La Repregunta. Cristián Cox: “En Chile, el porcentaje de alumnos pobres que ingresa a la universidad llega al 30%”
El especialista, que estuvo en la función pública unos 15 años, asegura que los éxitos del sistema educativo de su país son un logro transversal, donde se conjugan la acción estatal, la participación de las familias y “una cultura muy educacionalmente orientada”
“En Chile, más del 75% del grupo de alumnos de 14 a 18 años egresa del secundario. Y de esos, el 60% ingresa a la educación superior”, detalla. “Ése es un logro transversal de las políticas, de las familias y de una cierta cultura muy orientada a la educación”, plantea. “Desde 1998, el porcentaje de alumnos de los quintiles 1 y 2 que ingresa a la educación superior pasó del 10% al 30%”, afirma. “La mayor proporción de la matrícula con estudiantes del primero y segundo quintil está en la universidad”, describe. “La participación en educación superior de Chile es la más alta de la región”, afirma. “La educación chilena no es un modelo neoliberal de mercado”, sostiene y agrega: “Hoy hay un empate político entre Estado y mercado en educación”. “Son políticas a lo largo de tres décadas, es decir, de gobiernos de distintos signos, de centro izquierda y de derecha y de izquierda, todos actuando en la misma dirección”, analiza. “La Ley de Inclusión de la presidencia de Bachelet prohibió el lucro en educación, la selección de alumnos en primaria y secundaria y el financiamiento extra de las familias”, aclara. “Las política educativas en democracia han sido muy críticas de la matriz de regulación de mercado del sistema educativo por su efecto de estratificación”, desarrolla. “Un sistema educativo no debe reforzar la estratificación social por ingresos”, sostiene. “La generación de las protestas estudiantiles de 2011 está hoy en el Gobierno. En educación, la agenda no es de reforma radical sino de ajustes y correcciones”, plantea. “El cuestionamiento a la evaluación docente murió hace mucho rato en Chile”, sintetiza.
El destacado especialista en educación, el chileno Cristián Cox, estuvo en La Repregunta. Cox es Doctor en Sociología por la Universidad de Londres. Ha estado en la función pública más de 15 años, en tres gobiernos distintos, entre ellos, la presidencia de Ricardo Lagos. Fue el el director de la Unidad de Currículum y Evaluación del Ministerio de Educación de Chile y, también, fue responsable del Sistema de Medición de la Calidad de la Educación en Chile, el Simce, que genera muchísima información estadística que usan las familias para tomar decisiones a la hora de qué escuela elegir para sus hijos.
¿Por qué fracasan los sistemas educativos? ¿Por qué Chile es el sistema educativo que muestra mejores resultados en la región? ¿Cuánto pesa o cuánto condiciona lo que se ha dado en llamar el “modelo neoliberal educativo” de Chile, heredado de la dictadura de Pinochet? ¿Cuáles son los debates educativos que atraviesan esa sociedad ahora que la generación que cuestionó al sistema educativo en 2011, desde el actual presidente, Gabriel Boric, a la vocera de su gobierno, Camila Vallejo, está en el poder? Todo, en medio de un proceso constitucional que sigue reclamando por reformas también en el tema educativo.
Cox es hoy profesor de la Facultad de Educación de la Universidad Diego Portales, donde dirige el Centro de Políticas Comparadas de Educación.
Aquí, la entrevista completa.
-El sistema educativo chileno es criticado por su adscripción a un modelo de competencia de mercado entre escuelas. Al mismo tiempo, ese origen estigmatizado y cuestionado lo ha llevado a logros. Desde su perspectiva, ¿cuáles son los logros de su sistema educativo y cuánto pesa hoy esa matriz de competencia de mercado que fue fundacional?
