe, una coalición de legisladores a nivel global creada a partir de una iniciativa del ex presidente de Estados Unidos, Al Gore. Es miembro de la Plataforma H2 Argentina, que reúne a las cámaras interesadas en el tema del hidrógeno. Fue diputado nacional por Cambiemos entre 2015 y 2019 y antes, presidente de la Agencia de Protección Ambiental de la Ciudad de Buenos Aires. Desde 1994 y durante 16 años fue director Político y director de campañas de Greenpeace Argentina. A principios de la década de 2010, se sumó a Los Verdes una organización eco política.
Del Gasoducto Néstor Kirchner y el foco opuesto es la exportación de gas licuado a una pregunta que compromete el futuro de la Argentina: ¿la Argentina está poniendo todos los huevos en la canasta equivocada? En medio de los cortes de luz y cuando se suman promesas del gobierno en relación al gas y al hidrógeno, Villalonga analizó todo lo que falta en la transición hacia las energías renovables en el país y los riesgos que corren su matriz productiva y sus exportaciones. Aquí la entrevista completa.
Entre cambio climático, guerras y pandemias
-El cambio de contexto global a partir de la guerra en Ucrania y antes la pandemia, todo en medio del impacto del cambio climático, llevó a un análisis que planteó que la transición de la matriz energética global hacia las energías renovables quedaba demorada porque las energías fósiles, el gas, el petróleo o el carbón, volvieron a adquirir centralidad en las economías. ¿Cuán preciso es ese diagnóstico de que ante una crisis se vuelve rápidamente a la energía fósil y se demora el camino de esa transición, con el objetivo final de virar completamente a las energías renovables?
-La palabra clave es “centralidad”: los fósiles tomaron una centralidad porque mostraron su peor cara, su inestabilidad y su volatilidad. La transición energética, que venía siendo traccionada por la política climática, hoy se ve doblemente acelerada por la necesidad de alcanzar el objetivo de la seguridad energética, que ha vuelto a primer plano. Europa, por ejemplo, no quiere más dependencia energética de suministros externos. Hoy se ve un fortalecimiento de los programas de expansión de renovables.
-Es decir que usted refuta la idea de que esta crisis global llevó a que los países volvieran a considerar que lo importante era el petróleo y el gas.
-Exacto. La centralidad recuperada de los fósiles tiene que ver con la necesidad urgente de pasar del suministro ruso hacia otro tipo de suministro, por ejemplo, con el gas. El caso más emblemático es Alemania, que sintetiza lo que pasó en Europa. Durante todo 2022, Alemania tuvo que rehacer contratos de suministro de gas para poder abandonar el gas ruso. Eso colocó a la política en torno del gas en una centralidad importantísima.
-En ese sentido, hubo una crítica a Angela Merkel por el foco que puso en la relación con Rusia en el tema gas.
-Esa dependencia era muy cómoda para Alemania. Bueno, el nuevo contexto mostró que no era nada cómodo. Eso no se va a volver a repetir. Alemania tuvo que buscar nuevas fuentes de gas. Pero, al mismo tiempo, para el mediano y largo plazo, se aceleraron todos sus programas de reemplazo de energías fósiles. El caso del carbón es un buen ejemplo también: para este invierno y hasta 2024, en Alemania, se volvieron a dar permisos para que las plantas pudieran estar en standby pero sólo unas pocas están realmente activas. De hecho, las que se prendieron ahora tienen un cronograma mucho más estricto para cerrarse antes de 2030. Es decir, que los objetivos climáticos están totalmente consolidados. En Alemania, el objetivo de porcentaje de renovables en su matriz energética pasó del 65 por ciento para 2030 al 80 por ciento, es decir, se hicieron más ambiciosos aún.
-Es decir que en siete años, Alemania tiene que tener su matriz energética centrada en un 80 por ciento de energía renovable.
