¿La Patria es el otro o la culpa es del otro?
Se ha vuelto constante desde el oficialismo llevar a cabo la estrategia de incriminar a ajenos por problemas propios
Si bien el gobierno nacional sabe que está transitando sus últimos meses en el poder, no pierde las mañas que lo acompañaron por más de una década. Se ha vuelto constante desde el oficialismo llevar a cabo la estrategia de incriminar a ajenos por problemas propios y, tras ello, ordenarle casi de manera automática a su batallón de militantes que amplifiquen el mensaje. La impunidad del relato ha hecho estragos con la Argentina en los últimos 10 años. Pero el tiempo ha agudizado nuestro sentido de observación y fuimos descubriendo que en todas las materias donde el gobierno nacional tuvo errores, atrás hubo un mensaje deformado e incriminador hacia un tercero.
La primera víctima del poder de distorsión del relato fue el campo. Luego de la resolución 125, Cristina Kirchner acusó a los ruralistas de organizar "piquetes de la abundancia" y transformarse en grupos que operaban contra el Gobierno. A partir de este conflicto, el campo sufrió una de las crisis más importantes de su historia producto de severas restricciones a las exportaciones e impuestos excesivos. El Gobierno argumentó que los conflictos rurales eran internos porque nunca tuvieron intenciones de colaborar con el modelo.
En todas las materias donde el gobierno nacional tuvo errores, atrás hubo un mensaje deformado e incriminador hacia un tercero
En materia económica se utilizó la misma ecuación: el relato responsabilizó a los comerciantes y proveedores que, al responder a supuestos intereses corporativos, cobraron más caros sus productos y perjudicaron el valor de la moneda en todo el país. En esta línea, el Gobierno lanzó el programa Precios Cuidados para controlarlos. Habría que preguntarse si la inflación efectivamente se pudo controlar con los Precios Cuidados o esto ha sido otro chivo expiatorio de su ficción narrativa. En el mismo sentido, el desdoblamiento del dólar y la resistida ley de abastecimiento no han sido signos, para el Gobierno, de un problema de su gestión: los responsables son los empresarios, que conspiran en forma deliberada para hacer caer al Gobierno.
La estrategia no permite autocrítica: el objetivo es buscar enemigos, distorsionar el mensaje y seguir adelante. Otro tema caliente en el que el Gobierno desconoce su responsabilidad es la inseguridad. Poe supuesto que la respuesta es culpar a los medios que inventan situaciones que no condicen con la realidad.
La misma dinámica vemos en temas como la corrupción, el avance del narcotráfico o la democratización de la Justicia. El Gobierno ha repartido culpas entre medios opositores y autoridades locales y provinciales. Mientras los hechos son crudos, el mensaje tergiversa y confunde.
Los únicos que pagamos los platos rotos del relato somos los ciudadanos con impuestos altos, más inflación y muertes a la vuelta de la esquina
Días pasados Máximo Kirchner sostuvo que "hay gente que quiere seguir llevando al país adelante" a diferencia de los medios opositores que él llama los perfectos, que "todo lo saben y todo lo resuelven". Esta clase de mensajes son los que dañan a la política argentina. Estas declaraciones generan confrontación e incertidumbre, mostrando un planteo de la situación difuso, tendencioso y adversarial, la fórmula que al Gobierno le ha dado tanto resultado para mantenerse vivo.
Como ciudadanos debemos exigir que los representantes que elegimos nos revelen la verdadera situación que atraviesa nuestro país. La única manera de solucionar los problemas es reconociendo que este rechazo a la verdad no puede llegar a buen puerto, porque los únicos que pagamos los platos rotos del relato somos los ciudadanos con impuestos altos, más inflación y muertes a la vuelta de la esquina.
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