La Repregunta. Enrique Szewach: “Hace años que la palabra productividad no se usa en la Argentina”
El economista de la Fundación Mediterránea propone un nuevo régimen económico, con cambios en los incentivos para fomentar la inversión privada; además, asegura que Massa está tomando decisiones que condicionan la macroeconomía del próximo gobierno
“En el siglo XXI, un país que no usa la palabra “productividad” tiene un problema serio”, señala. “El empresariado privado tiene que reasumir el rol de empresario de riesgo”, plantea. “El mercado de capitales es chico en la Argentina pero, además, el ente regulador, la Comisión Nacional de Valores, no tiene la independencia que tiene que tener”, advierte. “No me consta que hayan pasado cosas con la recompra de deuda. Siempre uno sospecha cuando suben los volúmenes en forma arbitraria, atípica”, reconoce. “El próximo gobierno tiene que hacer un cambio de régimen: cambiar los incentivos para que el que invierta sea el sector privado, el que ahorra sea el sector público y el que genere empleo y crecimiento sea el sector privado. Lo que pasa en todos los países”, afirma. “Massa intervino en el mercado de cambio recomprando deuda para frenar una corrida”, explica. "
“Intervenir en la brecha del dólar es intervenir en la tasa de inflación. El problema central es que este gobierno tiene pocos instrumentos”, plantea. “Estamos al final de un ciclo de gobierno. El margen de maniobra es muy bajo”, desarrolla. “Massa pretende mantener por lo menos la posición de que él no ha destruido lo poco que le queda a este gobierno”, dice. “El problema estructural más grave de la Argentina es el déficit fiscal, que se cierra de a ratos por inflación”, precisa. “Hay que dejar de usar la inflación para cerrar lo fiscal”, propone y agrega: “Este gobierno no lo va a hacer y está entorpeciendo el camino de ese cambio de quién para el próximo gobierno”. “Con inflación del 100% y 50 % pobreza, hoy hay una demanda de la sociedad que no existía en 2015, cuando había una crisis asintomática”, analiza.
“Hay clima de cambio de régimen”, sintetiza pero aclara: “Ahora, a ese clima hay que encauzarlo”. “Si no hay un acuerdo de la coalición, pasa lo que ya pasó antes: se toman las medidas y ahí aparece la oposición dentro de la propia coalición. Si no hay un programa, no se puede hacer el cambio de régimen. Y si no tenés un equipo, no se puede instrumentar”, describe. “La economía argentina de los últimos años fue una economía basada en el sector público, en el gasto del sector público y en incentivos de corto plazo. Un capitalismo de amigos, o de conocidos”, reflexiona. “El primer impuesto que hay que bajar es la inflación, que es el que pagan los pobres”, detalla. “Todos los que hablan del rol del Estado suponen un Estado, que el estado funciona y a partir de ahí, plantean que hay cosas que debe hacer el Estado y hay otras que corresponden al mercado. En la Argentina, ese discurso se diluye cuando hay un Estado que no funciona”, diagnostica. “Soy muy optimista respecto del sector privado argentino porque cuando le dieron los incentivos, respondió”, aclara. “El cambio de régimen es que los empresarios trabajen en lugar de estar ocupados a ver a quién tienen que llamar para que le autoricen una importación o para abrir un mercado. Los empresarios también tienen que salir de su zona de confort”, asevera.
El economista Enrique Szewach pasó por La Repregunta. Szewach es el director ejecutivo del IERAL, de la Fundación Mediterránea, donde, junto a Carlos Melconián, avanzaron en el diseño de un programa económico para el próximo gobierno.
Fue director del Banco Nación y vicepresidente del Banco Nación durante la gestión de Cambiemos. Fue economista jefe de FIEL y docente de la UBA y del ITBA. También es un reconocido periodista económico.
En medio de un contexto económico complicadísimo, se instalan preguntas. Aquí, la entrevista completa.
