La original creación de la Odisea
La Odisea, la historia del azaroso regreso de Ulises, héroe de la guerra de Troya, a su patria, forma parte del patrimonio literario más preciado de la humanidad. La tradición asigna esta obra a Homero, el poeta ciego de la isla de Chios, que vivió en el siglo VIII antes de Cristo.
El poema homérico es de una longitud descomunal, tiene 12.109 líneas de versos (hexámetros) y es difícil imaginar que haya sido transmitido oralmente por una sucesión de bardos memoriosos, como algunos insinuaron. Un texto escrito estaba, ciertamente, en la base de este poema inmortal.
Los eruditos disputan la llamada "cuestión homérica" desde hace siglos. En la época de Homero comenzaba la escritura en Grecia. No fue una tarea fácil: hubo que agregar vocales al alfabeto fenicio hecho enteramente de consonantes y despojar a estos símbolos de asociaciones ancestrales. Por ejemplo, las expresiones fenicias "aleph" (buey) y "beth" (casa) se convirtieron en las primeras letras "alfa" y "beta".
A ello se agregaba el problema del soporte material del texto, los papiros eran muy preciados, pero escasos, y se enrollaban con la escritura en la superficie interior.
Se cree que la división en 24 capítulos (o libros) en que está dividida la Odisea se debe, simplemente, a que se escribió en 24 rollos separados. Además, todo el texto se escribía en letras mayúsculas sin puntuación ni espacios, y se leía cada línea en forma alternada de derecha a izquierda y de izquierda a derecha.
Podemos imaginar la dificultad para decodificar esta escritura. Algunos pensaron que Homero no sabía escribir (es verdad que sus héroes son analfabetos) y que dictaba sus versos a escribas. Pero el proceso de la escritura era muy lento y complicado en aquellas épocas y un mero recitado de la Odisea llevaría muchísimo tiempo para ser registrado a mano en papiro. Hoy se supone que el propio autor escribió el texto. Lo cierto es que tanto la Odisea como la Ilíada fueron textos conservados con enorme cuidado a lo largo del tiempo.
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Italia heredó gran cantidad de manuscritos del texto homérico, que ya se escribían con minúsculas desde el siglo noveno.
La primera impresión del poema de Homero realizada en Florencia en 1488 reproducía hasta la caligrafía de un manuscrito. Desde entonces aparecieron innumerables traducciones del original griego y cada generación en cada cultura produce su propia traducción. Algunas de ellas son obras maestras en sí mismas.
Esta descripción de la ingente tarea de crear, reproducir, transmitir y traducir una obra literaria puede servir para reflexionar sobre los complejos procesos mentales y manuales.
Sólo un cerebro humano puede realizar esta astronómica red de conexiones y de procedimientos enlazados sutilmente entre sí. Ninguna máquina ha podido realizar esta proeza.