La política internacional de América Latina y Europa: un nuevo escenario
La política internacional se encuentra en un estado de constante evolución, y en las últimas décadas, América Latina y Europa han sido escenarios de significativos cambios geopolíticos. Estos cambios están marcados, en gran medida, por la creciente influencia de potencias como Rusia, China e Irán, cuyas acciones y estrategias están redefiniendo las dinámicas de poder en estas regiones, según lo expresan analistas occidentales.
América Latina: un terreno en disputa
América Latina ha sido históricamente un área de poca influencia clave en las decisiones de política exterior de los Estados Unidos, pero en los últimos años, la región ha visto un aumento considerable de la presencia y la influencia de Rusia, China e Irán, por lo cual esa situación podría llegar a cambiar, toda vez que algunas cuestiones en algunos países de América del Sur y América Central (básicamente, Venezuela, Nicaragua y en menor medida, Honduras) agregados a la siempre vigente y conflictiva Cuba, plantean nuevos desafíos en términos geopolíticos y de seguridad continental de mayor envergadura.
Rusia ha intensificado en los últimos años su cooperación militar y energética con varios países de la región. Venezuela, en particular, se ha convertido en un aliado estratégico para Moscú. El apoyo ruso al régimen de Nicolás Maduro, tanto en términos de suministro de armas como de asistencia técnica, ha sido crucial para la supervivencia del gobierno venezolano, aun en medio de la presión internacional.
Así, Evan Ellis, profesor en el Instituto de Estudios Estratégicos del Colegio de Guerra del Ejército de EE.UU, ha señalado que Rusia busca expandir su influencia en América Latina para desafiar la hegemonía estadounidense en la región. Según él, Rusia incluso utiliza la venta de armas y la cooperación militar para ganar aliados.
Ellis profundiza el argumento y advierte que las actividades rusas pueden efectivamente desestabilizar la región y complicar así las relaciones entre Estados Unidos y los países latinoamericanos.
Stephen Blank, investigador senior en el Foreign Policy Research Institute, argumenta que Rusia ve a América Latina como un teatro de operaciones estratégico para debilitar a Estados Unidos en su propio patio trasero. Asegura también que Rusia utiliza herramientas de guerra híbrida, incluyendo la propaganda y el ciberespionaje, para influir en la política interna de los países latinoamericanos.
Por su parte, China, aun cuando ha adoptado un enfoque diferente, centrado principalmente en la economía y los acuerdos comerciales, no deja de tener cada vez mayor influencia en el continente. El gigante asiático se ha convertido en el principal socio comercial de varios países latinoamericanos, invirtiendo en infraestructura, minería y energía, entre otros items. El proyecto de la Franja y la Ruta ha encontrado en América Latina un terreno fértil para su expansión, con acuerdos multimillonarios que han fortalecido la presencia china en la región.
Margaret Myers, Directora del Programa Asia y América Latina en el Diálogo Interamericano, sostiene que China busca fortalecer sus lazos económicos y políticos con América Latina mediante inversiones en infraestructura y acuerdos comerciales pero que, aunque estas inversiones pueden ser beneficiosas económicamente, advierte sobre la creciente dependencia económica de la región con respecto a China y los riesgos de deuda asociados.
Irán ha optado por una combinación de diplomacia y apoyo económico, pero con clara preeminencia en el involucramiento en temas de seguridad, buscando consolidar alianzas en un terreno históricamente dominado por Estados Unidos. La relación de Irán con países como Venezuela y Nicaragua, incluye acuerdos de cooperación en áreas como la energía y la agricultura, además de intercambios diplomáticos en términos de asesoramiento en temas de seguridad tanto interior como exterior. Esos involucramientos en temas de seguridad y defensa refuerzan su influencia.
A esos dos países (Venezuela y Nicaragua) debe agregarse también el Acuerdo de Seguridad firmado con Bolivia, que a ojos del Cono Sur pero sobre todo de nuestro país, conlleva nuevos peligros en ciernes. Todo esto no dejan de ser muy malas noticias para nuestro país, toda vez que aun se recuerda los atentados a la AMIA y a la Embajada de Israel en Argentina y el patético acuerdo político/judicial firmado con Irán por el kirchnerismo.