-La novedad de los últimos días fue la recompra de la deuda que anunció el ministro de Economía Sergio Massa. Un enero de hace 17 años, se concretaba la cancelación de la deuda con el FMI anunciada por el entonces presidente Néstor Kirchner. Se discutió mucho si era la mejor decisión posible, dado que el costo de la deuda con el FMI era más bajo. Para muchos, ese anuncio se trató más de una posición retórica, esa idea de la Argentina recuperando soberanía y autonomía. ¿Cuánto de retórica hay en esta idea de recompra de la deuda que se vende hoy desde el kirchnerismo, otra vez, como recuperación de la soberanía económica?
-Aquello fue la cancelación del pago con el FMI. La Argentina estaba en default con el sector privado. Esa decisión buscaba más que nada adelantarse a Lula, que estaba por tomar una decisión semejante aunque en otro contexto que el que el argentino. Volviendo al presente, el objetivo de corto plazo, no confesado, de este programa de intervención o de recompra era frenar la corrida que se armó en los mercados supuestamente libres, que también tienen restricciones, el Contado Con Liquidación, el MET y, por supuesto, en el blue. En ese momento, estaban escalando rápido y entonces el ministro salió a buscar un mecanismo de intervención. Como los dólares informales o los dólares libre se calculan o se transan arbitrando títulos públicos en dólares y en pesos, cuando se sale a recomprar, alterás el precio del bono en dólares. Como ese bono está en el denominador, cuando crece, baja el precio del dólar. Fue más su mecanismo para intervenir en el mercado de cambios que para recomprar deuda. No se podía anunciar como el mecanismo de intervención del mercado de cambio por dos razones. Primero, porque no se anuncia. Y segundo, porque al Fondo Monetario Internacional (FMI), aunque la verdad es que el FMI está firmando cualquier cosa, no le gusta demasiado que el Banco Central o que el gobierno intervenga en el mercado de cambios específicamente. En cambio, una operación de recompra de deuda se puede vender más razonablemente. Ahora, una operación de recompra de deuda de mil millones de dólares nominales o de mil millones dólares reales, todavía no lo sabemos, en el monto deuda que tiene la Argentina no va a cambiar mucho la historia. De hecho no la cambio.
La economía Massa, ¿un ancla para la salida de la crisis?
-Claro, el dólar empezó a subir otra vez. Se disparó. Ahora esa decisión así es. Usted plantea que lo que se disimula en una recompra de deuda es en realidad una intervención en el mercado cambiario. Y se disimula para no entrar en colisión con el FMI. ¿Cuánto hay de no entrar en colisión con la masa de votantes del Frente de Todos (FdeT? Por eso la pregunta: ¿cuánto de lo que hace Massa está condicionado por la presión de los socios políticos del FdeT y cuánto es porque es la única herramienta posible en medio de esta crisis, más allá de las presiones?
-Es una mezcla. Por un lado, lo que le importa a la gente es la tasa de inflación. Todo lo demás es tema para especialistas. Es cierto que los movimientos del dólar, sobre todo el blue y de la brecha, influyen sobre la tasa de inflación. Intervenir en la brecha es intervenir en la tasa de inflación de alguna manera. Pero el problema central es que este gobierno tiene pocos instrumentos. Y el ministro usa los pocos instrumentos que tiene, usa su ingenio y esta retórica, para usar tus palabras. Pero básicamente es lo que tiene porque estamos al final de un ciclo de gobierno que, además, se ha deteriorado visiblemente. El margen de maniobra que tiene un gobierno en su último año, en condiciones normales, es muy bajo. En estas condiciones es más bajo todavía. Y en la situación objetiva de la Argentina, que tiene un problema déficit fiscal, un problema de deuda, un problema de no poder acceder a los mercados, sin reservas en el Banco Central, al gobierno no le queda otra que usar los pocos instrumentos que hay. Y se usan, y esto puede ser un error, aún a sabiendas de que esos instrumentos no funcionan porque finalmente terminás perdiendo reputación. Si estoy usando un instrumento para curar el dolor de rodillas sabiendo que me va a seguir doliendo la rodilla, pierdo reputación como médico frente al paciente aunque sea lo único que tenga disponible.
lo que le importa a la gente es la tasa de inflación. Todo lo demás es tema para especialistas. Es cierto que los movimientos del dólar, sobre todo el blue y de la brecha, influyen sobre la tasa de inflación.
