La otra voz posible de un prócer
En El inmortal, Domingo Faustino Sarmiento repasa en primera persona las distintas etapas de su vida, ya cerca de la muerte. El estilo de Gustavo J. Nahmías es fluido, ágil. Una virtud que, sin embargo, deja en el lector deseos de más datos o una construcción más amplia de los personajes, empezando por el gran sanjuanino.
Dispuesto a la ira o el rencor, soldado, mandatario de la república en algún momento, entre sus enemigos están Mitre y Roca, otros dos complejos personajes históricos que fueron presidentes. También aparecen la guerra del Paraguay, sus familiares (empezando por la madre y un hijo que le provoca el dolor de morir en una batalla). También Sarmiento recuerda el triunfo de Urquiza sobre Rosas, que huye a su exilio de farmer; luego el entrerriano se embriaga con el poder, y es prolijamente asesinado. Un capítulo hace la lista de las mujeres en la vida de Sarmiento.
Dos ideas aparecen con frecuencia en El inmortal: la conciencia que tiene Sarmiento de la educación como eje de la construcción del país, y su carácter de escritor del Facundo, que, por ejemplo, le hace sentir un gran fastidio con José Hernández y su Martín Fierro. En las últimas páginas, en Paraguay, ya se ve entrar en la muerte y se imagina el traslado de su cuerpo a Buenos Aires. En una de dos fotos al final del libro se lo ve muerto. En las últimas líneas, siente que el bronce le invade los pies.
Breve y bien investigada, la novela recrea una voz posible del prócer, con la velocidad de aquellos hoy olvidados Resúmenes Lerú que ayudaban a los estudiantes a librarse de los exámenes con elegancia.
El inmortal
Por Gustavo J. Nahmías
Edhasa. 124 páginas, $ 595