Ilan Berman, Vice Presidente del American Foreign Policy Council, ha indicado que Irán busca alianzas con países latinoamericanos para contrarrestar su aislamiento internacional y proyectar su poder regional con la intención de hacerlo global. Berman agrega que la presencia iraní en América Latina tiene todo el potencial para representar una amenaza para la seguridad regional latinoamericana, debido a sus vínculos con grupos extremistas y su capacidad para desestabilizar gobiernos locales.
Europa: entre la dependencia y la autonomía
En Europa, la situación es igualmente compleja. La influencia de Rusia en el continente se ha visto reflejada en la dependencia energética de varios países europeos respecto al gas ruso. No obstante, la invasión de Ucrania en 2022 ha generado una reevaluación drástica de esta dependencia, con la Unión Europea buscando diversificar sus fuentes de energía y reducir su vulnerabilidad frente a Moscú.
China también ha aumentado su influencia en Europa, principalmente a través de inversiones en infraestructura y tecnología, así como también en el sector automotriz, principalmente con la cada vez mayor irrupción de autos eléctricos. Empresas chinas han adquirido puertos, empresas tecnológicas y han establecido asociaciones estratégicas con varias naciones europeas. Sin embargo, la creciente preocupación por la seguridad y la soberanía tecnológica ha llevado a algunos países europeos a reconsiderar estas asociaciones.
Irán mantiene una presencia más limitada en Europa, en comparación con su creciente influencia en América Latina y su influencia está mayormente restringida a cuestiones diplomáticas y comerciales. Las negociaciones sobre el acuerdo nuclear y las sanciones han sido los principales puntos de interacción entre Irán y los países europeos.
No obstante, la utilización de drones iraníes por parte de las fuerzas armadas rusas en su invasión a Ucrania de 2022, ha puesto sobre alerta a las capitales europeas, que empiezan a desconfiar del régimen iraní cada vez más.
La respuesta de Occidente
Analistas occidentales destacan que la creciente influencia de estas potencias en América Latina y en Europa presenta desafíos significativos para los Estados Unidos y la Unión Europea. La respuesta occidental ha sido diversa, incluyendo sanciones económicas, esfuerzos diplomáticos y el fortalecimiento de alianzas tradicionales.
En América Latina, Estados Unidos, pero también Europa, han intentado contrarrestar esa influencia de Rusia y China mediante acuerdos comerciales y de seguridad, así como en el apoyo económico a países aliados.
El “Build Back Better World” (B3W) y el “Global Gateway” son iniciativas estratégicas lanzadas por Estados Unidos y la Unión Europea, respectivamente, con el objetivo de ofrecer alternativas al ambicioso proyecto chino conocido como la “Iniciativa de la Franja y la Ruta” (BRI, por sus siglas en inglés).
El B3W fue lanzado por el presidente Joe Biden en junio de 2021, durante la cumbre del G7. Esta iniciativa tiene como objetivo principal contrarrestar la influencia de la Iniciativa de la Franja y la Ruta de China, ofreciendo una alternativa centrada en los valores democráticos, la transparencia y la sostenibilidad.
El B3W pretende movilizar cientos de miles de millones de dólares en inversiones en infraestructura en países de ingresos bajos y medios para el 2035. No obstante, todavía se encuentra en modo muy incipiente y habrá que ver qué ocurre con dicha iniciativa luego de las elecciones en EEUU en noviembre próximo
Promueve proyectos que se alinean con los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) de las Naciones Unidas, poniendo énfasis en las energías renovables, la tecnología, la salud, la igualdad de género, y la conectividad digital.
A diferencia de la BRI de China, que a menudo es criticada por su falta de transparencia y la creación de deuda insostenible, el B3W busca promover la transparencia, las prácticas laborales justas y los derechos humanos en sus proyectos.
El B3W está diseñado para ser una iniciativa inclusiva, colaborando con los sectores públicos y privados de los países aliados, y también con otras organizaciones multilaterales. Los proyectos se financiarán mediante una combinación también de inversión pública y privada, aprovechando la capacidad del sector privado para obtener capital y gestionar riesgos.
El B3W es visto como un esfuerzo estratégico para reducir la dependencia de los países en desarrollo de la financiación china, el cual ha sido muy criticada por crear trampas de deuda.
El B3W, esta propuesto no solo como un proyectos de los EEUU, sino que busca complementarse con alianzas con los países del G7 y otras democracias para promover un orden mundial basado en reglas y valores compartidos.