-Si este fuera el final de ciclo de otro tipo de gobierno, con distinto signo político, y estas fueran las circunstancias particulares de la Argentina, ¿las herramientas a las que apelaría un ministro de Economía de otro signo político, serían otras?
No. Si ese gobierno tuviera muchas chances de ser reelecto, no estaría en su último año, estaría en el medio de una gestión. Entonces, no es lo mismo estar en el medio de una gestión con chance de ser reelecto que estar al final de una gestión con baja chance de ser reelecto. No descarto que pueda continuar el FdeT pero, obviamente, hoy es baja la posibilidad. Y esa es la percepción que tenemos: no es lo mismo un gobierno que está terminando que un gobierno que podría tener chance de seguir. A eso tenés que agregarle algo que ya pasa en la Argentina desde 2015: estamos frente a gobiernos de coalición que se armaron para ganar elecciones pero no para gobernar. Cuando mirás el estilo europeo, se arman gobiernos de coalición pero se arman en torno a un programa. Cuando los alemanes tuvieron que decidir mandar tanques a Ucrania, lo hacían enfrentando el problema de que tenían que violar el contrato de la coalición gobernante que había dicho otra cosa. Entonces tenían que reescribir el contrato. Las coaliciones en la Argentina no tienen un contrato ni un acuerdo. Se unen para ganar una elección y después le delegan a alguien el manejo. En este último caso se lo delegaron a Masa, que es más importante que (Martín) Guzmán y mucho más, por supuesto, que (Silvina) Batakis porque es uno de los accionistas, minoritario, pero accionista al fin del FdeT.
-Tiene votos propios, claro.
-En ese contexto de destrucción o de desgranamiento del poder natural que se da en el último año de un gobierno, el “pato rengo” de la gestión norteamericana, y encima en una coalición donde todos están peleados entre sí, el margen de maniobra es muy bajo. Le han delegado a Massa… le han dado, lo digo entre comillas, plenos poderes para allá que avance pero dentro de ciertas circunstancias. Y además, sospecho que Massa también quiere mantener su posición expectante, no sé si para esta elección o para la próxima.
-Su posición de candidateable.
-Massa pretende mantener por lo menos la posición de que él no ha destruido lo poco que le queda a este gobierno.
Cómo la economía Massa puede condicionar al próximo gobierno
-Estas medidas y decisiones que está tomando Massa parecen ser pan para hoy pero hambre para mañana. Se vio muy claramente con esa decisión de la recompra de la deuda para contener un dólar que, como usted decía, en los días siguientes subió por encima de 381 y siguió escalando. ¿Cuáles de estas decisiones que no terminan de resultar en el cortísimo plazo para resolver las urgencias van a terminar condicionando muy estructuralmente al futuro gobierno?
-No diría estructuralmente pero claramente Massa está tomando decisiones que, en muchos casos, comprometen al próximo gobierno. Primero, van a postergar el aumento de tarifas. Significa que el ajuste de tarifas va a volver a recaer en el próximo gobierno. Están postergando la devaluación. No sé si lo van a lograr, pero están postergando un salto en el tipo de cambio oficial que está muy atrasado. Digo que no sé si lo van a lograr porque está el tema de la sequía y tienen que conseguir un montón de dólares. Los dólares que está consiguiendo son préstamos que habrá que devolver. Está asumiendo compromisos con empresas que aprovechan la situación para pedir más de la cuenta. Está congelando precios. Ni qué hablar de la acumulación de la deuda interna y del problema monetario del Banco Central. Todo esto condiciona la macroeconomía de corto plazo del próximo gobierno. A eso, se le suma un condicionamiento estructural que es más grave.
