La oposición y China
Con excepciòn de Macri, Morales y Guelar, en Juntos por el Cambio miran al gigante asiàtico desde lejos; el PJ, en cambio tiene una larga tradiciòn de vìnculos con el PC chino
- 7 minutos de lectura'
El arco opositor necesita renovar su mirada sobre China. Segunda economía del mundo y principal fuente de dólares de la Argentina, hace veinte años integra la Organización Mundial del Comercio (OMC), y su desarrollo lleva a intelectuales de todo el mundo a revisar sus ideas sobre capitalismo y democracia. Sin embargo, los pocos referentes opositores que le dedican alguna palabra, lo hacen para alimentar la discusión local, asociándola al chavismo, repitiendo siempre dos epítetos: comunista y dictadura. Calificaciones confusas que pasan por alto que la prosperidad china es consecuencia de una política de liberalización económica que incluyó desregulación de precios, privatización de empresas, incentivos para la inversión extranjera y fomento del comercio internacional. Queda a la vista que entre los opositores todavía está pendiente una reflexión sobre China. Sin una estrategia de acercamiento propia, la oposición se excluye de la discusión sobre cómo trabajar con China y se queda sin programa para vincularse con el principal comprador de las exportaciones argentinas.
En contraste, el kirchnerismo sostiene una visión de largo plazo para la relación entre China y Argentina, que se remonta al viaje del presidente Kirchner en 2004. Quince años después el vínculo sigue creciendo. Hace semanas, el presidente Fernández participó de la reunión que convocó Xi Jinping para celebrar el centenario del Partido Comunista Chino (PCCH), en la que también participaron presidentes y líderes de partido de Kazajistán, Rusia, Vietnam, Cuba, Filipinas, Camboya, Zimbabwe, Palestina, Serbia, Pakistán, Mozambique, Congo Brazzaville, Sri Lanka, Bolivia, Marruecos, Sudán del Sur y España. Semanas antes, referentes del Partido Justicialista ya habían hablado en el seminario organizado por la embajada china en la Argentina. Representaron al PJ Jorge Taiana, secretario de Relaciones Internacionales del PJ y en ese momento senador nacional; la diputada Cristina Álvarez Rodríguez, vicepresidente del PJ; Francisco Cafiero, el secretario de Asuntos Internacionales del Ministerio de Defensa. Estos encuentros del más alto nivel son los frutos notorios de un trabajo constante para construir vínculos entre los partidos, que incluye reuniones entre cuadros justicialistas y comunistas, encuentros en foros internacionales y giras.
Estos vínculos no pueden explicarse sin una red de especialistas experimentados y solventes que desde cátedras universitarias, centros de estudios especializados, organismos de gobierno y cámaras empresariales, asesoran y alimentan el encuentro entre el PJ y el PCCH. El actual embajador en China, Sabino Vaca Narvaja, es un emergente de ese tejido. Con la ayuda de estos expertos, la dirigencia kirchnerista dio forma a un marco interpretativo para describir el entendimiento entre peronismo y comunismo.
En contraste, la mayoría de los dirigentes de Juntos por el Cambio todavía mira China desde lejos. Con excepción de Mauricio Macri, ninguno de los miembros de su mesa nacional viajó a este país y Gerardo Morales es el único gobernador que hace años trabaja con el gobierno y empresas chinas. Ninguna de las fundaciones de los tres partidos más importantes de la coalición ha presentado publicaciones o actividades sobre la relación entre China y Argentina. Y en la web oficial de la coalición ni el resumen de la plataforma electoral ni el resumen de la gestión presidencial mencionan nada sobre el país. Sin embargo, otro documento, el informe detallado de gestión rescata logros importantes del gobierno de Mauricio Macri: dos visitas de Estado recíprocas, construcción del parque de energía solar en Jujuy y del observatorio espacial en Neuquén, obras de transporte ferroviario y vial, apertura de mercados chinos para exportaciones de carne, cerezas y caballos. Este desfasaje entre el sitio web y el informe detallado de gestión indica que si todavía no hace falta hablar de China en campaña, ya es inevitable hacerlo en la gestión.
