La persistente frustración de la pobreza en la niñez
Desde el regreso de la democracia nunca se pudo perforar el piso del 30% de pobreza infantil; es urgente lograr consensos para asegurar que esa sea la principal prioridad de la agenda pública
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Desde 2016, Unicef Argentina genera informes que analizan la situación de la pobreza en la niñez en el país - desde sus múltiples dimensiones - y plantean recomendaciones concretas de políticas para su erradicación. Todos estos estudios se basaron en fuentes oficiales, son replicables y están elaborados a partir de un enfoque de derechos; cada uno tiene sus particularidades y reflejan el momento en el que fueron hechos. Sin embargo, hay una conclusión general que los unifica: la pobreza en la niñez persiste en el tiempo, mirada tanto desde la falta de ingresos como desde la privación de derechos.
Al primer semestre de 2022 (último dato disponible), el 51,5% de las niñas y niños residía en hogares cuyos ingresos no cubrían una canasta básica de bienes y servicios. Un 13,2% de estos niños y niñas residen en hogares, con ingresos inferiores a los necesarios para cubrir una canasta básica de alimentos: es decir, están en riesgo de inseguridad alimentaria. Por otra parte, más del 40% de chicas y chicos viven en hogares donde al menos uno de sus derechos básicos – como la salud, educación y vivienda - está vulnerado y un 15% experimenta una privación severa en el ejercicio de esos derechos.
La consideración conjunta y simultánea de la mirada monetaria y de derechos, revela, quizás, el dato más preocupante: 3,7 millones de niñas y niños –el 28% del total- experimentan privaciones superpuestas. Por otro lado, el 66% (8,8 millones) tiene al menos algún tipo de carencia, ya sea monetaria o en el ejercicio de sus derechos.
La incidencia de las privaciones se agudiza en determinados segmentos de la población: hogares a cargo de mujeres, de personas adultas con inserción precaria al mercado laboral, con menores niveles educativos, y, particularmente, en los barrios populares de los grandes centros urbanos. En suma, la desigualdad es uno de los tantos rostros que presenta la pobreza en la niñez.
Otro de los datos que surgen del estudio es que no todos los empleos les garantizan a las familias salir de la pobreza: en la Argentina 9 de cada 10 chicas y chicos en situación de pobreza monetaria viven en hogares en los que al menos un adulto tiene un empleo. El 76% de estas chicas y chicos pobres reside en hogares cuyos padres y madres trabajan en empleos informales o tienen relaciones laborales precarias, inestables y con bajo salarios. Esto revela que la generación de empleo con los estándares actuales de calidad del mercado laboral argentino no alcanza para reducir la pobreza infantil.
Y este es un desafío estructural: para erradicar la pobreza en el año 2030, el país debería crecer a tasas muy elevadas, más altas aún si no se modifican parámetros tales como la estructura de la desigualdad y la inflación. Por eso, es necesario implementar medidas que alienten un crecimiento inclusivo junto a políticas redistributivas que lleven los beneficios de este crecimiento a toda la población y, especialmente, a la niñez.
Esto implica, por un lado, priorizar la inversión pública en educación, salud, vivienda e infraestructura básica, cuidando que estos flujos sean sostenibles en el tiempo en términos reales y con significativos impactos redistributivos. Por otro, la evidencia muestra la potencia de los programas de protección de ingresos para evitar niveles de pobreza que serían, sin ellos, aún más altos.
En este contexto, evitar reducciones en términos reales de los fondos destinados a la niñez y asegurar su intangibilidad, de acuerdo con lo establecido en la Ley 26.061, es crucial. La asignación inicial para 2023 dispuesta por el Ejecutivo no contempló el incremento de partidas por $241.413 millones con impacto sobre la niñez que dispuso el Congreso Nacional en el debate parlamentario. Preocupan especialmente las partidas destinadas a la protección de ingresos de los hogares con niñas, niños y adolescentes. Resulta urgente asegurar recursos financieros suficientes y sostenibles que posibiliten una cobertura adecuada de la Asignación Universal por Hijo, de la política alimentaria y de otras respuestas de protección de ingresos impulsadas por el gobierno nacional.
El retorno a la democracia cumple 40 años. Desde entonces nunca se pudo perforar el piso del 30% de pobreza infantil. Hacerlo resulta urgente. Es preciso lograr los consensos necesarios para asegurar que sea la principal prioridad de la agenda pública.
Especialista en Inclusión y Monitoreo de Unicef Argentina