-Los logros del sistema educacional chileno se pueden sintetizar en su capacidad de dar cobertura universal en la escuela básica y media. En el último cuarto de siglo, la cantidad de jóvenes que egresa de la escuela media e ingresa a la educación superior pasó de 200.000 a 1.200,000. En porcentajes, se pasó de una cobertura de poco menos de 20% en la educación superior a una cobertura de más del 60% en el grupo de estudiantes de entre 18 y 24 años. Es decir, el sistema de educación chileno es capaz de mantener estudiando a niños y adolescentes desde los 4 a los 18 en forma universal y de promover a la educación superior en las proporciones mencionadas. Es un esfuerzo enorme de la sociedad y de las capacidades de su sistema educativo en términos de cobertura y progreso en la secuencia de la experiencia educativa. Detrás de esto, y no es exagerado llamarlo así, hay una revolución cultural. Cuando se pasa de una educación superior selectiva a la que accede un cuarto del grupo de edad a una en la que acceden dos tercios o más, es una transformación verdaderamente muy profunda de las capacidades de la nueva generación. No es muy descabellado pensar que hay una relación entre las circunstancia políticas que está viviendo Chile y estos logros en la educación, que se conectan con un sistema de características peculiares. Tomo distancia de la interpretación común que se hace desde fuera sobre el sistema educativo de Chile. No es un sistema neoliberal de mercado. Eso es lo que instauró la dictadura en la década del ‘80. Son dos generaciones más atrás. Desde la transición a la democracia del año ‘90 hasta el presente, pasaron 32 años. Las políticas han marchado en una dirección consistente, que pone en el centro a un Estado capaz de regular, financiar y definir el norte de este sistema educativo. Chile tiene un sistema de provisión mixta, inseparable de un cierto empate político entre Estado y mercado en educación.
Los logros del sistema educacional chileno se pueden sintetizar en su capacidad de dar cobertura universal en la escuela básica y media. En el último cuarto de siglo, la cantidad de jóvenes que egresa de la escuela media e ingresa a la educación superior pasó de 200.000 a 1.200,000. En porcentajes, se pasó de una cobertura de poco menos de 20% en la educación superior a una cobertura de más del 60% en el grupo de estudiantes de entre 18 y 24 años.
Los éxitos del modelo educativo chileno
-Uno de los mayores desafíos de los sistemas educativos en el mundo es que los adolescentes que tienen que estar en el secundario estén efectivamente en el secundario. ¿Cómo se ha comportado la tasa de cobertura del secundario en Chile, es decir, el objetivo de que todos los chicos que tienen que estar por su edad en la secundaria estén en ese nivel?
-Ése es un logro transversal de las políticas, de las familias y de una cierta cultura muy educacionalmente orientada. Chile logró logró coberturas netas en educación media por sobre el 90% del grupo de edad ya a comienzos de los ‘90s, hace muchísimo tiempo. Y es parte del paisaje. Que no haya jóvenes que no estén estudiando hasta los 18 años en la educación secundaria del país, que es obligatoria, no es un tema. Una ley del gobierno del presidente Lagos de los 2000 estableció la obligatoriedad de la secundaria. Pero la ley no es una gran diferencia. La ley explicitó algo que ya era parte de los usos y costumbres de familias y de la respuesta estatal.
La cifra de matrícula en la educación superior de los jóvenes entre 18 y 24 años da los órdenes de magnitud. Más del 75% del grupo de edad 14 a 18 años egresa de su año final, que aquí llamamos “cuarto medio”. De ese grupo de edad, casi tres cuartas partes, el 60%, ingresa a la educación superior.
-En la Argentina, aunque hay una ley de educación obligatoria hasta el último año del secundario desde 2006, el 50% de los estudiantes que ingresa al secundario no lo termina y de ese 50% que lo logra, un porcentaje muy bajo egresa con niveles de aprendizaje de calidad. Por eso son interesantes los datos sobre el secundario. ¿De cuánto es la tasa de egreso del secundario en Chile?
-La cifra de matrícula en la educación superior de los jóvenes entre 18 y 24 años da los órdenes de magnitud. Más del 75% del grupo de edad 14 a 18 años egresa de su año final, que aquí llamamos “cuarto medio”. De ese grupo de edad, casi tres cuartas partes, el 60%, ingresa a la educación superior. La tasa de participación en la educación superior es efectivamente muy alta. Este logro es un buen resumen de los logros del sistema educativo chileno porque la participación en educación superior de Chile es la más alta de la región, muy de lejos.
-Una participación y cobertura alta de un nivel educativo significa que los sectores de menores recursos lograron acceder a la escuela. Cuanto más baja, quiere decir que está más restringida a los sectores de más recursos. Según las cifras que usted da de participación en el secundario, ¿quiere decir que aún cuando en las universidades chilenas hay examen de selección para ingresar, los estudiantes de menores recursos salen mejor dotados del secundario en Chile y pueden afrontar ese desafío?
-Esa es una gran pregunta. Las cifras que estoy dando corresponden al conjunto de los grupos de edad. Si se consideran quintiles de ingreso, la participación de todos los grupos ha aumentado. En el último cuarto de siglo, la participación de los grupos de los primeros dos quintiles (NdelE: dividida la población en 5 partes de igual cantidad de individuos, los quintiles 1 y 2 son los de menores ingresos) han experimentado un salto muy grande. En el último cuarto de siglo, la participación del quintil 1 y 2 en educación superior pasó del 8 o 10% en 1998 o 2000 a un 30% hoy. Esa está a distancia de la participación en educación superior de los grupos más altos, que es del 60 0 70%.