-Exacto. Hoy es de 49 por ciento. Los objetivos se hicieron más estrictos. En el cortísimo plazo, con la coyuntura que se dio o con lo que fue prepararse para este invierno, que finalmente no fue tan duro, sí, es cierto, se diseñaron una serie de medidas para contar con plantas de carbón. Incluso las tres plantas nucleares que quedan en funcionamiento en Alemania, que se tenían que cerrar el 31 de diciembre, van a cerrar el 15 de abril de 2024. Porque, insisto, en el corto plazo, había que pasar el invierno y no correr riesgos.
¿Hay lugar para la energía nuclear en el futuro?
-El caso alemán es interesante en varios sentidos, y usted lo viene siguiendo en detalle. En el mundo se debate si la energía nuclear es la energía más limpia y más interesante para hacer esa sustitución de los fósiles. Alemania, por el contrario, decidió cerrar sus centrales nucleares de producción de energía. Alguien como usted que piensa en el cambio climático y en evitar sus efectos colaterales virando hacia las energías renovables, ¿cuán interesante le resulta la energía nuclear?
-El programa alemán nació en los 90 y el abandono nuclear comienza a darse legalmente a partir de los años 2000, 2001.
-Mucho antes del desastre de Fukushima.
-Sí. Fukushima implicó que se acortaran los tiempos. Merkel había querido estirar esos plazos pero el accidente de Fukushima lo impidió, e incluso puso plazos más estrictos. El caso alemán es particular pero en general, la tendencia que se está consolidando en el mundo es mantener la energía nuclear en las plantas en funcionamiento, extendiendo su vida útil. Hay algunos pocos países que siguen incrementando su plan nuclear. Y otros lo han abandonado, o no han ingresado en la vía nuclear o están en un proceso de desmantelamiento. Lo nuclear no se concibe como un componente importante en la transición energética. Sí se piensa como un respaldo en la provisión de energía eléctrica que no va más allá de un 5 o 10 por ciento. El rol central en la transición energética lo tienen las energías renovables. Y el caso del hidrógeno es importante porque, más allá del aporte que puede dar en el sistema energético, el hidrógeno es además un insumo industrial importante. Permite descarbonizar no sólo el sector de energía sino otros sectores.
-Vamos a retomar luego el tema del hidrógeno verde. El director general de la Organización Internacional de la Energía Atómica (OIEA), el argentino Rafael Grossi, señala, en relación al potencial de la energía nuclear limpia, que en Francia ocho de cada 10 lamparita de luz son nucleares, es decir, están alimentadas con energía eléctrica de producción nuclear.
-Sí, Francia y también Bélgica son países de Europa fuertemente nuclearizados.
Lo nuclear no es una buena solución: es muy caro. El gran desafío de la energía nuclear, más allá de los problemas de seguridad intrínsecos, siempre ha sido si podía bajar sus costos. Lejos de eso, los fue incrementando en la medida em que se fueron haciendo más estrictas las medidas de seguridad.
-¿Eso se va a mantener?
-En realidad, eso va a decrecer porque lo nuclear no es una buena solución: es muy caro. El gran desafío de la energía nuclear, más allá de los problemas de seguridad intrínsecos, siempre ha sido si podía bajar sus costos. Lejos de eso, los fue incrementando en la medida em que se fueron haciendo más estrictas las medidas de seguridad. Hoy, los costos no son bajos. Un plan de transición energética basado en nuclear es muy caro. En buena medida, el plan industrial alemán de salir de lo nuclear y volcarse hacia las energías renovables también es una opción relacionada con hacia dónde van los flujos de inversión. Es decir, para Alemania el abandono nuclear no sólo implicó la decisión de desactivar plantas nucleares sino de desactivar toda una industria. Los alemanes eran exportadores de tecnología nuclear, o sea, que ha habido una apuesta industrial importante en ese sector. Cuando un país tiene una industria que le demanda muchos recursos y presupuesto, también es un lastre. Muchos no entienden por qué Alemania dejó lo nuclear pero tiene que ver con eso: Alemania pudo hacer una cantidad de inversiones en renovables, que eran muy caras en los ‘90s, porque ya había comenzado con una desactivación del plan nuclear.
