La pandemia, una oportunidad para rediseñar el sector externo del país
La pandemia global ha dejado en clara evidencia, entre varias cosas, dos aspectos fundamentales en la Argentina: el desmesurado tamaño del Estado, que pretende seguir viviendo a contramano en un mundo donde se procura la mesura y la eficiencia, y la pequeñez de un sector privado, al que cada vez se le acota más el margen de acción y desincentiva por medio de una interminable batería de impuestos, controles, contribuciones, aportes, trabas e incluso estigmas ideológicos contrarios al concepto de éxito, mérito e innovación.
Dentro de esa pequeñez, cabe destacar aún más la casi insignificancia del sector externo de la economía, medido en términos internacionales. Un 0.3% de participación argentina en el comercio mundial habla a las claras del estrepitoso fracaso e irrelevancia del sector generador de divisas de un país inmensamente rico en recursos naturales, aunque sobrecogedoramente mediocre en la gestión de los recursos estratégicos del país.
Es en este contexto que los sectores exportadores, la infraestructura asociada a ellos, los bienes de uso relacionados a la logística doméstica, regional e internacional se destacan por su impotencia para generar productividad, ganar economías de escala, y facilitar una mayor productividad sectorial que permita una expansión del sector externo de la economía. En este sentido, podemos mencionar ferrocarriles aún vetustos, medios de transferencia antiguos e ineficientes, una Hidrovía Paraná-Paraguay ignorada y desaprovechada, una industria naval tan potencial como dormida, un transporte carretero altamente sindicalizado y de muy dudosa competitividad, un transporte aéreo que mostró intención de despegar pero no supo tomar vuelo, una infraestructura aérea por demás limitada, corredores logísticos binacionales que adolecen de planificación e inversión, terminales marítimas que sobreviven con muy escasos volúmenes de operación y sin planes de expansión desde hace décadas, plataformas logísticas que podrían gatillar economías regionales pero que sin embargo no despegan por falta de negocios, y así podríamos seguir con una lista mucho más extensa.
Algunas preguntas surgen como inevitables: ¿es la dimensión del sector público la que el país requiere? ¿Tiene el país gente capacitada que piense cuáles son los sectores estratégicos que merecen ser potenciados? ¿Qué destinos tienen los enormes impuestos que pagamos? ¿Qué función cumplen los sindicatos? ¿Qué formación tienen quienes definen las políticas públicas? ¿Son tan relevantes las multinacionales en el país? ¿Cuán relevantes son las Pymes en la generación de divisas? ¿Cuál es la contribución que la logística y su infraestructura podría tener para impulsar al sector externo de la economía? ¿Por qué razón le cuesta tanto al país atraer inversión directa extranjera? ¿Tenemos gente capacitada en los puestos de decisión? ¿Tiene el industrial argentino vocación de abrirse al mundo o descansa más bien en un esquema prebendario del poder de turno y a expensas del sufrido consumidor argentino? A la luz de los resultados históricos, claramente no.
El sector externo de la economía podría hacer una contribución sustancial en la guerra contra el Covid-19 -de existir una cierta visión desarrollista e integracionista carente de anteojeras ideológicas y estratégicas- basado en la generación de productividad y competitividad sectorial.
La Argentina debe integrarse al mundo de modo inteligente, iniciar una reingeniería del Estado, encarar las reformas estructurales largamente evitadas, observar a Brasil como un verdadero socio estratégico en lo empresarial e institucional, celebrar crecientes acuerdos de libre comercio con vistas a abastecer al mundo con productos elaborados localmente, celebrar alianzas estratégicas que faciliten la transferencia tecnológica, iniciar negociaciones con la Alianza del Pacífico, fomentar la inmigración calificada, etc. En pocas palabras, la Argentina necesita la estrategia-país que nunca tuvo. Y este podría ser el momento de diseñarla.
Director de la Diplomatura en Comercio Internacional y profesor de la Facultad de Ciencias Empresariales de la Universidad Austral