-Es decir que los estudiantes que provienen de las familias de los dos quintiles más pobres triplicaron su ingreso a la universidad.
-Triplicaron su participación en la educación superior. En Chile, la educación superior tiene tres niveles: centro de formación técnica, de dos años; institutos profesionales, que son carreras de cuatro años, y finalmente, la universidad con carreras de cuatro y 5 años con características de preparación académica un poco más abstracta, más general. La mayor proporción de la matrícula con estudiantes del primero y segundo quintil está en la universidad. La matrícula universitaria de Chile es mayor que la profesional y técnica.
¿Cuánto queda del modelo de mercado inaugurado por Pinochet en educación?
-Ese dato porque indica que no se está produciendo una segregación de los más pobres, que se concentran en la educación superior no universitaria, sino que están accediendo a la universidad de una manera mucho más masiva que lo que era hace años. Esta etiqueta que se aplica a la realidad chilena en su matriz económica, esto de “modelo neoliberal”, se aplica también a su modelo educativo. Usted relativizó su peso restringiéndolo al origen de ese modelo en la década del ‘80, la Constitución de Pinochet y las reformas de esos años al sistema educativo. Ese argumento, ¿no desdibuja que Chile sigue teniendo una financiación a la demanda y que la competencia entre escuelas sobrevive hoy y fue un componente de ese modelo que ha producido mejoras?
-En la realidad de este sistema de provisión mixta hay una mezcla de un origen en una reforma radical neoliberal impuesta por la fuerza, una reforma inconcebible porque en democracia no ocurriría nunca un cambio tan radical, y de cuánto de esa redefinición permanece hoy día. En este punto, importa mucho visibilizar las transformaciones que han tenido lugar a lo largo de tres décadas de política educacionales en democracia y que han sido en general muy críticas de la matriz de regulación de mercado del sistema educativo por su efecto de estratificación en los resultados del sistema educativo y de segmentación social de la experiencia formativa. Son políticas a lo largo de tres décadas, es decir, de gobiernos de distintos signos, de centro izquierda y de derecha y de izquierda, todos actuando en la misma dirección. Esa misma dirección culmina en leyes muy importantes del gobierno de la Presidenta (Michelle) Bachelet en el período 2014-2018.
Mercado con Estado presente
-Para contextualizar su respuesta, en la década del ‘80, se estableció un sistema por el cual el Estado subvenciona a las escuelas privadas para recibir estudiantes y para que compitan por la demanda. Si las escuelas no funcionan bien, se cerraban. Por eso se habla de competencia de mercado.
-Exactamente. Eso es lo que ocurrió: financiamiento a la demanda, es decir, cada alumno significa una subvención y el alumno o las familias, al decidir en qué escuela matricularse y de qué escuela salir, hace que el financiamiento ponga en marcha un gran mecanismo que incentiva la competencia entre las escuelas por la matrícula. Esa es la regulación del mercado que se establece en los ´80s. Desde la transición a la democracia del año ´90 en adelante, los esfuerzos de la política de gobiernos de distinto signos establecen muy consistentemente la trayectoria hacia una regulación pública bien sistémica y efectiva de esta matriz de los `80. Ese proceso culmina con leyes de la presidenta Bachelet. Primera gran medida, se prohíbe el lucro: en ninguna escuela con financiamiento público, sus propietarios pueden sacar recursos asignados a educación para su propio propósitos. Se prohíbe también la selección de alumnos. El mecanismo más fácil y a mano para competir en términos de calidad, la forma más directa de producir buenos resultados en educación en términos de aprendizaje es seleccionar a la familia de dónde vienen tus alumnos. Esta ley del año 2016 establece un nuevo sistema de selección manejado centralmente por un algoritmo. Las familias eligen escuelas y este sistema centralizado las asigna a escuelas de su máxima preferencia, o a la segunda o la tercera preferencia. Entonces, prohibición del lucro, fin al sistema de competencia y fin al financiamiento compartido, es decir, al aporte de las familias por sobre la subvención estatal (NdelE: ese aporte de la familia se llamó “copago”), un mecanismo que constituyó a segmentar socialmente el sistema escolar: se estratificó exactamente acorde a los distintos niveles de ingreso de nuestra estructura social, algo inaceptable en educación. Un sistema educativo tiene que interrumpir esa estratificación y desigualdad. Hoy, ninguna familia puede aportar, aunque quiera, por sobre la subvención. Ya no se puede diferenciar a los establecimientos en términos de ingreso.