No diría estructuralmente pero claramente Massa está tomando decisiones que, en muchos casos, comprometen al próximo gobierno. Primero, van a postergar el aumento de tarifas. Significa que el ajuste de tarifas va a volver a recaer en el próximo gobierno. Están postergando la devaluación
-¿A qué se refiere?
-El problema fiscal. La Argentina tiene un déficit fiscal estructural que solo se cierra de a ratos con inflación.
-Ahora está en 2,4%.
-Sí pero son todas bajas derivadas del shock inflacionario porque, con la inflación, se licuan los gastos, las jubilaciones y se inflan los ingresos. Y se dice “oh, cerré las cuentas” o “mejoré las cuentas”. Hay que dejar de usar la inflación como mecanismo de cierre fiscal. Salir de esa historia implica efectivamente un cambio de régimen. Este gobierno no lo va a hacer y está entorpeciendo el camino de ese cambio de quién para el próximo gobierno. Igual, aunque lo entorpezca, si hay voluntad política y si hay un buen programa y un buen equipo, ese cambio de régimen va a suceder.
El cambio de régimen
-Muchos condicionales. Si hay un buen equipo; si hay un buen programa…
-La Argentina ha vivido en esta historia durante muchos años. Pero hoy, primero, hay una demanda de la sociedad. Es decir, cuando hay inflación del 100%, 50 % pobreza, hay una demanda de la sociedad que posiblemente no existía en 2015, cuando había una crisis asintomática.
-Tengo una cita que usted hizo hace unos años en relación a esto que está planteando y me parece interesante. Usted decía: “El gobierno del presidente Macri asumió con la necesidad de encarar un profundo cambio de régimen económico sin la condición previa de una crisis terminal percibida por la sociedad. De ahí, auizás que el cambio resulta por ahora extremadamente gradual y parcial”. ¿Cree que ahora sí la sociedad percibe una crisis terminal?
-Pienso que sí. En ese momento estábamos en 25% de inflación. La segunda presidencia de Cristina Kirchner se gastó todas las reservas del Banco Central para mantener estable la economía, entre comillas. Ahora la situación está mucho más a flor de piel de la gente: el 100% de inflación, la necesidad de aumentar las tarifas porque no se puede seguir pagando lo que se paga. De hecho, este gobierno ya mostró que esto hay que hacerlo. Ya le tiraron piedras a la oficina de Cristina Kivhner. Ya hay clima de cambio de régimen. Ahora, a ese clima hay que encauzarlo. Primero, hay que alcanzar ese acuerdo político que respalde un programa de la coalición que triunfe. Tenés que poner el programa y el equipo. Sí, son condicionantes, pero es lo que necesita cualquier gobierno. Si no hay un acuerdo de la coalición, pasa lo que ya pasó antes: se toman las medidas y ahí aparece la oposición dentro de la propia coalición. Si no hay un programa, no se puede hacer el cambio de régimen. Y si no tenés un equipo, no se puede instrumentar.
Si no hay un acuerdo de la coalición, pasa lo que ya pasó antes: se toman las medidas y ahí aparece la oposición dentro de la propia coalición. Si no hay un programa, no se puede hacer el cambio de régimen. Y si no tenés un equipo, no se puede instrumentar.
-¿Qué sería un cambio de régimen? Desde la Fundación Mediterránea, ustedes elaboraron un programa que ponen a disposición de las distintas fuerzas políticas. ¿Qué es, en ese programa, un cambio de régimen?
