La principal amenaza para el yaguareté
Desde hace décadas se identificó a la cacería, la deforestación y la disminución de presas como principales causas de extinción del yaguareté. Últimamente se sumó el atropellamiento en rutas, que sólo en la provincia de Misiones le ha costado la vida a no menos de siete yaguaretés.
Sin embargo, luego de casi un cuarto de siglo que en la Argentina se comenzaran a desarrollar investigaciones, estudios y diagnósticos de la situación de la especie y sus requerimientos para no extinguirse, el panorama es claro y preciso.
Aquellas causas históricas empiezan a ubicarse en un segundo plano ante otras más poderosas, que ejercen un impacto directo sobre éstas mismas, permitiendo su despliegue y avance.
Según el Diccionario de la Real Academia Española el desinterés es la falta de interés por algo; la desidia es la negligencia o falta de cuidado; la ineficiencia es la incapacidad para realizar o cumplir adecuadamente una función; la mezquindad es la falta de generosidad y nobleza; y la peor, la corrupción, la utilización indebida o ilícita de las funciones en provecho de sus gestores.
Estas palabras subyacen debajo de la caza no controlada ni sancionada, las áreas “protegidas” desprotegidas, no abastecidas y desatendidas, los guardaparques mal equipados o directamente su inexistencia, la ausencia o tergiversación de la información (de depredaciones a ganado, registros, etc.), el desmonte, la impunidad de caza, etc.
Podemos verlo con ejemplos de la realidad:
Cuando un juez no ordena la pericia al cráneo del yaguareté con dos agujeros -presuntamente de bala- hallado en predio de una empresa multinacional, demuestra su desinterés y actúa con negligencia.
Cuando la provincia de Formosa no cuenta con un cuerpo de Guardaparques y ni una sola área protegida real e implementada demuestra el desinterés por el cuidado serio de sus ambientes silvestres.
Cuando los Parques Provinciales Loro Hablador y Fuerte Esperanza, en Chaco, están atiborrados de vacas, es por la desidia de funcionarios que no hacen cumplir las leyes.
Cuando para todo el Chaco salteño, los guardaparques tienen una sola camioneta en calamitoso estado para fiscalizar cuatro millones de hectáreas se expone el desinterés de las autoridades.
Cuando las medidas de manejo ganadero adecuado a la convivencia con grandes felinos que han demostrado alta eficacia en Misiones, no son tomadas por las autoridades provinciales y nacionales para replicar en todas las zonas ganaderas conflictivas, dejan expuesto su desinterés en aplicar soluciones a la principal causa de extinción de la especie.
Cuando los científicos del Conicet esconden su información, hacen conferencias de prensa anunciando aumentos o descensos en la población de yaguaretés, pero no presentan un informe detallado explicando cómo arribaron a esas conclusiones, vemos su ineficiencia y mezquindad para que los trabajos financiados con fondos públicos estén disponibles para el desarrollo de acciones de conservación.
Cuando vemos la abismal distancia de gestión entre los Parques Provinciales y los Nacionales, nos hallamos ante el desinterés, desidia e ineficiencia de las autoridades provinciales.
Cuando en el río Bermejo la caza se practica a simple vista y ni la Administración de Parques Nacionales, Formosa y Chaco activan fiscalización y control efectivos, nos encontramos ante una negligencia que lleva a la extinción de especies.
La asignación de recursos escasos a las carteras de conservación en comparación a las de producción y la disociación entre éstas nos demuestra desinterés e ineficiencia (falta de visión integradora y pérdida de generación de recursos).
Los desmontes en su gran mayoría cumplen con todas estas miserias juntas, pero esconden la peor de todas: la corrupción. Y siguen avanzando, más abiertamente o a escala hormiga pero constante.
Podemos hacer una salvedad con la ineficiencia: conocemos casos en los que personas son promocionadas a cargos para los que no están capacitadas o en los que no cuentan con los recursos necesarios para ejercerla y entonces, a pesar de su buena voluntad, les es muy difícil sino imposible cumplir su función.
Sin embargo, es muy frecuente encontrarnos con que, para cada solución, los funcionarios aportan problemas, cuando el yaguareté necesita que sea al revés: soluciones efectivas y urgentes a los problemas ya ampliamente conocidos.
Algo nos queda bien claro: solo podemos terminar con los desmontes, la caza, los conflictos con ganadería y la pérdida de presas si quienes están en lugares de decisión dejan la mezquindad, el ego y los intereses personales de lado y suman esfuerzos en lugar de trabas a las buenas propuestas y acciones, que las hay y en gran número.
Hay numerosas personas en funciones públicas que son de gran valor, opacadas y menoscabadas por funcionarios no idóneos. Es hora ya de terminar con la principal causa de extinción del yaguareté en la Argentina: el desinterés, la desidia, la ineficiencia y la corrupción.
No solo es posible, es imprescindible.
Director de Red Yaguareté