.-Desde los `80 hasta ahora, ¿diría que el peso de la intervención del Estado en el balance de las inequidades y las desigualdades posibles es muchísimo mayor que el de la lógica de competencia del mercado?
-Así es. Se ha establecido un sistema mixto en el que, junto con los tres controles públicos fuertes mencionados,, permanece la subvención, es decir que el gasto público en Chile se distribuye por alumno y las familias tienen libertad de elegir el establecimiento. Por lo tanto, el mecanismo de base de competencia entre los establecimientos por matrícula permanecen. La naturaleza mixta de la regulación institucional del sistema escolar de Chile permanece solo que con un equilibrio en favor del Estado en temas muy sustantivos.
Boric y la generación de la protesta estudiantil de 2011, al poder
-Con la llegada de Gabriel Boric a la presidencia, Camila Vallejo como vocera del gobierno, Giorgio Jackson como secretario general del Gobierno y ahora como ministro de Desarrollo, y otros funcionarios, se da la llegada de una nueva generación al poder. Fueron los estudiantes que en 2011 cuestionaron al sistema educativo en las calles de Santiago de Chile. En medio de este proceso de reforma constitucional que todavía está abierto, ¿cuáles son los principales cuestionamientos que se le hacen al sistema educativo chileno? Porque, de acuerdo con su perspectiva, el sistema ha evolucionado de una manera muy equitativa. Sin embargo, el estallido social de 2019 seguía cuestionando el tema educativo.
-Muy interesante la introducción que haces. Efectivamente, está en el gobierno la generación de las protestas estudiantiles universitarias de 2011 que criticaron muy profundamente la desigualdad y la regulación de mercado del sistema escolar. Esto fue hace justamente una década. Las leyes de la presidencia de Bachelet respondieron a esa crítica. Las demandas de esa generación impactaron decisivamente en el sistema político que respondió a esos requerimientos con dos leyes de larguísimas consecuencias, que están en su fase de implementación plena. Un caso es la Ley de Inclusión y las tres medidas, fin al lucro, fin a la selección por los colegios y fin al financiamiento compartido. El segundo caso, una ley de reorganización de la educación estatal administrada municipalmente. Esas dos leyes ya respondían a las demandas de 2011.
Efectivamente, está en el gobierno la generación de las protestas estudiantiles universitarias de 2011 que criticaron muy profundamente la desigualdad y la regulación de mercado del sistema escolar. Esto fue hace justamente una década. Las leyes de la presidencia de Bachelet respondieron a esa crítica.
-¿Esa educación puramente estatal es el 35% de la matrícula?
-La educación pública estatal que es gestionada municipalmente tiene un un 44% de la matrícula. El 56% de la matrícula está en el sistema de propiedad privada pero con financiamiento público y regulación pública por las leyes que mencionaba y porque su currículum es definido públicamente.
-¿Qué debates pendientes quedan, entonces, en educación? ¿Cuál es la agenda de estos este gobierno de estudiantes que protestaban en las calles?
-La educación no es prioridad de cambio de este gobierno. El gobierno percibe, de forma muy realista, que estas leyes mayores, recién promulgadas, hace 3 o 4 años, y que están en pleno proceso de implementación, apuntan en la dirección adecuada coincidente con sus principios y orientaciones ideológicas de base. Por lo tanto, en educación, la agenda hoy es de ajustes, no es de reforma radical en el sistema escolar. Son ajustes en algunos aspectos. Apuntan a simplificar los contenidos, que excesivos y demasiado fragmentados. En evaluación y en la muy rica arquitectura evaluativa y de rendición de cuentas que tiene el sistema, apunta a alivianar un poco. Una de las primeras medidas del ministerio de Educación actual, que asumió en marzo, fue suspender las pruebas SIMCE pero la regulación sobre el SIMCE no depende sólo del gobierno sino que depende también del Consejo Nacional de Educación, que no aceptó esta decisión.
-El ministro de Educación de Chile, Marco Antonio Ávila, ha sostenido que le preocupa muy particularmente la “cultura de auditoría” del sistema educativo chileno, en referencia a esta estructura de evaluación, que usted señala, implementada desde el SIMCE, del que usted fue responsable durante unos cuantos años. ¿Cómo percibió la sociedad esta decisión que finalmente el Consejo de Educación no aceptó? En la Argentina, si el Gobierno decidiera suspender las pruebas Aprender, como se llaman aquí, se generaría un importante debate. ¿Qué pasó en Chile?
