La pugna Alberto Fernández-Cristina Kirchner: qué dicen las encuestas
La crisis dentro del Frente de Todos, en la óptica de tres empresas consultoras que midieron la imagen del presidente y la vicepresidenta, así como la opinión ciudadana frente a los ejes de sus discusiones
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¿Pueden Alberto Fernández y Cristina Kirchner seguir formando parte de un gobierno de coalición o habría que hablar ya de un “desgobierno de colisión”, como sugirió recientemente el humorista Nik? Si nos guiamos por la sucesión de cuestionamientos públicos que desde el cristicamporismo tuvieron como blanco al Presidente en los últimos días y por algunas señales del primer mandatario, podría pensarse que las relaciones entre las dos principales figuras del Frente de Todos están virtualmente rotas y que se encuentran en un punto de no retorno. Sin embargo, no han faltado en estas horas quienes, sin nada que perder, están buscando mecanismos para un acercamiento.
El protagonista de esas gestiones de último momento ha sido el ministro de Obras y Servicios Públicos, Gabriel Katopodis, quien ayer, en declaraciones radiales, intentó aportar desde el núcleo albertista una cuota de moderación, al afirmar que “no hay dudas de que la opinión de Cristina es escuchada por su relevancia, porque siempre tiene claridad conceptual y cada vez que opina quiere lo mejor”. Sostuvo, además, que la vicepresidenta no solo debía ser escuchada, sino que debía “participar activamente” en las decisiones del Presidente e involucrarse en la gestión.
Las declaraciones del intendente de San Martín en uso de licencia intentaron poner paños fríos para bajar la tensión que estaría viviendo Cristina Kirchner, quien no solo experimenta la amarga sensación de que su estrategia para zafar definitivamente de las distintas causas judiciales en las que está procesada no avanza como ella había imaginado tras el triunfo electoral de 2019. Por si eso fuera poco, Alberto Fernández le asestó un golpe donde más le duele: prefirió ignorar las demandas de la vicepresidenta para deshacerse de todos o de parte de los integrantes del equipo económico. Pocas cosas deben molestar tanto a alguien con la personalidad narcisista de Cristina Kirchner como sentirse ignorada.
La concepción cristinista acerca de las relaciones de poder dentro de la coalición oficialista quedó muy clara cuando la vicepresidenta dijo el viernes 6 de mayo, en la Universidad Nacional del Chaco Austral, que fue “generosa” al permitir que el Presidente pudiera elegir libremente a los miembros de su gabinete económico. Pocos días antes, el referente de La Cámpora Andrés “Cuervo” Larroque había proclamado “el gobierno es nuestro” y acusado al propio primer mandatario de pretender “llevarse el Gobierno a su mesita de luz”.
Y una semana después del mensaje de su madre, Máximo Kirchner terminó de redondear el mensaje a Alberto Fernández: “Cuando uno quiere conducir, también debe saber obedecer”, expresó durante un acto en Lanús.
Tales declaraciones se asemejan mucho a un pliego de condiciones que confirma como precursora a la entonces diputada Fernanda Vallejos, quien meses atrás, luego de la derrota electoral del oficialismo en las PASO de 2021, había tildado al jefe del Estado de “okupa” en la Casa Rosada, además de llamarlo a “allanarse” a lo que Cristina le diga, en tanto la vicepresidenta es, a su juicio, la mejor representante de la voz del pueblo. Tales expresiones, consideradas una barbaridad cuando salieron a la luz, hoy parecen representar el pensamiento vivo del cristicamporismo.
Frente a la ofensiva cristinista, Alberto Fernández resolvió sostener a Martín Guzmán, a Matías Kulfas y a Claudio Moroni, los tres ministros más cuestionados por La Cámpora, al tiempo que avaló el raid mediático del equipo económico para responder a las críticas de Cristina Kirchner. Asimismo, desde Europa, sugirió que aquellos funcionarios que no estuvieran de acuerdo con los aumentos tarifarios no podían seguir en el Gobierno.
