La Patagonia como laboratorio de un experimento peligroso
Cuanto más se retrasen las soluciones en el conflicto mapuche, más se distorsionará hacia algo imprevisible
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Así como el negativo impacto de las escuelas cerradas durante tanto tiempo tuvo un efecto letal para el oficialismo en las PASO, las graves desidias y complicidades que se vienen acumulando en el sur con el llamado “conflicto mapuche” pueden volver más colosal la derrota en todas las provincias de la Patagonia de la que ya experimentó en septiembre.
Se acumulan sin parar episodios contradictorios y no parece haber en el Gobierno ni voluntad ni autoridad ni conocimientos suficientes para bajar un mensaje unívoco que ordene un asunto que tiende a agravarse.
Las señales contrapuestas del presidente Alberto Fernández a la gobernadora de Río Negro, Arabela Carreras; la guapeada de Aníbal Fernández hacia ella; el chisporroteo áspero entre este y Sergio Berni por el mismo tema, y el sobredimensionado papel que se dio a sí mismo el embajador argentino en Chile, Rafael Bielsa, y sus aclaraciones posteriores, en el devenir tribunalicio de la condena por nueve años que Chile le impuso al líder de la RAM (Resistencia Ancestral Mapuche), Facundo Jones Huala, por un atentado, son más que llamativas. Tampoco agrega claridad el titular de Ambiente, Juan Cabandié, respecto de lo que se viene haciendo en el plano judicial para defender los derechos de parques nacionales usurpados en Villa Mascardi. El ministro se muestra comprensivo con el “comanejo con distintas comunidades”, pero, eso sí, no pierde la oportunidad de victimizarse por los efectos nocivos del “paredón mediático”. El alto funcionario reconoció que en junio pasado decidieron no elevar la causa a juicio oral “sin antes tener una audiencia de conciliación”, contemplaciones con la parte en conflicto con la que también hizo buena letra el Senado al prorrogar por cuarta vez el régimen de tierras indígenas, que comenzó en 2006 y que ahora continuará hasta 2025, lo que significa mantener congelados los desalojos de tierras ocupadas por aborígenes o por quienes dicen representarlos.
No es un tema que el gobierno nacional pueda resolver fácilmente. Se trata de un asunto con múltiples aristas delicadas que quedan de lado cuando lo que más se aplica es el razonamiento militante y no un equilibrio mesurado que contemple la diversidad de intereses en juego. De hecho, el Instituto Nacional de Asuntos Indígenas (INAI), más que un organismo que desde el Estado observa y lauda sobre el tema, parece actuar como representante de parte. Agrava la confusión, que su titular, Magdalena Odarda, se enfrentó en las urnas, y la fórmula que integró con Martín Soria perdió, ante la actual gobernadora rionegrina. ¿Discuten solo por el tema puntual mapuche o sus diferencias políticas empañan más las cosas?
Mientras tanto, todo está en riesgo: vidas, propiedades, la concordia en vastas zonas australes y, lo más grave, tambalea la soberanía territorial de zonas limítrofes, por si fuera poco, de altísimo valor productivo y turístico. Las visiones encontradas en el seno del Frente de Todos empantanan aún más el panorama.
Las respuestas espasmódicas, contradictorias, ineficientes y a destiempo que se producen desde el poder llenan de perplejidad y de temores a los pobladores, y solo se favorecen los que no tienen nada que perder y sí mucho para ganar, los que se empoderan cada vez más, con la política de los hechos consumados, el avance territorial, las usurpaciones, los incendios y las agresiones a quienes se atrevan a transitar sus “zonas liberadas”.
Más allá de las controversias no saldadas del origen del pueblo mapuche a uno u otro lado de la cordillera, y de si hubo o no excesos en la privatización de tierras y de pasos o senderos vitales vedados que, en todo caso, la Justicia tendrá que dirimir, lo que empieza a notarse en las zonas en cuestión es la multiplicación de letrados y de falsos influyentes que buscan fogonear pleitos en torno de la posesión de la tierra, una fuente de recursos millonarios ya en marcha. ¿Puede haber detectado allí La Cámpora una fabulosa caja de dinero que merezca esa “patriada”?
Hay algo mucho más grave que esta espada de Damocles que pende sobre el turismo regional, que tenderá a retraerse si recrudecen las malas noticias. La historia nunca se repite igual, pero hay maneras de proceder que añoran el entrismo setentista. Grupos armados, comunicados intempestivos, lenguaje ideologizado, organizaciones de derechos humanos “sensibilizadas” por el tema crean las condiciones para que vaya germinando, casi como una ideología nueva, la “mapuchización” de jóvenes hastiados que buscan cualquier salida a este presente sin futuro. Medios, redes y comunicadores kirchneristas ya hablan de una “disputa por la tierra” ante la fuerza que opone el “bloque dominante” con sus “negocios inmobiliarios y forestales”. ¿Dónde y cómo terminará todo esto?