La falta de atención no afecta exclusivamente a China sino que caracteriza la agenda asiática en general. Llegan más dólares a la Argentina desde los países del Sudeste asiático que desde el Mercosur; Vietnam es el segundo destino de las exportaciones cordobesas; y este país, India, e Indonesia fueron visitados tanto por Cristina Kirchner como por Mauricio Macri. Sin embargo, la región sigue siendo una discusión de nicho y una agenda política de pocos.
En este contexto, se destacan los esfuerzos de Diego Guelar, ex embajador en China durante todo el gobierno de Mauricio Macri, para que Juntos por el Cambio tenga una narrativa productiva sobre China. Aporta sistemáticamente información sobre el rol vital de China para la economía argentina, difunde los logros del gobierno de Macri y destaca posibles puntos de entendimiento entre ambas culturas. Guelar es consciente de que Juntos por el Cambio necesita su propia estrategia de acercamiento a China. Y sus presentaciones sobre el tema dan cuenta de que Juntos por el Cambio puede acercarse, incluso, con perspectiva liberal ¿O, acaso, las democracias más logradas del mundo no tienen vínculos con China, sus empresas y su gobierno? ¿O el desarrollo chino no desafía las interpretaciones estructuralistas de la dependencia según las cuáles hay un orden internacional que asegura que los países pobres se mantengan pobres? La prosperidad china, sin embargo, es fruto del comercio internacional, las inversiones extranjeras y la integración de su economía con las de las potencias industrializadas, todas democracias.
Con esto en mente, si la oposición quiere alcanzar una narrativa propia y productiva sobre China necesita evitar tres reflejos muy a la mano: confundir la discusión, negar la novedad, mimetizarse. En primer lugar, si se quiere discutir sobre China hay que asegurarse que la conversación sea sobre China y no sobre Venezuela o Estados Unidos. Cada vez que se critica a China por sus vínculos con el chavismo o por su disputa geopolítica con Estados Unidos se pierde claridad sobre las oportunidades y los desafíos que China representa para la Argentina. China es demasiado importante para quedar confundida en otras discusiones.
En segundo lugar, para aprender de China hay que asumir su novedad y singularidad. China crea sus propias soluciones innovando en tecnología, políticas públicas e, incluso, arreglos sociales. Desde el comunismo chino, que fue una creación inesperada cuando se pensaba que el socialismo no podía desarrollarse en una sociedad mayoritariamente agraria; hasta la idea de poner en cuarentena a un país entero; pasando por una transición al capitalismo sui generis, la creación de un firewall nacional para controlar la navegación en Internet, el uso del teléfono celular para expandir la inclusión financiera. A la vez que tiene un sistema político de partido único, es una sociedad de consumo en la que el trabajo es una mercancía y los bienes y servicios se distribuyen con mecanismos de mercado. Las oportunidades de la economía y los debates de la política se entienden mejor pensando cómo esta combinación posible, antes que usando el vocabulario de la Guerra Fría.
En tercer lugar, para vincularse con el gobierno chino no hace falta renunciar a los criterios propios. Analistas de todas las tendencias coinciden en que China no está en campaña para exportar su criterios políticos, ni busca imponer un nuevo modelo de gobernanza global. Aunque en aspectos como el rol de la prensa, la administración de justicia o los derechos individuales el Partido Comunista no sigue estándares liberales, ninguna de las democracias más influyentes abandonó el camino de entendimiento mutuo con China. Theresa May visitó el país dos veces, en 2018 y 2016, y antes David Cameron en 2013. Macron una, en 2019, y antes Hollande tres veces, en 2013, 2015 y 2016. Obama tres veces: en 2009, 2014 y 2016, y Trump una, en 2017. Merkel viajó doce veces a China desde que asumió como canciller en 2005. Derechos Humanos, economía verde, balanza comercial, cooperación tecnológica, seguridad internacional, gobernanza de Internet, aranceles; cada gobierno discute su propia agenda y prioridades, sin necesidad de mimetizarse con la del gobierno chino.
Acercarse a China es un camino de tareas exigentes. Una historia de miles de años, doce horas de diferencia horaria y compras de productos argentinos por US$8600 millones necesitan una discusión específica y un vocabulario exacto. En una entrevista reciente, Fernando Pedrosa, uno de los máximos especialistas argentinos sobre Asia, captó el riesgo de no tomarse el trabajo: durante el siglo XX la dirigencia argentina no entendió a Estados Unidos; durante el siglo XXI, no puede caer en el mismo error con China.