-Tuvo esos capitales disponibles y pudieron aplicarlos a la infraestructura de energías renovables..
-Exacto. Una empresa como Siemens, que originalmente tenía un fuerte involucramiento con la industria nuclear, muda completamente a gas, eficiencia y renovables. Y hoy, eficiencia y renovables son casi el corazón del negocio de esa empresa. Es decir, la decisión política de dejar lo nuclear y enfocarse en renovables implicó una mudanza generalizada de la industria y eso es una apuesta. Y eso lo ha colocado como un país líder en esta transición.
Energías renovables, ¿son anti capitalistas?
-Leía un dato que usted aportaba. Después de ese gran problema que tuvo por la dependencia del gas ruso al principio de la guerra en Ucrania, Alemania, sin embargo, es un exportador neto de energía.
-Muchas veces se dice que Alemania puede darse el lujo de tener un programa muy verde y muy ecológico porque compra energía a otros países. No es verdad. Alemania es un exportador neto de electricidad. Más aún en esta crisis: en los últimos tres años, ha sido un exportador. Alemania es un caso que siempre hay que tener en cuenta: es un país altamente industrializado, con una industria pesada muy importante, con una altísima demanda energética y, sin embargo, su demanda energética está decreciendo y está desacoplada del PBI.
-¿Qué quiere decir eso?
-Quiere decir que la economía crece y se expande sin necesidad de que la demanda energética tenga que crecer.
-Es decir que es más eficiente en el uso de la energía: crece el PBI pero no está relacionado directamente con un crecimiento de la demanda eléctrica.
-Eso tiene que ver con mayor eficiencia en edificios públicos, en el transporte, en todo el sistema energético. Por eso el ejemplo alemán es emblemático en este sentido.
Y es un ejemplo de sustentabilidad en definitiva: es una economía que crece sin impacto en el calentamiento global.
-Exacto. Es muy importante que eso ocurra: nos da un indicativo de que la transición hacia las energías renovables no significa necesariamente que te vas a quedar con poca energía. Se puede tener abundante energía, ser competitivo, crecer económicamente y sin que implique necesariamente mayores emisiones.
-Es muy interesante la respuesta. Y nos lleva a otro tema. Usted tiene un pasado en Greenpeace, que hoy en día es símbolo de una militancia por momentos extrema y poco racional en relación al cuidado del medio ambiente pero que ha sido muy importante en la concientización del tema medio ambiental. En Argentina se ha debatido, por ejemplo, la explotación petrolera en las costas de la provincia de Buenos Aires, frente a Mar del Plata, que se ha resistido desde la militancia ecologista. Se debaten la explotación del litio, que también encuentra resistencia. Se resiste la explotación minera. La cuestión es cómo un país que tiene recursos los aprovecha y los explota teniendo en cuenta la sustentabilidad. El Parlamento Europeo, por ejemplo, le acaba de poner un límite a la fabricación de autos en base a nafta y diesel y estableció que llegado 2035, en Europa, todos los autos van a tener que ser eléctricos pero se encontró con otra resistencia: hay resistencia desde la centroderecha, y sobre todo desde las derechas más extremas en la Europa actual. En este marco que le propongo, surge una cuestión: ¿una transición energética, una matriz energética y una matriz productiva basadas en energías renovables es necesariamente anti capitalista?
-Todo lo contrario. El mundo energético altamente dependiente de los fósiles y de lo nuclear es, al mismo tiempo, altamente dependiente de la política de los Estados. Francia es un ejemplo: su sistema eléctrico es fuertemente dependiente de los subsidios del Estado, por eso mantiene ese parque nuclear. En aquellos sitios donde la energía está más liberalizada, ese tipo de energías que requieren subsidios del Estado no tienen lugar y las energías renovables compiten perfectamente bien.
-Donde hay un mercado, dice usted.
