La obsesión por Keynes
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John Maynard Keynes “se dedicaba a hacer inversiones y era chotísimo (sic), al punto de que quebró. Se queda sin plata”. La mala educación y la falta de modales de Javier Milei no requieren ya de explicaciones. Ni cuando tiene razón ni cuando dice medias verdades o falsedades. Por eso elige con precisión el escenario donde va a dar “cátedra” (porque no son entrevistas). Aquella conclusión fue parte de una larguísima charla en el canal Neura, el lunes pasado, en la que, una vez más, denostó al economista británico que cambió buena parte del enfoque de la política económica tras la crisis mundial de los años 30.
Efectivamente, Keynes actuaba como inversor en mercados financieros y en sus primeros años tuvo resultados muy magros. Por eso mismo, a mediados de los años 20, resolvió invertir en activos de largo plazo no especulativos, básicamente acciones de empresas británicas y estadounidenses.
Fue presidente de la National Mutual Life Insurance entre 1921 y 1938, y administrador del fondo de inversión del King’s College de la Universidad de Cambridge de 1924 a 1945. El patrimonio del fondo creció diez veces tras su gestión, en un período atravesado por la crisis de 1929 y los preparativos para la Segunda Guerra Mundial.