La otra elección: cómo votarán los mercados el día después de las PASO
Cuáles son los diferentes escenarios posibles que esperan los operadores económicos para el próximo lunes
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Muchas conjeturas se han hecho sobre cómo podrían reaccionar los mercados financieros el lunes próximo, una vez conocidos los resultados de las primarias abiertas (PASO) que definirán a los candidatos definitivos para la carrera presidencial y permitirán pronosticar con algo más de certeza quién podría ser el nuevo jefe del Estado a partir del 10 de diciembre. El interrogante cobra importancia y denota una particular ansiedad en función de un fatídico antecedente: el estallido cambiario que tuvo lugar cuatro años atrás, tras las PASO en las que la fórmula presidencial integrada por Alberto Fernández y Cristina Kirchner aventajó con amplitud al entonces presidente de la Nación, Mauricio Macri, y puso en vilo a los operadores económicos.
Aquel 12 de agosto de 2019 que siguió a las PASO del día anterior es recordado como el “lunes negro” en el que, como reacción al inesperado triunfo del kirchnerismo sobre el macrismo por 16 puntos de diferencia, el dólar subió el 19% y las acciones que cotizan en la Bolsa de Comercio porteña experimentaron una caída promedio del 38%.
¿Cuál será el voto de los mercados este lunes 14 de agosto? Teniendo en cuenta que los operadores detestan la incertidumbre y que siempre privilegian la racionalidad económica, la previsibilidad y la fortaleza política, podrían diseñarse distintos escenarios en función del resultado electoral del domingo, de acuerdo con opiniones relevadas entre distintos economistas y hombres de negocios.
- Si Juntos por el Cambio, sumando los votos de Patricia Bullrich y Horacio Rodríguez Larreta, se impusiera en las PASO por una diferencia presumiblemente difícil de revertir en los comicios generales de octubre y que augure chances de una victoria en la primera vuelta, se podría esperar un escenario alcista para el mercado y un dólar más tranquilo. Quienes proyectan semejante resultado electoral se basan en el 41% de sufragios que promediaron los candidatos de Juntos por el Cambio en las elecciones provinciales realizadas en lo que va del año. El economista Fernando Marull sostuvo que, si se verificara esa tendencia electoral, el dólar blue podría tomarse un respiro, los bonos podrían subir un 10% y las acciones, un poco más.
- Un segundo escenario, que dé cuenta de una mayor paridad de fuerzas entre Juntos por el Cambio y Unión por la Patria, con alrededor de un 35% de votos para cada fuerza política, sumados todos sus precandidatos presidenciales (Bullrich, Rodríguez Larreta, Sergio Massa y Juan Grabois), podría provocar una indeseada incertidumbre capaz de desatar una mayor tensión cambiaria, aunque en las últimas semanas, la fuerte suba del dólar (alrededor de $100 en un mes) ya habría descontado un escenario de esta clase. Por tal motivo, no habría que esperar un colapso, como el que se produjo en 2019 después de las PASO.
- Un tercer escenario donde se agiganten las perspectivas de Javier Milei y que se acerque a la teoría de los tres tercios, con paridad entre las tres principales agrupaciones políticas llevaría intranquilidad a los mercados. Si éstos reclaman fortaleza política para el futuro gobierno, esta alternativa resultaría la más incierta por cuanto se avanzaría hacia una elección general en octubre en la que cualquiera podría ser visualizado como potencial ganador.
Si bien no pocos especialistas en materia económica creen que los mercados festejarán una victoria de Juntos por el Cambio, otra pregunta sobrevuela los despachos de operadores económico: si a Massa no le va bien en las PASO e incluso debe resignar su ilusión de ser el candidato más votado individualmente, ¿cuál sería la fortaleza política del ministro de Economía desde el lunes próximo?
¿Podrían, en tal caso, los últimos vestigios de racionalidad económica de su gestión –aun cuando sean escasos– sucumbir frente a nuevos cantos de sirena del populismo? ¿Dónde podría terminar la ética de responsabilidad de un gobierno que, casi cuatro meses antes de dejar el poder, presienta que está condenado a la derrota electoral? ¿Cuál será su forma de despedirse? ¿Estará dispuesto a cumplir sus compromisos con el FMI y a intentar que las metas fiscales no se desmadren? ¿O podría pensar en profundizar el derroche de gasto público y a convalidar medidas que desemboquen en una inflación todavía mayor?
Se trata de demasiados interrogantes que solo empezarán a encontrar respuestas durante la próxima semana.
No faltan, sin embargo, analistas para quienes si al Massa candidato no le va muy bien, no sería improbable que al Massa ministro pueda irle mejor en el período que resta hasta las elecciones generales del 22 de octubre. ¿Por qué? Porque la previsibilidad de un triunfo de la principal fuerza opositora tranquilizaría a los mercados.
Claro que las dificultades para el Gobierno en prácticamente cualquier escenario son evidentes. La reciente suba del dólar impactará en una inflación que, según distintos economistas, crecerá en agosto por encima de la de julio (cuyo número aún se desconoce, pero que en la ciudad de Buenos Aires alcanzó el 7,3%).
Por si esto fuera poco, el Gobierno está ideando una manera de disimular el incumplimiento de la meta fiscal mediante un mecanismo contable basado en lo pagado y no en lo devengado. ¿Qué significa esto? Que estaría retrasando los pagos del Estado a proveedores y contratistas. Se estima que esa práctica ya está dando lugar a una deuda flotante que supera el 1% del PBI y que asciende a alrededor de 1,6 billón de pesos, equivalentes a unos 5500 millones de dólares a la cotización oficial.