Claro que ni los funcionarios cristicamporistas están dispuestos a dejar sus puestos en el Gobierno, aunque no coincidan con sus directrices en materia económica, ni el primer mandatario está dispuesto a hacerle más concesiones a su vicepresidenta en materia de reemplazos ministeriales. En ese contexto, apareció Katopodis con el mensaje de que, pese a todo, el Presidente está dispuesto a seguir escuchando las propuestas de Cristina Kirchner. En el Gobierno, no obstante, aclaran que escuchar no es obedecer.
Allegados al presidente Fernández se han percatado de que, aun cuando controle más resortes de poder que él, Cristina Kirchner no está en situación de imponerle mayores condiciones. Advierten que las encuestas no favorecen al Gobierno, pero mucho menos a la vicepresidenta.
Si se toma el último sondeo de opinión pública de CB Consultora (3 y 4 de mayo, 16.582 casos a nivel nacional), el primer mandatario tiene una imagen positiva del 38,5% y una imagen negativa del 60,1%, en tanto que la vicepresidenta exhibe una percepción positiva del 31,8% y una negativa del 65,7%. El diferencial de imagen positiva/imagen negativa arroja -21,6 puntos para Fernández y -33,9 puntos para Cristina Kirchner. En conclusión, la vicepresidenta es hoy peor vista que el Presidente.
Una encuesta de Giacobbe y Asociados, llevada a cabo el mes pasado entre 2500 personas consultadas en todo el país mediante dispositivos móviles, indica que frente a la crisis interna del Frente de Todos, el 43,8% considera que la responsable es Cristina Kirchner porque quiere manejar a Alberto Fernández, en tanto que el 21,9% percibe que el responsable es el presidente de la Nación porque está gobernando mal. El 19% juzga que Alberto Fernández y Cristina Kirchner tienen diferencias de opinión pero no es importante y el 14,9% entiende que la pelea entre ambos es una ficción.
Otros relevamientos que analizaron la percepción de la opinión pública sobre las medidas del Gobierno tampoco parecen favorecer a la vicepresidenta, partidaria en principio de aumentar los impuestos y de no ajustar el gasto público.
Según una encuesta de Zuban-Córdoba y Asociados (25 al 27 de abril, 2000 casos a nivel nacional), el 70,3% de las personas consultadas considera que hay que ajustar el gasto público, en tanto que el 15,4% sostiene que se debería mantener su actual nivel y tan solo el 9,9% opina que debería ser aumentado.
Si se toma exclusivamente a la porción de la opinión pública que declara haber votado al Frente de Todos en 2019, se advierte que el 40,5% es partidaria de ajustar el gasto público, mientras que el 32,7% cree que hay que mantenerlo en el mismo nivel de la actualidad y el 21,4% juzga que debería ser aumentado.
El 74,7% se inclina por disminuir los impuestos; el 18,7%, por mantenerlos y apenas el 5,5%, por aumentarlos. Y si se traslada el mismo interrogante a los votantes de la fórmula Fernández-Fernández de Kirchner en 2019, una mayoría del 51,5% se muestra a favor de reducirlos, contra el 34,8% que quiere mantenerlos y el 11,8% que preferiría verlos aumentados.
En cambio, el debate sobre la eliminación o el mantenimiento de los subsidios energéticos divide claramente a la sociedad. El 45,6% opina que deberían ser mantenidos contra el 41,9% que cree que deberían ser eliminados; el 5,1% estima que deberían ser aumentados. Llevada esta discusión al seno de los votantes del Frente de Todos en 2019, el 67,8% considera que los subsidios deberían ser mantenidos, mientras el 19,4% opina que deberían ser eliminados, en tanto el 7,8% cree que deberían ser aumentados.
Es factible que, con estos resultados, la discusión sobre la reducción de los subsidios a las tarifas de gas y electricidad que propician Alberto Fernández y Martín Guzmán, y a la que se opone Cristina Kirchner, se convierta en una de las principales cuestiones que enfrente a cristinistas y albertistas.