-Voy a tratar de decirlo fácil. La economía argentina de los últimos años fue una economía sin incentivos para el sector privado para invertir y generar empleo de calidad. Fue una economía basada en el sector público, en el gasto del sector público y en incentivos de corto plazo. Te doy este negocito,
-Te doy esta exención impositiva…
-Ese capitalismo de amigos… ni siquiera de amigos, de conocidos. Pero ése es el régimen que llevó a que hace 10 años que la economía no crece; que no genera un empleo de calidad neto en serio, donde la productividad se ha desplomado; que, salvo islas de buena productividad que tiene la economía argentina, no está la masa crítica necesaria. Entonces, el cambio de régimen es cambiar los incentivos que tiene una economía para que el que invierta sea el sector privado, el que ahorra sea el sector público y el que genere empleo y genere crecimiento sea el sector privado. Lo que pasa en todos los países. Cuando esa lógica se da vuelta, tarde o temprano, más temprano que tarde en el caso argentino, la economía se frena. Como si en una fábrica, tomás los recursos y se los pasás a administración y limpieza en lugar de a la sección de producción. Vas a producir menos y vas a vender menos.
-¿Esos incentivos son macroeconómicos, variables macroeconómicas y de concepción de esa matriz?
-Primero, está el incentivo macroeconómico de la estabilidad, de terminar con la inflación, de tener un régimen fiscal estable, de no tener que recurrir a impuestos espasmódicos.Hay que reformar el régimen impositivo. Hay que reformar el gasto. Esa es la macro. Y después vienen los incentivos sectoriales: si unificás el tipo de cambio y tenés un tipo de cambio que responde a los precios correspondientes, hay sectores que hoy no pueden exporta que podrán exporta, hay sectores que podrán competir de otra manera con el exterior. Tenés que generar el ambiente de productividad, el marco de las relaciones laborales, por ejemplo. En la Argentina, la palabra “productividad” ha dejado de usarse hace muchos años. Un país que no usa la palabra “productividad” tiene un problema serio en el siglo XXI. La Argentina produce hoy 30 o 40% menos de soja de lo que producía hace una década por problemas estructurales, no por la sequía, porque no ha adoptado nuevas tecnologías. Cada vez hay menos Pymes exportadoras. Hay menos gente con el incentivo de invertir en la Argentina, o mejor dicho: para que invierta en la argentina le tenés que dar un regalo enorme. Y para darle un regalo enorme, no hay para todos.
-Mencionó bajar el gasto y bajar impuestos.
-Dije reforma positiva y bajar el gasto.
-¿Reforma positiva es bajar impuestos? Esa es una buena aclaración.
-Al final del día, sí. Pero el primer impuesto que hay que bajar es la inflación, que es el que pagan los pobres. Para bajar la inflación, hay que terminar con el déficit fiscal y que el Banco Central pueda hacer una política monetaria que no tenga que financiar el sector público. No se puede, simultáneamente, bajar el impuesto inflacionario, que es el más grande, bajar los otros impuestos y bajar el gasto. Hay que ir a una secuencia. Por supuesto, esa secuencia implica ordenar el sistema impositivo, cambiar la administración tributaria, dejar de cazar en el zoológico, dejar de tener impuestos distorsivos, cobrar los impuestos que cobran los países normales. Pero eso lleva tiempo. Y además, en este sistema tan particular que tiene la Argentina, hay un porcentaje de impuestos distorsivos que están en cabeza de las provincias. Ingresos brutos, por ejemplo. Implica una negociación de las provincias.
-¿Que ya se hizo en la gestión de Cambiemos?
-Sí, lo que pasa es que no se trata de hacer cambios marginales. Hay trata de hacer un cambio de régimen. Y eso implica una negociación a los gobernadores, en el caso de Ingresos Brutos, distinta. Por supuesto, no es lo mismo si la oposición gana las provincias más grandes, como Córdoba, Santa fe, Capital, en la provincia de Buenos Aires, Entre Ríos o Mendoza, que si no las gana. No es lo mismo cómo queda el balance en el Congreso, porque hay leyes que hay que reformar en el Congreso. Se necesita tener poder político pero también hay que saber para qué se va a usar. Si tenés poder político sin programa, no sirve y un programa sin poder político, tampoco.
