La ortografía en tiempos de coronavirus
"No doy a basto", sufre una madre desde su WhatsApp; "Haber si en este contexto encuentro trabajo", se lamenta un joven en Linkedin; "Ésta es su gran desición", propone una pyme en su publicidad online.
¿Qué tienen estas publicaciones en común? Primero, claro, una pandemia que nos tomó por sorpresa y puso nuestro mundo patas para arriba. Segundo, horrores ortográficos: "a basto", "haber", "ésta" y "desición" son la punta del iceberg de uno de los problemas de hoy.
Estos horribles errores muestran someramente la poca capacidad que tenemos de expresarnos por escrito. Y esto resulta un problema especialmente notorio hoy, pues la principal vía de comunicación a la distancia es escritura. Asignar tareas a los colaboradores, dar consejos sobre cómo teletrabajar, continuar un romance escondido: todo requiere de la vedette del momento, la redacción.
Charles Ducombe, empresario inglés, hizo hace varios años un análisis de la web y descubrió que con una mala ortografía las ventas podían caer hasta un 50%. "Cuando se vende o se comunica en Internet, el 99% del tiempo se usa la palabra escrita", declaró a la BBC.
La gran ventaja de escribir correctamente es que genera credibilidad y, eso, se traduce en resultados. ¿Voy a comprar un producto de quien dice "yendo" o "llendo"? ¿Entraré a la charla online de quien me espera "hay" o "ahí"?
La misma palabra que nos flagela nos plantea también el desafío de escribirla correctamente. Por ejemplo, ¿coronavirus se escribe con inicial mayúscula o minúscula? Si bien lo ideal es decir "COVID-19", se acepta "coronavirus", así en minúscula, como una gripe o una neumonía. ¿Estamos en "aislación social" o "aislamiento"? Claramente, lo segundo pues la palabra "aislación" no existe.
Una infodemia de oportunidades
Hoy, medios de comunicación, redes y cadenas de WhatsApp nos envuelven en información, mucha de ella, poco exacta por decir lo mínimo. Por eso, una buena redacción ofrece la oportunidad de sobresalir y encontrar la famosa oportunidad que se dice que una crisis esconde.
"Si leemos una opinión bien escrita y otra mal escrita -y en ningún caso conocemos al autor- lo normal es hacerle más caso a la primera. Mucha gente es consciente de esto y hace el esfuerzo para mejorar a la hora de escribir en sus redes sociales", sostiene Álvaro Peláez, de la Fundación del Español Urgente. Es así.
No poner una tilde, una coma, un signo de interrogación o de admiración; usar mayúsculas y minúsculas sin seguir las reglas (nuestro gran Cliente, por ejemplo); confundir "haya" con "allá"; escribir "q" en vez de "que", "kasa" en lugar de casa, no son solo errores, sino una forma segura de perder un posible cliente, lector o seguidor. Y ni hablar del romance: sería muy doloroso "abrasar" a un novio.
Quizá la gran revelación de esta cuarentena sea descubrir que amamos la palabra escrita, que valoramos a quien lee y no queremos hacerle difícil la comprensión.
Desde nuestro lugar -médicos, abogados, estudiantes, amas de casa- contribuyamos con una redacción clara que muestre, ni más ni menos, la claridad de nuestro pensamiento. Una de las claves fundamentales para escribir bien es, sencillamente, revisar lo que escribimos. Otra, tomar un curso: hoy la tecnología nos llena de oportunidades para pasar estos días aprendiendo de manera virtual.
"-¿Hasta cuándo piensa usted que podremos seguir en este ir y venir del carajo?", pregunta Fermina Daza a su amado en la novela de Gabriel García Márquez. "Toda la vida", le responde el hombre. No creo que esta pandemia se extienda tanto pero sí espero que, al menos, nos deje una lengua más cuidada.
La autora es docente de Redacción en Redes Sociales de Programas Ejecutivos de la Universidad de Palermo