La OTAN tiene otra oportunidad
No todos tienen la suerte de tener una segunda oportunidad. Sin embargo, durante la Cumbre de la OTAN que se hará este martes y miércoles en Vilna, Lituania, la alianza atlántica tendrá otra oportunidad de corregir el monumental error geopolítico cometido hace quince años, en 2008, en la cumbre de la organización realizada en Bucarest, Rumania.
En aquella ocasión, en Bucarest, Ucrania y Georgia solicitaron un Plan de Acción de Membresía de la OTAN, pero en cambio recibieron una declaración evasiva de que podían convertirse en miembros en un futuro indeterminado, sin detalles sobre cómo alcanzar esa meta. Esto animó a Rusia a invadir Georgia cuatro meses después y establecer bases militares rusas en dos regiones georgianas: Abjasia y Osetia del Sur.
La suave respuesta de la OTAN a esta afrenta militar desencadenó el insaciable apetito imperialista del Kremlin de expandirse aún más mediante el uso de la fuerza Así, en 2014, Rusia atacó a Ucrania, comenzando por Crimea y luego por la región de Donbass.
Los países miembros de la OTAN sancionaron a Rusia por estas flagrantes violaciones de la integridad territorial de Ucrania, pero no pudieron resistirse a seguir haciendo negocios con Rusia, incluida la compra de gas ruso. Tal ambivalencia le indicó al Kremlin que podría ser aún más audaz en sus violaciones del derecho internacional y procedió a hacer precisamente eso.
En diciembre de 2021, Rusia provocó a EE. UU. y la OTAN con los llamados borradores de acuerdos de paz que claramente tenían como objetivo debilitar a EE. UU. y desmantelar la alianza atlántica.
Poco después de que EE. UU. y la OTAN rechazaran este abrazo de oso ruso, el 22 de febrero de 2022, el presidente de Rusia, Vladimir Putin, declaró públicamente que EE. UU. y la OTAN podían realizar un ataque preventivo contra los sistemas de misiles de Rusia, utilizando a Ucrania como plataforma.
Dos días después, Rusia lanzó una feroz guerra generalizada contra Ucrania.
La OTAN y sus países miembros ayudaron a Ucrania a defenderse, afirmando que no estaban involucrados en esta guerra que ya tenía un tremendo impacto negativo a nivel mundial, incluido el riesgo persistente de exposición potencial a la radiación nuclear debido a las peligrosas maniobras militares de las fuerzas armadas de Rusia en la planta de energía nuclear más grande de Europa en Zaporizhia.
Como perspicazmente han señalado algunos expertos, hasta ahora la OTAN y sus países miembros han proporcionado ayuda suficiente para que Ucrania no pierda esta guerra, pero no la suficiente como para ganarla.
No obstante, Ucrania ha sorprendido a los expertos militares occidentales al defenderse heroicamente a sí misma y a nuestros valores occidentales durante más de 16 meses e incluso logró liberar más del 40 % de los territorios invadidos por las fuerzas armadas de Rusia desde el comienzo de la guerra genocida de Rusia contra Ucrania.
Al hacerlo, Ucrania ha hecho añicos la persistente ilusión de la invencibilidad de Rusia. El reciente motín del grupo de Wagner demostró aún más la vulnerabilidad de Rusia para todos aquellos que aún dudaban.
Estas circunstancias brindan a los países miembros de la OTAN una oportunidad única para ayudar a Ucrania a ganar la guerra generalizada que iniciara Rusia.
Para aprovechar esta oportunidad, la OTAN y sus países miembros deben dar a Ucrania en la cumbre de Vilna una señal muy clara sobre la perspectiva y el momento de la membresía de Ucrania en la OTAN, así como garantías de seguridad significativas. También deben proporcionar a Ucrania, sin más demora, los aviones de combate modernos que tanto necesita, incluidos los F-16, así como las armas y municiones necesarias para que la contraofensiva de Ucrania tenga éxito en 2023 y conduzca a la liberación de todos los territorios ucranianos. Sin duda, esto redundará en beneficio de todos los países amantes de la libertad.
Uno esperaría que la OTAN y sus países miembros hayan aprendido del pasado y demuestren ahora el liderazgo necesario para asegurar la paz en Europa y salvaguardar nuestra libertad.
Presidente de la ONG “Ukraine-2050″, cónsul honorario de Ucrania en Montreal, presidente del Congreso Mundial Ucranio (2008-2018)