La obra del siglo
En las últimas tres semanas el retroceso institucional de la Argentina alcanzó la categoría de alarmante. El avance del Poder Ejecutivo sobre los otros poderes fue tal que se pasó por encima de cualquier impedimento constitucional.
Esto llevó a que Terragno le encargara a María Chimondeguy colaboradora de su extrema confianza que se pusiera en contacto con Ramón Hernández secretario privado del Presidente para gestionar un encuentro entre ambos.
Nadie más intervino en el armado de la reunión de anteayer.
Allí Menem y Terragno no se tutearon cosa que antes sí ocurría. Menem reivindicó su decisión de que el Congreso le delegue poderes que Saadi sea aceptado como senador y que los indultos son una facultad privativa del Presidente. "El riesgo - habría dicho Terragno- es el abuso de esa facultad."
Por entonces Carlos Corach y extrañamente Alberto Kohan fueron llamados a participar del encuentro. Menem retomó el tema de los indultos para decir: "Si no están de acuerdo propongan reformar la Constitución." ¡No! Basta de reformas" respondió Terragno. Kohan intervino con una frase llamativa: "No hay que tenerle miedo a las reformas."
La situación pendiente de los senadores que aún no pudieron incorporarse y la designación de los jueces de la Corte Suprema fue cuestionada por Terragno y defendida por Menem. "Todos los gobiernos quieren una Corte que concuerde con el Poder Ejecutivo" dijo el Presidente.
Quedaba en claro que las posiciones de Menem y Terragno no podían coincidir. Si el titular de UCR quedó convencido de que el Gobierno seguirá adelante con sus proyectos Menem Corach y Kohan percibieron que el diálogo con el jefe de la oposición ya no es como antes.
Precisamente el procedimiento para que el Dr. Adolfo Vázquez ocupara el cargo que dejó vacante Ricardo Levene en la Corte Suprema fue el comienzo. "En el tema de la Corte Suprema el Gobierno parecía un elefante en un bazar" dijeron en el radicalismo.
En su afán por controlar la Corte Suprema el menemismo no tuvo reparos en dejar de lado la Constitución el Pacto de Olivos o cualquier otro acuerdo que existiera.
Acumular poder
En esta desenfrenada carrera por la acumulación de poder nada causó más impresión que las imágenes de la Policía Federal y la Policía de Catamarca en el caso que involucra a Ramón Saadi quien es prófugo de la Justicia según un juez y no lo es de acuerdo con una jueza subrogante que falló que el conflicto es de orden federal. Ahora el caso está en la Corte Suprema. También refleja la necesidad que siente el Poder Ejecutivo de estar lo más cerca posible de los dos tercios en la Cámara de Senadores. Y probablemente lo que puede aparecer detrás de cada una de las intenciones y las imágenes es el fracaso de la obra del siglo como empezó a denominarse al Pacto de Olivos en alusión a "la obra del siglo" con que Saadi anunció en su época de esplendor un emprendimento destinado a la red de distribución del agua.
No es sencillo entender todo este episodio que daña mucho más a las instituciones que a las personas si no se toman en cuenta la propuesta y los resultados de la obra del siglo más conocida como Pacto de Olivos. Basta con considerar sólo dos o tres hechos compararlos con la realidad y sacar las conclusiones.
Uno es que como expresó el senador Juan Ramón Aguirre Lanari (Pacto Autonomista Liberal) se generó un berenjenal jurídico que tiene en su origen al Pacto de Olivos; no sólo por lo ya ocurrido sino también por lo que ocurre y hasta por lo que no ocurre por sugestivas parálisis institucionales.
"Con el pretexto de contener la hegemonía partidaria en el Senado y aun aceptando la buena intención de los protagonistas en la convención reformadora se acordó un complejo sistema electoral de dos senadores por la mayoría y uno por la minoría que tal como lo demuestran los hechos es posible en algunos casos y en otros no" dijo Aguirre Lanari.
Otro hecho por tener en cuenta es que ahora a dos semanas de la fecha establecida para asumir su mandato hay ocho senadores que no pudieron hacerlo o que aún no fueron elegidos por las legislaturas provinciales. Cuatro son radicales uno del Frente Cívico dos del justicialismo y uno del Partido Renovador de Salta. "El día que se incorporen todos según los procedimientos correctos el objetivo del justicialismo con los dos tercios de la Cámara alta se aleja" dijo Terragno.
¿Cómo?
¿Cómo hacer creíble con este panorama las decisiones que tomarán los senadores? ¿Cómo hacerlo si se enfrentan la Policía Federal para proteger a un senador con la Policía de Catamarca que buscaba detenerlo?
Sólo basta con imaginar un escenario: que en ese momento de nervios y forcejeos alguien hubiera disparado. ¿Quién hubiera asumido la responsabilidad?
La obra del siglo tuvo como protagonistas rutilantes a Carlos Menem y Raúl Alfonsín acompañados por los ultras de ambos lados y por ejemplo por un azorado Eduardo Duhalde. En el guión original figuraba que uno de los objetivos era limitar los poderes del Presidente. Nunca tuvo tanto poder como ahora y nunca como ahora el menemismo sueña con Menem 99.
La obra del siglo o Pacto de Olivos revela dos años después de concertado lo que muchos presumían: estaba pensado y hecho exclusivamente para la reelección de Carlos Menem. El resto siempre dejó la sensación de ser tratado como algo accesorio. Podía ser incluido o no. Para el mene mismo no tenía mayor importancia.
El episodio de los senadores por la minoría o tercer senador es en definitiva la consecuencia -aunque no la única- que hoy se hace más visible de las flaquezas y debilidades del pacto.
Ese pacto dio origen a una extensa serie de disposiciones transitorias y hoy por ejemplo pocos recuerdan que el papel del jefe de Gabinete debe ser reglamentado por ley. Sin embargo todo se hizo por decreto.
Si esto no fuera suficiente Menem quedó en posición de omitir el pacto sin que Terragno -que siempre fue antipactista- pueda reclamar su cumplimiento.
La mala imagen de los cuerpos legislativos no es exclusivamente argentina. Es un argumento que comienza a ser utilizado. Y es cierto. Pero tal como lo afirmó Rosendo Fraga cuando alguien que va a ocupar un cargo electivo al ser requerido por la Justicia no se presenta tiene mayor repercusión que si lo hiciera un ciudadano común y además afecta a la institución a la que pertenece o pretende pertenecer.
Hoy
Aquella mala imagen de los políticos no significa que no los haya buenos y muy buenos que tratan de ser útiles desde el cargo que ocupan o desde su partido. Pero hoy el Senado deja la sensación de que tiene cuatro categorías: las de aquellos que fueron elegidos como lo marca la Constitución la de quienes llegaron mediante de oscuras votaciones legislativas la de los ex gobernadores -habitualmente los que terminaron sus mandatos en condiciones conflictivas- y la categoría de los prófugos.
Es como si el Senado fuera camino a convertirse en una plataforma política personal en el final agridulce de quienes cumplieron otras funciones o en el insólito refugio de aquellos que necesitan los fueros parlamentarios como tabla de salvación.
Las prerrogativas constitucionales de los legisladores conocidas como fueros parlamentarios tienen como propósito garantizar la independencia legislativa. No son esas prerrogativas para amparar la impunidad.