La realidad provisoria
Sobre La dura materia del pensamiento, de Liliana García Carril
Los poemas de La dura materia del pensamiento proponen, ya desde su título, la paradoja de conferir una cualidad física a lo más abstracto que poseemos. Esta primera paradoja abre la puerta a posteriores asombros o preguntas que el libro va desplegando en un ir y venir desde la afirmación de lo concreto (“ME CONCENTRO en el realismo/ de una gota”) hasta su puesta en duda (“ESTÁ LA REALIDAD de la música/ que escucho ahora: ¿es el viento en sí?”). O propone un ir, sin retorno posible, a lo abstracto e intangible vuelto realidad materializada: “diez minutos/ para un huevo duro// después me siento/ y no lo como/ lo miro/ se puede ver la consistencia/ del tiempo”.
Sólo la primera parte del volumen rinde cuenta de la polisemia del enunciado. La serie completa se lee como un “solo”, en sentido musical, aunque también hace referencia a la soledad individual. El término “realmente” está en el centro de las preocupaciones de la poeta, dialoga con la cita de inicio del cubano Lorenzo García Vega (“El texto llega a tener razones que el realismo no entiende”) y actúa como fundamento estético.
La idea domesticada de realidad, a partir de allí, es puesta en jaque por una noción donde el orden cotidiano –la casa– se convierte en el espacio físico para el teatro de la mente en el que surge la lengua del poema. La voz sola, en soliloquios continuos, interpreta un drama musical en medio de la noche, revela mundos hechos de fragmentos que desaparecen si dejan de ser nombrados. Otra vez lo real muestra su carácter inestable, provisorio, como en el poema donde el silencio de un sillón vacío es revestido con la ilusión de una figura que bien puede ser un buda que estuvo sentado allí pero que, en virtud de un juego de ironía intertextual, trae a los ojos del lector la figura del poeta cubano José Lezama Lima.
La segunda parte del libro atempera en cierta medida la ironía que domina la primera e incorpora un ritmo nuevo en los versos. Algunos se vuelven más largos, se encabalgan de manera menos abrupta, incorporan una cadencia más suave. La matriz reflexiva de los poemas, sin embargo, permanece. El mundo sigue siendo interrogado, la realidad muestra sus lados flacos: “Abrir, cerrar los ojos darle sentido/ del tacto y del oído a ese día que no sabés qué día es;/ verlo como una construcción transparente/ ver el gran vidrio de duchamp/ y decir así es este día, el tiempo es ese vidrio templado/ aunque se venga a la mente la planta/ de lechuga chamuscada en la heladera”.
Liliana García Carril (Buenos Aires, 1951) reactualiza en La dura materia del pensamiento cierta tradición de la poesía argentina, la del objetivismo y la del pensamiento, y construye una voz singular.
LA DURA MATERIA DEL PENSAMIENTO
Por Liliana García Carril
Zindo &Gafuri
57 páginas
$ 120