-Donde hay mercado y competencia y donde la cancha no está inclinada. Porque sigue siendo enorme la cantidad de subsidios que la industria fósil sigue recibiendo. A veces se dice que un cierto tipo de energía es cara, es barata… ¿Con respecto a qué? Cuando la cancha no está inclinada y compiten todos por igual, las energías renovables compiten muy bien. Desde un punto de vista estrictamente de libertad de mercado, es el paraíso para las renovables. Luchamos permanentemente para que haya un mercado energético liberalizado, con mucha flexibilidad y con mucha transparencia de manera tal que las renovables puedan desplegar todo su potencial.
-En algunos países de Europa, los consumidores de energía eléctrica pueden optar según el precio por una fuente de energía renovable o una proveniente de fuente fósil. Es una decisión del consumidor.
-Exactamente. Las renovables traen oxígeno al mercado energético. En la Argentina, por ejemplo, hoy podés producir energía en tu propio domicilio con paneles solares. Eso significa flexibilizar tu relación con la distribuidora. Se van dando cada vez más espacios en donde se va a diversificar la oferta y cada uno va a poder elegir qué tipo de energía le va a comprar a la distribuidora. Son mecanismos netamente de mercado, donde pesa la voluntad de los usuarios. Y es allí donde las renovables no sólo ganan en adhesión sino que resultan un buen negocio. De hecho, en 2022, el flujo de inversiones en el mundo de la energía fue más importante para las renovables que para todo lo que fue al mundo fósil. Fue la primera vez, a nivel global, en que todo lo que se movilizó para desarrollo de nuevos proyectos renovables fue más importante que lo que se movilizó para nuevos proyectos fósiles. Esto habla de que cambió la dinámica. Hay ejemplos: hace un par de meses, una empresa argentina como Genneia, dedicada al tema de renovables, sacó bonos por unos 30 millones de dólares y obtuvo una rápida respuesta de 64 millones de dólares. Esto pasó en la Argentina. Esto no es frecuente y esto está ocurriendo. Es decir, hay un mercado de inversores que quieren apostar a este tipo de energía.
La matriz energética: Argentina vs Chile y Uruguay
-¿Cómo es la matriz energética de la Argentina? ¿Qué peso tienen hoy las energías renovables y cómo ha sido esa evolución desde el momento en que adquirieron una centralidad estratégica?
-En 2021, el porcentaje de renovables aportó alrededor del 14 por ciento de la matriz eléctrica. Pero lo importante es ver la película. Ese crecimiento se dio prácticamente con tres años de un programa de licitaciones públicas, donde simplemente se competía por precio y que ganara el mejor. En esos procesos licitatorios se llegó hoy a los 4 mil o 5 mil megas instalados. En 2016, las renovables representaban menos del 2%. Ese crecimiento que hoy está en el 14% no le significó al Estado un solo centavo. Ni vos ni yo pagamos nada. Al contrario, lo que está pagando el sistema eléctrico por esa energía es un precio competitivo con respecto a las demás. ¿Sabés cuánto aporta la energía nuclear en electricidad? Después de 70 años de subsidios, la energía nuclear aporta el 6 por ciento a la energía eléctrica. Por eso vuelvo a la pregunta que me hacías de si una matriz energética basada en energías renovables es capitalista o no: por supuesto que sí lo es. No es estatista como una matriz eléctrica basada en estas otras fuentes de energía. Sin poner un peso, simplemente con condiciones de confianza y con darle espacio para que compitan libremente, las renovables lograron ese lugar. Hoy es el único sector eléctrico que sigue creciendo, aunque a una velocidad mucho más lenta, pero toda basada en los privados porque las empresas quieren comprar energía renovable y contratan desarrolladores que le hagan proyectos renovables sin que el Estado intervenga. La limitante es que no hay redes eléctricas. Y no se pueden importar equipos.
-¿No hay redes eléctricas para la distribución de esa energía?
-Claro, la infraestructura, las rutas para distribuir energía eléctrica están colapsadas.