-Nuestro sistema de aseguramiento de la calidad evalúa todo. Es parte de esta larga historia de políticas educativas. Tenemos evaluación y estándares referido a desempeños docentes, evaluación de aprendizaje de los alumnos y evaluación de gestión de los establecimientos. Y tenemos una agencia de la calidad dedicada a esas evaluaciones. El actual gobierno y esta generación de 2011 en el poder está viendo críticamente que hay exceso de evaluación y de presión sobre las escuelas y sobre la docencia. Cuando hablo de que es una agenda de ajustes más que de reformas, me refiero a este tipo de objetivos: quieren alivianar y disminuir esta carga evaluativa y de rendición de cuentas. Lo considero atinado. Es una dirección política válida. Hay que avanzar en esa dirección.
-¿Por qué por qué la considera atinada? Una de las variables explicativas de los logros de Chile tenía que ver con esa evaluación de los logros.
-Porque hay un exceso, Luciana. Cuando tienes agencias públicas con profesionales capaces dedicados a la evaluación, cada dos años inventan una nueva. Eso tiene que ser contrabalanceado con realismo y según las necesidades de las docencias y de las comunidades escolares. Hay una sobre evaluación. Por supuesto, hay un debate político sobre esto porque, sin ninguna evaluación, se navega a ciegas y sería una pérdida letal para el sistema si se eliminaran, pero nadie apoya eso. Por otro lado, demasiada evaluación también es contraproducente porque se va mucha energía en la medición y se le quita a la construcción de capacidades. Hay que restablecer ese contrapeso: tiene que haber más construcción de capacidades y levantar un poquito la presión.
La carrera docente
-Chile ha desplegado una política de evaluación docente muy clara. ¿Cómo funciona el ingreso a la carrera docente y la evaluación docente durante la carrera? ¿Qué lugar tiene el mérito?
-La última ley que regula a la profesión docente, que es de 2016, de nuevo, presidencia de Bachelet, establece que se avanza en la carrera docente no solo en base a antigüedad, aunque los años de experiencia permanece siendo un factor, sino, crucialmente, en base a desempeños y evaluación de sus desempeños. Cada 5 años, toda la docencia chilena pasa por un proceso de evaluación de su desempeño. El elemento fundamental es un portafolio de evidencias sobre su capacidades de planificación, ejecución de clases y reflexión y retroalimentación. Esto está en pie desde el año 2005. Tiene mucho tiempo y está muy validado y legitimado. Es un capital indiscutible de la institucionalidad educativa del país. Los resultados de esta evaluación tienen impacto sobre el ascenso en la carrera y sobre las remuneraciones.
-Aquel docente que es evaluado negativamente, ¿qué destino tiene?
-El docente evaluado negativamente entra en un trayecto de capacitación y de desarrollo profesional docente para reparar los déficit que tenga. Esto ocurre en dos ciclos. Si nuevamente no alcanza el estándar mínimo, se le ofrece más apoyo. Si falla la tercera vez, tiene que dejar la docencia.
-¿El sindicato docente aprueba este sistema?
-No, pero no tiene apoyo. El cuestionamiento a la evaluación docente murió hace mucho rato. Esto es clave: el origen de este sistema de evaluación es fruto de un acuerdo entre el sindicato, el Colegio de Profesores de Chile, y el Gobierno. Es el único gremio docente de América Latina que plebiscitó esto dos veces: el Colegio de Profesores votó dos veces sobre la aprobación de la evaluación y las dos veces la aprobó por 60-40. Esto tiene 15 años.
-En este cambio cultural que implica esta nueva generación en el poder, ¿no se pone en cuestión esta evaluación docente tan intensa? Y, por otro lado, ¿se sostiene la decisión de que los estudiantes que quieren ingresar a la formación docente universitaria tienen que dar exámenes y sólo se acepta a los mejores?
-Así es. Lo que estás mencionando son ejes de continuidad del sistema educativo chileno. Son ejes que no están en cuestión por la presente administración. Esta administración ha definido una agenda educativa que he tratado de caracterizar como ajustes en el currículum, ajustes en el sistema de aseguramiento de la calidad y no reforma radical.
Un académico con mirada política
▪ Formación. Licenciado en Sociología (Pontificia Universidad Católica de Chile) y doctor en Sociología (Universidad de Londres).
▪ Actividad actual. Dirige el Centro de Políticas Comparadas de Educación de la Universidad Diego Portales.
▪ Función pública. Participó en la gestión de tres gobiernos distintos, entre ellos el de Ricardo Lagos.