El rol del sector privado en la Argentina que viene
-Usted es asesor de empresas argentinas y de empresas internacionales en la Argentina. También ha estado en el mundo universitario explicándole economía a los estudiantes. Ha estado en el mundo político como político y como técnico en el Banco Nación, en el Banco Central. El análisis suele estar puesto en el rol del Estado y en el rol de la política. Pero usted habló del “capitalismo de amigos”. ¿Qué rol tiene el sector privado de la Argentina en el empantanamiento y en la reproducción de las crisis económicas?
-Bueno, los economistas tenemos una deformación de pensamiento. Alguna vez alguien me decía que uno no tiene deformaciones profesionales sino que elige su profesión en base a sus deformaciones. Y la deformación que tenemos los economistas es que miramos todo bajo este prisma del incentivo. Si el sector privado tiene los incentivos necesarios para producir, invertir y generar empleo, lo va a hacer porque es su negocio. Ahora, no va a funcionar si se le arman los incentivos al revés o se genera esta idea de que si no estás conmigo y no somos socios, no va. Ahí, el sector privado tiene un rol importante. Pero dejame ir un paso para atrás: hablaste del rol del Estado. Todos los que hablan del rol del Estado suponen un Estado, que el estado funciona, que existe, que hay burocracia profesional que funciona. A partir de ahí, plantean hay cosas que debe hacer el Estado, otras, mercado. En la argentina, como en otros países, ese discurso se diluye cuando hay un Estado que no funciona. El Estado argentino, tiene gente valiosa, tiene algunas islas eficientes pero la verdad es que está destruido como burocracia profesional. Ha sido cooptado. Antes, los gobiernos que llegaban, cambiaban solamente la primera capa, el secretario, subsecretario y obviamente, el ministro. Ahora han cooptado direcciones nacionales. En la provincia de Buenos Aires, entran al Estado 44 personas por día. Entonces, ese Estado no funciona. No es el Estado que uno tiene en la cabeza cuando plantea el rol del estado. Ese estado no existe. Los entes reguladores han sido destruidos, están intervenidos. Es decir, acá hay que hacer dos cosas: hay que recomponer el Estado para que gestione lo que tiene que gestionar y generar incentivos para el sector privado. Dado esto, en el corto plazo, se van a tener que usar instrumentos del Estado mucho menos intensivos aunque aunque corras algún riesgo porque si no, va a tardar mucho esto en funcionar. Ahora, yo soy muy optimista respecto del sector privado argentino porque cuando le dieron los incentivos, respondió. Fíjate el campo: si se le da el precio que corresponde a lo que exporta, a lo que produce, y ahí lo tenés. Le das el precio que corresponde al productor que fuere y se va a poner a producir: mientras gane plata, se va a poner a producción. Por supuesto que eso tiene que estar en un contexto de competitividad, de productividad, de una economía más abierta, más integrada al mundo, con impuestos adecuados.
-Durante los años del kirchnerismo histórico, hubo mucho cuestionamiento al sector privado porque había aceptado los condicionamientos del kirchnerismo, la presión de la secretaría de Comercio sin plantarse, desde las cámaras empresariales, por ejemplo, de una manera más firme y denunciar con una voz más alta ese tipo de funcionamiento de la economía y de presiones. ¿Hay algo que el empresariado puede hacer más allá de responder a los incentivos de la macroeconomía y del gobierno?