-¿Es decir que se puede producir energía eléctrica basada en renovables pero no se puede distribuir y competir con la distribución de las fósiles?
-Exactamente. Hoy no hay renovables en la Argentina básicamente porque no hay redes eléctricas. Y eso es una desidia por parte de los gobiernos.
-La ley 27.191 fijaba las metas de renovables. Establecía que llegado 2021, debía representar el 16 por ciento pero no superó el 14 por ciento.
-Lo más peligroso es que no vamos a llegar al 20 por ciento que se fijó para 2025.
-¿Por qué eso es peligroso?
-Porque tiene que ver con las metas argentinas de reducción de emisiones.
-¿Cómo son las metas globales y cuáles son las metas argentinas?
-La Argentina tiene una meta legalmente vinculante que dice que en 2030 tenemos que estar en un nivel de emisiones un poco más bajo que el de ahora pero estabilizado. Esto significa que toda la expansión económica que puede ocurrir estos próximos años tiene que ser neutra en emisiones.
-Complicadísimo.
-Y después de 2030, debería empezar a caer en picada para llegar al cero neto en 2050. No lo estamos preparando. El sector más fácil para la reducción de emisiones es el sector eléctrico, a partir del crecimiento de las renovables porque no exige ni cambios de comportamiento ni grandes cambios de infraestructura. Sólo demanda cambiar hacia dónde van las inversiones, pero requiere redes, requiere que el Estado haga las inversiones para que las redes se puedan desarrollar.
-¿Cómo se compara el peso de las renovables en la Argentina con su peso en la región? Una pregunta antes: ese 14 por ciento de energías renovables que tiene la Argentina, ¿a qué tipo de energías corresponde?
-Buena pregunta porque, para la legislación argentina, las renovables son lo que en Chile, por ejemplo, se llaman las “nuevas renovables”, la energía eólica, la solar, biomasa e hidroeléctrica de baja potencia, de 50 mega para abajo. Ni la energía nuclear ni las grandes represas están incluidas. Se hace esta diferencia porque se considera que las nuevas renovables son aquellas que tienen bajo o cero impacto ambiental. La energía que producen grandes represas son renovables pero tienen otros problemas. En Chile, las nuevas renovables representan cerca del 35 por ciento de su matriz energética. En Uruguay, está en el 90 por ciento.
-¿Uruguay, “el hermano menor”, según el ministro de Economía Sergio Massa, tiene el 90 por ciento de su matriz energética basado en renovables de cero impacto medioambiental, como la energía solar o la eólica?
-Exacto. Y tiene un remanente térmico que aparece o se va dependiendo de los momentos. Hay momentos en el año en que Uruguay nos vende energía a nosotros. La Argentina está rezagada. No hay que comparar con lo que ocurre en el primer mundo, cosas que hacíamos antes. Ahora la Argentina está rezagada respecto de lo que pasa a su alrededor.
Argentina vs Chile
-Tengo este dato que completa el panorama de Chile: el 53 por ciento de su matriz energética corresponde a renovables en sentido amplio, la energía hidroeléctrica, con hidro-embalse e hidro-pesada, solar fotovoltaica, eólica, biomasa y geotermia. Pero ese 35 por ciento que usted señala es eólica y solar. Del 14 por ciento de renovables en la Argentina, ¿cuánto corresponde a eólica y solar?
-El 80 por ciento de ese 14 por ciento es básicamente eólico y solar, cerca de un 10 por ciento.
-Tiene algo de contraintuitivo porque Chile es un país con una matriz productiva basada en commodities mineros y, sin embargo, tienen una voluntad de virar su matriz energética con una visión muy enfocada en lo renovable, con poco impacto medioambiental.
-Chile tiene claro que no quieren perder marcados en esta transición energética. Por ejemplo, el mercado del cobre. Por lo tanto, es prioridad de Chile que esa producción mineral se haga con emisiones netas cero llegado 2030 o 2035.
-¿Puede perder mercados porque la demanda mundial está exigiendo que la calidad medio ambiental también es un factor clave a la hora de comprar un producto o un commodity?
