La oposición recupera el habla, pero...
La pandemia no solo propagó el coronavirus por todo el mundo, sino que también disparó un contagio generalizado de aprobación hacia gran parte de los líderes encargados de gobernar en América Latina. Esto no es sorprendente. Ante un enemigo exógeno -y en este caso invisible- los ciudadanos suelen unirse a favor de una causa nacional y de quien la encabeza. Al mismo tiempo, la crisis del coronavirus enmudeció a muchos opositores que durante varias semanas no encontraron el tono ni el contenido para sus discursos. Hoy, con una agenda dominada durante semanas por las causas y consecuencias del coronavirus, la oposición comienza a levantar la voz. Pero, ¿cuál es el mensaje que los ciudadanos esperan escuchar de la oposición en tiempos turbulentos?
Los líderes de diferentes países de la región vieron reflejada una alta aprobación por parte de la opinión pública respecto a su gestión frente al coronavirus. Y en la mayoría de los casos, la aprobación de la gestión de los líderes frente al covid-19 es mayor que la aprobación que obtiene el mismo líder por su gestión general como presidente.
En un análisis realizado por nuestra consultora a partir de datos publicados en 13 países de América Latina durante el último mes, el promedio de aprobación de la gestión de los líderes frente al coronavirus de los líderes de la región es de 56 por ciento -15 puntos superior a la aprobación de gestión promedio registrada para esos mismos presidentes durante el 2020. Argentina es uno de los dos países evaluados en los que esta diferencia es más alta. Es decir, es uno de los dos países en los que los ciudadanos ven una diferencia más positiva entre la respuesta de su presidente a la crisis del coronavirus y su trabajo habitual en el cargo.
Durante las últimas semanas faltaron barbijos, respiradores y hasta recursos humanos para paliar la crisis, pero Alberto Fernández contó con un capital con el que pocas veces cuentan los políticos: la atención de los ciudadanos
No es sorprendente que ante altos índices de aprobación y en un contexto de gran incertidumbre, la mayoría de los espacios opositores se hayan llamado a silencio. Ya en el clásico "Arte de la Guerra" Sun Tzu recomendaba "evitar al enemigo durante un tiempo cuando está más fuerte."
En Argentina, ante la ausencia de un discurso opositor, el gobierno copó la agenda pública. Durante las últimas semanas faltaron barbijos, respiradores y hasta recursos humanos para paliar la crisis, pero Alberto Fernández contó con un capital con el que pocas veces cuentan los políticos: la atención de los ciudadanos. Según una encuesta reciente de Management & Fit, el 68 por ciento de las personas consultadas dicen seguir las noticias sobre el coronavirus en forma constante.
Mientras tanto, la oposición enfrentó desafíos y contradicciones internas. Por un lado, Horacio Rodríguez Larreta se mostró junto al presidente Alberto Fernández coordinando acciones de gestión mientras que Elisa Carrió criticó a los "oportunistas" que dentro de su mismo espacio político esbozaron las primeras críticas. Por otro lado, Patricia Bullrich y otros dirigentes apoyaron los cacerolazos demandando recorte de sueldos para funcionarios públicos y hasta la renuncia de algunos ministros.
Estas crisis abren una oportunidad a la oposición para empezar a recuperar el habla, pero qué dice y cómo lo dice es clave para garantizar no solo su rol en esta pandemia sino su posicionamiento para el día después
Luego de semanas de calma y apoyo casi unánime, empiezan a aparecer los primeros escándalos y también las primeras críticas. El viernes 3 de abril se produjo un primer quiebre cuando una ola masiva de jubilados -población de riesgo- se volcó a las calles en plena cuarentena haciendo colas en las puertas de los bancos en la desesperación por cobrar sus haberes. Tras esas imágenes, la aprobación de Alberto Fernández en su gestión del coronavirus tuvo una caída neta de 15 puntos. Días después aparecieron sobreprecios en la compra de comida por parte del Ministerio de Desarrollo Social dejando latente otro posible escándalo.
Estas crisis abren una oportunidad a la oposición para empezar a recuperar el habla, pero qué dice y cómo lo dice es clave para garantizar no solo su rol en esta pandemia sino su posicionamiento para el día después. En esta etapa, la oposición debería tener en cuenta tres acciones clave.
Primero, ponerse del lado de los héroes de la pandemia. No sabemos cuánto durará la nueva luna de miel de los gobernantes, pero sí sabemos que la valoración creciente de los verdaderos héroes de la pandemia -los médicos, enfermeras y demás personal de la salud que la sociedad aplaude de forma recurrente a las 9 de la noche todos los días-, va a permanecer. La oposición debe actuar como guardiana de estos sectores asegurándose de que tengan no solo el reconocimiento que se merecen sino la protección y el resguardo para enfrentar esta crisis.
Segundo, incorporar nuevos actores y expertos con credenciales a sus vocerías. En una crisis de esta naturaleza, los ciudadanos están más dispuestos a escuchar a técnicos que a políticos. No es sorprendente entonces que en Estados Unidos – además del presidente, la sociedad este siguiendo día a día las recomendaciones de Antony Fauci, un especialista en epidemiología que lleva 36 años como director del Instituto Nacional de Alergias y Enfermedades Infeccionas. O incluso Bill Gates, el líder de Microsoft que anticipó esta pandemia en una charla TED y hoy está presentando algunas de las soluciones más innovadoras para enfrentarla como la construcción de laboratorios en los que se puedan producir vacunas a gran escala una vez que estén disponibles. Para permanecer relevantes en la agenda actual, los líderes opositores deberían rodearse de expertos con trayectoria probada y legitimidad que puedan dar información confiable y soluciones alternativas.
La oposición todavía no ha presentado su hoja de ruta para navegar esta crisis
Tercero, presentar soluciones para el día después. Los gobiernos van a estar enfocados principalmente en apagar el incendio y en responder a la crisis. En ese camino es posible que se topen con dos de los sesgos cognitivos que Drew Westen -un profesor de psicología y especialista en evaluar las respuestas inconscientes en la opinión pública, recientemente describió en un artículo. Por un lado, la "fijación funcional" que nos inhabilita a reconocer que podemos usar herramientas familiares en formas diferentes para resolver problemas. Y, por otro lado, el "sesgo de confirmación" que nos lleva a buscar soluciones que reafirman nuestras expectativas pre-existentes. El gobierno es más susceptible de caer en estas trampas cognitivas asfixiado por las restricciones que impone un estado antiguo y pesado. Pero los actores opositores pueden tomar distancia del día a día y pensar nuevas soluciones usando herramientas existentes en formas diferentes y también permitiéndose juzgar los resultados sin preconceptos. Los empresarios ya se adelantaron en este punto presentándole un documento de 55 páginas al Presidente que incluye propuestas de uso de nuevas tecnologías, así como alertas sobre las necesidades productivas que surgirán luego de la pandemia.
Empieza una nueva etapa en la lucha contra la pandemia. Una etapa con más ruido y voces disonantes. El desafío lo enfrenta principalmente el gobierno que tiene que lograr comunicar su mensaje en el medio de más críticas. Pero también lo enfrenta la oposición, que tiene que elaborar una crítica constructiva ante un futuro incierto. Una crisis sin precedentes, requiere soluciones sin precedentes. Y la oposición todavía no ha presentado su hoja de ruta para navegar esta crisis.
* La autora es Directora de Dynamis Consulting