Por su parte, el Global Gateway es la respuesta de la Unión Europea a la creciente influencia de China a través de la BRI. Fue anunciado en septiembre de 2021 por la presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, como parte del discurso del Estado de la Unión Europea de ese año.
El Global Gateway tiene como objetivo desarrollar infraestructuras que conecten Europa con el mundo, en ámbitos clave como el transporte, la energía, la salud, la educación y las tecnologías digitales, al promover los estándares internacionales y los propios valores de la UE, como la sostenibilidad, la transparencia y el respeto a los derechos humanos.
Básicamente, se enfoca en proporcionar alternativas a las inversiones chinas, diversificando las fuentes de financiamiento y garantizando que los proyectos de infraestructura no creen dependencias insostenibles para los países receptores.
Planea movilizar hasta 300.000 millones de euros entre 2021 y 2027 para financiar proyectos en todo el mundo. Este financiamiento provendrá de una combinación de recursos públicos, inversión privada, y la movilización de instituciones financieras europeas como el Banco Europeo de Inversiones (BEI).
El Global Gateway, el cual también se encuentra aún en un modo muy incipiente, aunque en menor medida que el B3W, se centra en proyectos sostenibles que apoyen la transición ecológica y digital, alineándose a su vez con el Pacto Verde Europeo y la Agenda Digital Europea.
Con esta iniciativa, la UE busca posicionarse como un actor clave en la financiación de infraestructuras globales, promoviendo sus normas y valores a nivel mundial y, de manera similar al B3W, el Global Gateway pretende ofrecer una opción distinta a la BRI de China, con un enfoque en la transparencia, el respeto a las normas internacionales y la cooperación justa.
En síntesis, ambos proyectos buscan contrarrestar la influencia de la BRI de China, pero tienen similitudes y diferencias una de la otra.
Ambas ofrecen alternativas que se alineen con los valores occidentales de democracia, transparencia y sostenibilidad. Tanto B3W como Global Gateway están orientados a desarrollar infraestructuras en países de ingresos bajos y medios, promoviendo al mismo tiempo prácticas sostenibles y el respeto a los derechos humanos. Esas son las similitudes.
En cuanto a las diferencias, la más notable radica en su enfoque geográfico y financiero. Mientras que el B3W está liderado por Estados Unidos y se centra en proyectos que puedan atraer capital privado, el Global Gateway es una iniciativa de la UE con un enfoque más normativo, buscando promover los estándares y valores europeos en el extranjero.
En conjunto, el B3W y el Global Gateway representan un esfuerzo concertado de las democracias occidentales para mantener su influencia global y ofrecer alternativas viables a los países en desarrollo frente a la creciente presencia de China en el ámbito internacional.
Conclusiones
Todas estas cuestiones planteadas anteriormente, que parecieran no estar interrelacionadas, por producirse en continentes diferentes, tienen sin embargo un correlato único y perceptible, que es la lucha por la hegemonía mundial, tanto en términos económico-comerciales, así como políticos y también en términos geoestratégicos y de seguridad.
En Europa, la Unión Europea ha adoptado una postura más autónoma, buscando reducir la dependencia energética de Rusia y tratando de equilibrar las relaciones comerciales con China.
En América Latina, esa autonomía está más diluida, en función del menor peso relativo de los países que integran esta región, que por ende los hace más pasibles de una mayor manipulación por parte de China y Rusia (también por Irán).
Así, la injerencia cada vez mayor de Rusia, China e Irán en América Latina es vista por los analistas occidentales como un desafío estratégico para Estados Unidos. Mientras que Rusia y China utilizan diferentes enfoques para expandir su influencia, Irán se enfoca en crear alianzas estratégicas y redes clandestinas. Estas actividades tienen el potencial de desestabilizar la región y cambiar la dinámica geopolítica en el hemisferio occidental.
En conclusión, la política internacional en América Latina y Europa está siendo remodelada, a veces de manera poco perceptible, en otras no tanto, por la creciente injerencia de Rusia, China e Irán, en la lucha desatada con Occidente en un mundo cada vez más multipolar.
A pesar de todo ello, estas dinámicas presentan tanto desafíos como oportunidades para Occidente, que deberá adaptar sus estrategias lo más pronto posible para responder eficazmente a este nuevo escenario geopolítico, el cual parece haber llegado para quedarse.