-Totalmente. En un par de años, ciertos productos que ingresen al mercado europeo van a tener que pagar un impuesto de frontera, el impuesto CO2, el mismo que pagan las industrias europeas. El acero que ingrese a Europa, por ejemplo, va a tener que cumplir las mismas normas que cumplen las industrias locales. La Argentina tendría que estar pensando cómo hacer para que nuestro acero, nuestro aluminio, la producción agrícola, el producto que sea, no pierda mercados. Por eso, para Chile el hidrógeno verde no solo es un bien exportable sino que también es la llave para descarbonizar el sector de la minería, todo lo que es la industria de maquinaria pesada minera.
Hidrógeno verde, ¿otra tabla de salvación para la Argentina que se va?
-Vamos a detenernos en el llamado hidrógeno verde, que se hace en base a energía eólica y solar, renovables. Se conformó una mesa del hidrógeno impulsada por la Secretaría de Asuntos Estratégicos de la Nación, liderada por Mercedes Marcó del Pont. Usted ha hecho cuestionamientos a la concepción del gobierno en torno al hidrógeno verde, muy centrada en el hidrógeno como commodity de exportación. Usted plantea que es un insumo para el sector industrial y la posibilidad de su descarbonización, que es lo que está haciendo Chile.
-Sí. Hay dos cosas importantes. En la política aparece esta idea de “tenemos hidrógeno” o se asimila el hidrógeno al litio.
-Claro, Vaca Muerta, litio, hidrógeno verde, las nuevas promesas.
-No tienen nada que ver. Decir que tenemos hidrógeno es lo mismo que decir que tenemos computadoras para exportar: hay que producir el hidrógeno así como se producen computadoras. Hay que fabricarlo. El hidrógeno verde es un bien industrial. Eso quiere decir que, para pensar en exportar hidrógeno, hay que bajar tremendamente los costos de producción industrial en la Argentina, el costo de financiamiento, el costo del capital, la logística para poder colocar la producción en el puerto.
-Para entenderlo bien, la industria del hidrógeno verde no es una industria extractiva.
-No es extractiva. Implica tomar agua y en base a generación eléctrica, producir la electrólisis y todo el proceso de purificación. Es un proceso industrial.
-Y otra pregunta técnica para entender qué impacto tiene el hidrógeno verde en la matriz energética. ¿No es una fuente de energía sino que es un insumo que vuelve más verde el proceso industrial?
-Es un vector energético porque se produce con energía y puede usarse para producir energía. Te permite trasladar energía de un lado al otro.
-Como el litio…
-Pero el litio es extractivo…
-Pero luego contribuye a una cadena más sustentable.
-Exacto. Pero el hidrógeno tiene esa posibilidad de participar en la producción de amoníaco, fertilizantes. Hay toda una demanda de hidrógeno para usos industriales, químicos, no energéticos. Pero hay que subrayar esta concepción de que no es una industria extractiva. Es una producción en la que vamos a competir con Chile, Australia, Marruecos, países que también tienen agua y energía renovables pero tienen un costo menos que nosotros tenemos, el costo argentino, el costo país.
-La macro, los problemas y la incertidumbre de la macroeconomía argentina.
-Exacto. No tiene sentido discutir una Ley de Hidrógeno si no estamos dispuestos a ordenar la macro. Por otro lado, está el problema de pensar de manera facilista que es posible saltar a proyectos de exportación de cero a cien: es imposible. Lo que el mundo quiere es que la Argentina se ponga a trabajar seriamente en un programa de hidrógeno doméstico para reconvertir su industria local de hidrógenos a hidrógeno azul o verde. Y entonces podemos ser serios como para empezar a exportar. Esto es un mercado para 2030 o 2035. Es un nuevo commodity. Además viene teñido de lo que demostró la guerra, que nadie va a querer establecer vínculos comerciales con quien no sea un buen socio.
-¿Un buen socio sustentable en términos medioambientales?
