La paz social requiere poner fin a las provocaciones
Terrible ver las imágenes de Cristina Fernández de Kirchner a pocos metros de un señor que la apuntaba con un arma y que, según se informó, gatilló sin que se disparen las balas. Gracias a la falla mecánica del arma, la vicepresidenta no fue herida o asesinada.
Con tan pocos datos sobre lo sucedido, cuántos temas para plantear y replantearnos.
En primer lugar, quedó claro que la sociedad argentina y la dirigencia política, toda, mostró su repudio absoluto ante tan aberrante hecho. Apenas ocurrido el ataque contra CFK frente a la puerta de su edificio, en el barrio de Recoleta, la sociedad se mostró atónita y espantada, y la dirigencia política opositora se pronunció indignada por tal episodio y manifestó absoluta solidaridad para con la vicepresidenta.
En segundo lugar, también quedó claro, porque las imágenes nos llegaban en tiempo real, que Cristina no parecía estar custodiada correctamente, ya que una autoridad política que ejerce la vicepresidencia debería contar con la debida protección si se encuentra expuesta hace días frente a una multitud de personas descontroladas por pasiones o rencores políticos.
En tercer lugar, y vinculado a lo anterior, las vallas habían sido correctamente colocadas por el gobierno porteño para desarticular el posible (y luego concreto) desbande frente a una multitud de personas que transita a diario hace ya varios días sobre la esquina de Juncal y Uruguay. La seguridad de la ciudad porteña no debía haber sido apartada por el simple hecho de que es gobernada por la oposición. Así, se determinó que era la seguridad nacional la que debía custodiar a Cristina. Más seguridad y menos ideología = más protección para la vicepresidenta. Tome nota el gobierno nacional.
Tomando en cuenta las 5 balas que afortunadamente no salieron de la recámara del arma, y cuando se reponga del terrible momento vivido, la vicepresidenta debería retractarse sobre sus dichos del día sábado 27 de agosto, a través de los cuales denunciaba públicamente que la policía porteña no permitía expresarse con libertad a cantidad de manifestantes que trepaban salvajemente balcones y vociferaban contra la oposición y la Justicia con cánticos e insultos cargados de extrema violencia repudiando la posible condena judicial de Cristina frente a las múltiples pruebas que la incriminan en la causa Vialidad. La libertad de expresión, cuando se confunde con insultos, amenazas y agravios desproporcionados puede resultar en insultos, amenazas y agravios desproporcionados que escalan hasta límites temerarios.
En cuarto lugar, el mensaje que dio el Presidente luego del terrible ataque contra la vicepresidenta no hizo más que amplificar la hostilidad social y política entre los argentinos, el enfrentamiento entre “los propios” y “los ajenos”. El Presidente manifestó el pesar por lo padecido por la vicepresidenta, especialmente el de aquellos que la acompañan políticamente, sugiriendo que para el resto de la ciudadanía o dirigencia política que no la apoya ideológicamente un atentado contra la investidura vicepresidencial no reviste la seriedad apropiada. Todo un tributo presidencial hacia una mayor división, mayor polarización y por supuesto mayor violencia.
El Presidente decretó además un feriado nacional con el fin de que reflexionemos sobre el ataque ocurrido contra la vicepresidenta, tras lo cual comenzaron a organizarse bajo el paraguas peronista marchas y manifestaciones en las calles.
¿Hacen falta más lamentos para que entienda el Presidente y la recientemente atacada vicepresidenta que la paz social agoniza frente a la escalada de violencia en las calles desde que militantes y dirigentes políticos cristinistas protestan sin pausa por las condenas pedidas por los fiscales de la causa Vialidad? ¿No debería marcar un límite lo terriblemente sucedido el jueves 1º de septiembre en la noche cuando la vicepresidenta, en medio de un tumulto de personas amontonadas y alborotadas, fue atacada por un desquiciado con un arma apuntando en su cabeza en la puerta de su edificio? ¿No alcanzan tamañas amenazas contra la paz social, la gobernabilidad política, la gobernabilidad económica y la vida de una vicepresidenta, como para que el Presidente pueda dar vía libre a nuevas aglomeraciones de militantes, con el riesgo que eso podría generar?
El Presidente nos comunicó a todos los argentinos que los mensajes que generan violencia por parte de la oposición y del periodismo pudieron desembocar en episodios como el ocurrido contra la vicepresidenta. Y con este comunicado intentó una vez más desvirtuar la realidad y victimizar al núcleo cristinista, que proclama hace días, haciendo guardias frente al edificio donde vive la vicepresidenta, mensajes cargados de una violencia temeraria, con frases tales como “si se meten con Cristina qué quilombo se va a armar” o “si condenan a Cristina incendiamos el país” o con mensajes metamafiosos por parte también del mismo Presidente, que afirman que el fiscal Alberto Nisman no fue asesinado sino que se suicidó un par de días antes de declarar contra CFK, y que esperan que al fiscal Diego Luciani (que recientemente solicitó a los jueces una condena de 12 años de prisión para Cristina Fernández de Kirchner) no se le ocurra suicidarse también.
La vicepresidenta afortunadamente pudo salir ilesa frente a un vil disparo fallido. Esperemos que frente a un contexto cargado de violencia y descontrol no haya más propuestas irresponsables como esta declaración de feriado nacional, con manifestaciones masivas incluidas, con el peligro que esto implica.
Mis respetos a la vicepresidenta Cristina Fernández de Kirchner por lo sucedido en la noche del jueves, y mi pedido desesperado para que se ponga fin a las persistentes provocaciones, generadoras de una inmensa violencia y que ponen en riesgo la vida de todos.
Politóloga y Profesora (UBA)