-Yo creo que sí pero a veces este les pedimos a otros comportamientos que no tenemos nosotros. Un empresario argentino que se enfrenta a un gobierno con esta maquinaria, con este Poder Judicial, con esta AFIP, con esta UIi, es un empresario que corre el riesgo de perder la empresa. Quizá exagerando pero le pasa raspando. Pedirle a ese empresario que tenga comportamientos heroicos, oponiéndose a ciertas cosas, es un problema. Se necesita mucho respaldo de tus propios pares, que a veces no se da, o, si sos una multinacional, mucho respaldo de tu casa matriz. Está el caso de Aranguren con Shell, que tuvo el respaldo de Shell. Pero hubo otras multinacionales que agarraron a sus gerentes y los mandaron a otro lado. Hay una mezcla. Dicho esto, efectivamente el empresariado privado tiene que reasumir el rol de empresario de riesgo. Está metido en un esquema en donde le fijan los precios, le dice que le van a reconocer costos más tanto, por lo tanto no hay ningún mecanismo de eficiencia, la economía está cerrada. Su margen de maniobra es distinta. Juan Carlos de Pablo tiene una comparación que yo uso mucho: no es lo mismo estar ocupado que estar trabajando. En los últimos tiempos, los empresarios argentinos han estado muy ocupados con poco trabajo. El cambio de régimen es que trabajen. Que dejen de estar ocupados, de ver a quién tengo que llamar para que le autoricen una importación o para abrir un mercado. Los empresarios también tienen que salir de su zona de confort. Porque hay una zona de confort importante dado por esto de “no puedo hacer nada, me controlan los precios, el sindicato no me deja esto, no me quiero pelear…” Habrá que aprender a pelear, a buscar eficiencia y a no ser empresas solamente “costo plus”. En los países que funcionan, vas del precio al costo, o sea, en el mercado hay un precio y con tu costo, no podés vender a ese precio, o bajás tu costo o te fundís. En la Argentina, es costo, costo más ganancia: eso es lo que llamamos “costo plus”. Fijan su costo. Todos se quieren indexarse al mejor momento de su pasado. Eso no se puede.
-Eso no se puede. Entonces, ¿qué queda? ¿La actitud heroica o hay alternativas razonables que el empresariado puede recorrer?
-No se necesitan actitudes heroicas. Si un empresario no tiene en frente a un Moreno y sí, en cambio, a una secretaría de Comercio defiende la competencia, no se necesitan comportamientos heróicos.
-Pienso, por ejemplo, en el caso Toyota, tan comentado, que negoció con el gremio saliéndose por fuera de los regímenes tradicionales de la relación entre sindicato y patronal y, por otro lado, con el gobierno. Logró la exención de retenciones a las exportaciones marginales comparadas con el año anterior en cantidad de unidades, que fue algo muy astuto por parte de Toyota y muy productivo por los dos lados, en la relación con el gobierno y con el gremio.
-Es un buen ejemplo.
-¿Esa sería una opción? Mirar el mapa de la economía desde otro lugar y salirse del toma y daca chiquito. Por supuesto que el automotriz es un sector muy particular
-Toyota tiene detrás una corporación, la más grande del mundo en materia automotriz. Y tiene en sus manos la amenaza de irse a otro lado. Tiene la posibilidad de decir “negociemos esto porque es mejor para todos”. La actividad en las empresas multinacionales se asigna por productividad, por competitividad. Si la camioneta se hace de manera más eficiente acá, se hace acá en Zárate. Pero si no es así, la hacen en Brasil, en México, donde sea. Hay un entorno para esa competitividad. Pero para eso, tenés que convertir a mucho de los sectores empresarios argentinos en eso, que puedan sentarse con el sindicato con la idea de que si mejoran la productividad, van a ganar más, van a poder competir y si no, se van a fundir.
-Es decir, no es sólo un diálogo entre el gobierno y los sindicatos sino entre el empresariado y los gremios de los distintos sectores, que en definitiva están muy cerca.
-Está esa cuestión de comodidad que comentaba antes. Para el empresario, es mucho más fácil ser amigo del sindicalista que enfrentarse. Uno siempre piensa en las negociaciones laborales como un esquema en el que el sindicalista plantea que quiere 100 y el empresario dice que 100 no puede pagar, entonces 90. Pero en la Argentina, como todo este régimen está distorsionado, el sindicalista pide 100 y el empresario lo paga y después ve, se va a pelear con otro. Esto pasa porque cuando hay 100% de inflación, no hay forma de negociar estas cosas. Se pueden negociar cuando hay 10% de inflación.