-Exacto. Que también sea políticamente estable. Por lo tanto, hay una geopolítica del hidrógeno. En las dos cosas fracasamos, en la macro y en tener relaciones internacionales estables. Cuando uno mira los rankings de los países que se están perfilando para producir hidrógeno, la Argentina no figura.
-¿Cuales son los países que sí figuran?
-En la región, Chile es el único que aparece bien posicionado. Después, Brasil, Uruguay.
-Es decir que los inversores que están pensando en invertir están yendo a Chile, Brasil, Uruguay y no tanto a la Argentina.
-Sí, claro.
-Hace poco, el presidente Alberto Fernández dijo: “Argentina tiene todo lo que el mundo reclama en materia energética”. Pero sigue privilegiando al gas, al gas licuado y al gasoducto Nestor Kirchner y también al gas en relación al hidrógeno en esto que se llama “hidrógeno azul”. ¿Ese es un problema para la Argentina, el no terminar de entender el sector y no tener una mirada estratégica precisa en relación a la energía renovable?
-Sí, la Argentina no tiene claro qué es lo que está pasando en el mundo. Mi imagen es que la Argentina vive dentro de una caja de zapatos. Pensamos que el mundo está esperando el gas argentino y la verdad es que no es tan así. Vamos a tener que ser muy diestros y muy ágiles para poder colocar gas en los mercados internacionales.
-¿El hidrógeno azul tiene chances?
-Podría tenerlas si cumplimos con todos los requisitos que hablamos antes. Nadie está esperando el gas ni el hidrógeno argentino. Vamos a tener que movernos y ser muy ágiles y competitivos para poder ofertar algo interesante. Y por otro lado, tampoco tenemos asimilado lo que significa la transición energética. Entonces, el mundo va a demandar gas pero esa demanda es decreciente: llega al pico en los próximos dos o tres años y comienza a decrecer. Eso está claro. Entonces, ¿hay una demanda? Sí pero decreciente. Por lo tanto, no es que haya allí una demanda que está esperando nuestra oferta. Hay oferta en abundancia.
-En el marco de la mirada estratégica tan precisa y sofisticada que se necesita para el sector, según usted está señalando, ¿cómo evalúa la designación como directora de la Dirección de Energías Renovables, que depende de la secretaría de Energía que depende del ministerio de Economía, de una joven tucumana de 27 años que se recibió de abogada hace tres años, la joven Florencia Terán? Su padre es Sisto Terán, vinculado con Juan Manzur.
-No la conozco. No puedo juzgarla. No tiene antecedentes directos en la materia. Creo que habla de una “no política” en renovables en la Argentina. Nos quita credibilidad en todo lo que decimos y hacemos afuera. Por todo esto que venimos hablando y por esta designación, cuando el Presidente sale al mundo y dice que vamos a hacer hidrógeno y que vamos a esto y vamos a lol otro, obviamente no nos creen porque ven que todo eso no tiene un correlato en la política doméstica real. En relación a la política del gas, estamos obnubilados creyendo que tenemos algo por lo cual el mundo se está peleando.
-Y que nos va a salvar.
-La Argentina sin dudas puede aprovechar el gas. Ahora, ¿cuánto? No se sabe exactamente. Lo que tenemos que pensar seriamente son las energías renovables, en proteger nuestras exportaciones haciendo que sean exportaciones en base a energía renovables, cero emisiones. Y tenemos que pensar seriamente en el hidrógeno. Ése es el menú energético que tenemos que tener en mente.
Referente del ambientalismo
▪ Activismo. Dirigió Greenpeace Argentina entre 1994 y 2011; fundó la organización ecologista Los Verdes.
▪ Carrera política. Fue diputado nacional por la Ciudad de Buenos Aires por Cambiemos.
▪ Distinciones. El Global Wind Energy Council (GWEC) y la Asociación Argentina de Energía Eólica (AAEE) lo nombraron Embajador del Viento por su aporte al desarrollo de las energías renovables.