Chiqui Tapia, zapatillas y sensibilidad social
En ocasiones, las fiestas de fin de año tienen el poder de estimular la sensibilidad, de despertar la caridad. Sin duda fue el ánimo que envolvió al gobernador Axel Kicillof al nombrar al presidente de la Asociación del Fútbol Argentino (AFA), Claudio “Chiqui” Tapia, como presidente de la Ceamse, la empresa que gestiona los residuos del área metropolitana.
Para el presidente de la AFA, el puesto en la empresa pública es providencial. Tapia se enfrenta todos los meses a múltiples necesidades como, por ejemplo, renovar su vestuario de trajes a medida y zapatillas blancas. Y, ya sabemos, donde hay una necesidad hay un derecho.
Hay que evitar la confusión y los malos entendidos: aunque se trate de zapatillas, los costos pueden ser gravosos para un trabajador como Tapia. Y no siempre son blancas. En una ocasión, cuando la selección regresó a la Argentina por las eliminatorias sudamericanas, el presidente de la AFA recibió a los jugadores en el predio de Ezeiza con calzado deportivo que combinaba de forma inigualable el blanco y el celeste. Hasta Lionel Messi se dio vuelta asombrado. Un atento usuario de las redes descubrió que se trataba de un modelo de zapatillas de la marca inglesa Alexander McQueen, que lleva el nombre del reconocido diseñador británico. Se ignora si Tapia las usa para rebotar cuando la hinchada entona: “El que no salta es un…”. Pero en eBay se venden por unos 479 dólares, es decir, unos 580.000 pesos, prácticamente dos salarios mínimos, vitales y móviles. Ante semejantes costos, los honorarios de la empresa pública pueden resultar una bendición para Tapia, siempre necesitado de recursos.
La designación de Chiqui enfrentó críticas injustas. Kicillof actuó con sabiduría, buscó dirigentes en lugares probos. Al fin y al cabo, la AFA es una organización intachable. No hay arbitrajes dudosos. No hay partidos arreglados. Es un ejemplo de virtudes. Tiene lógica, por lo tanto, que se transforme en una cantera de líderes capaces de terminar con la corrupción en la Argentina. También es una apuesta por el futuro frente a los nostálgicos que insisten en traer de regreso el pasado, en revisar los antecedentes de los dirigentes de los clubes. Por ejemplo, aquellos que todavía recuerdan que Víctor Stinfale, el directivo de Deportivo Riestra, era el mismo que estuvo acusado en el caso Time Warp, una fiesta electrónica que terminó en tragedia y que los investigadores judiciales sostenían que era el disfraz de otros negocios, como la venta de drogas sintéticas.
El club Deportivo Riestra, de Stinfale, fue protagonista de uno de los ascensos más llamativos de los torneos de la AFA. Un ejemplo de la meritocracia que pregona Tapia. Y en el entretiempo, encima, la hinchada de Riestra se deleita con un DJ que pasa música electrónica. Ayuda a dejar atrás los malos recuerdos y las causas judiciales. “Objetivo cumplido”, escribió Chiqui Tapia en X como balance del año al despedir 2024. Y remató: “Siempre acompañado de buena gente”. So cute.
La dirigencia política debe tomar nota de la sensibilidad social que demostró Axel Kicillof. Un sector ya lo hizo y logró a fin de año un aumento de los ingresos: los propios. Fue en el Senado, donde los legisladores desaparecieron en diciembre ante la amenaza de ser llevados a votar un freno al incremento automático de sus dietas. La vicepresidenta Victoria Villarruel dijo que le costó encontrarlos para sesionar. Edgardo Kueider, preso en Paraguay, hubiera ido gustoso si le devolvían la banca. El entrerriano es un modelo, ya que tiene métodos alternativos para ahorrar. Pero no lo dejan volver.
Kueider insistió esta semana en explicarle a la Justicia que fue mal expulsado del Senado, después de que lo descubrieron en Paraguay con la joven Iara Guinsel Costa y 200.000 dólares sin declarar. El exsenador apeló al espíritu de las Fiestas y pidió que lo repusieran en el cargo y se tuviera en cuenta a los 16 empleados que trabajaban en su despacho y fueron despedidos. En una oración memorable de su presentación judicial, Kueider escribió que la pérdida de los cargos de sus asesores “conforma un perjuicio que no amerita demora por su carácter alimentario”. Así, mientras otros solo piensan en sí mismos, Kueider bregó por el plato de comida que sus desdichados asesores deben llevar a su mesa. Ni Kicillof se hubiera animado a tanto. Villarruel, al final, pateó el aumento de las dietas hasta la próxima sesión. El revuelo ya era inevitable. Original, el senador Francisco Paoltroni presentó un proyecto para que, de ahora en más, los legisladores cobren el equivalente a 10 jubilaciones mínimas. Pero Paoltroni se quedó corto, esa cifra representa apenas cinco pares de zapatillas de Chiqui Tapia.