¿Hay un mercado de capitales transparente en la Argentina? El caso de la “recompra de deuda”
-Dos últimas cuestiones. A partir de todo el debate que se dio con la recompra de la deuda, hubo muchas versiones sobre la posible circulación de inside information, que pudieron haber beneficiado a algunos compradores de bonos. Siempre se dice que en la Argentina hay un mercado de capitales chico. ¿Además de chico, es poco transparente?
-Es una mezcla. Primero, no me consta que hayan pasado estas cosas. Siempre uno sospecha cuando suben los volúmenes en forma arbitraria, atípica. El mercado es chico pero, además, el ente regulador, la Comisión Nacional de Valores (CNV), no tiene la independencia que tiene que tener. No tiene la tecnología que debería tener. Los actores del sistema tampoco pagan el costo que deberían: si esto se probara en Estados Unidos con una investigación de la SEC, la comisión de valores de EEUU, que es absolutamente independiente, tecnológica, profesional, más allá y que debe tener influencia política como en todos lados, el señor que cometió ese delito va preso. Y no va preso en estos procedimiento que fijan 10 años y después vemos, y apelamos hasta que se diluye. No, va preso al segundo día. El señor Madoff, a los ocho meses, ya estaba condenado y estaba preso. Si no hay un organismo de control que funcione y no hay un sistema judicial que funcione bien, no que funcione respondiendo a cualquier denunciador serial que lol único que hace entorpecer las cosas, es más fácil que se den estas cosas. Igual no me consta que esto haya pasado.
-Y la última pregunta: el presidente Alberto Fernández dijo en los últimos días, algo así como que la inflación depende de una variable psicológica.
-El presidente habló de “inflación autoconstruida”.
-Que los argentinos pensamos en la inflación y entonces termina sucediendo. Por supuesto que eso es completamente discutible. Pero hay un punto que me parece interesante: cuando el dólar sube, el oficial, los dólares cuasi libres o el dólar blue, los precios se remarcan en la Argentina. Pero cuando el dólar baja, esos precios no bajan. ¿Cuán real es esto que la economía de la calle termina respondiendo a la suba pero no a la baja?
-Técnicamente se llama “inflexibilidad de los precios a la baja”, una característica de la Argentina. Primero, todos nosotros nos basamos en expectativas para tomar decisiones, todas son decisiones psicológicas en ese sentido. Entrás a un restaurant a comer y lo hacés con una expectativa, que vas a comer bien, que te van a cobrar razonable. Ahora bien, las expectativas no se construyen en el aire. Entraste ese restaurante porque seguramente te lo recomendaron o lo viste en una crítica. Lo mismo pasa con la economía: la gente no construye sus expectativas de la nada. El modelo que tiene la cabeza un señor en la Argentina es: cuando sube el dólar, tarde o temprano suben sobre los precios, y es lógico porque en los insumos están dolarizados. Y cuando baja el dólar, el señor dice: baja por un ratito, si hay déficit fiscal, si hay problemas monetarios y no se arregló nada del régimen que estaba de fondo, ¿por qué va a bajar? Entonces, es cierto lo que decís y probablemente hay un componente de expectativas pero la expectativa no explica por qué la inflación pasa del 50 al 100. ¿Por qué no es 1000 o por qué no es 2000? Y segundo, si tuvieras la sensación de que hay una baja permanente en alguna variable, los precios no bajarían pero no subirían o sería el tinto. Lo vivimos en los 10 años de la Convertibilidad: el tipo de cambio estuvo fijo y la gente se manejaba en ese contexto, pero tenía detrás un modelo que decía “quedate tranquilo, Esto va a pasar así”.