La noche en la que todos nos fuimos mejores
El detrás de escena de un momento cargado de emoción: el evento “La vida es hoy”, organizado por la Fundación Esteban Bullrich; el propósito: recaudar fondos para crear el primer centro argentino especializado en la atención de pacientes con esta afección
- 5 minutos de lectura'
El Movistar Arena estaba vacío. Unos diez colaboradores de la Fundación Esteban Bullrich pegaban en las miles de sillas el código QR para seguir sumando donaciones. Las pantallas iluminaban el gigante y una virgencita reposaba incólume en una mesa sobre el escenario. La acompañaba un ramo de flores y una imagen de Jesús. Eran las cuatro de la tarde y faltaban todavía tres horas para el momento señalado para el inicio de “La vida es hoy”.
Detrás de escena se vivía esa tensa calma previa a la línea de largada. Chequeos de rutina, chicos que corrían con sus remeras especialmente preparadas, familiares de Esteban Bullrich que se iban sumando y una sola certeza: la de haber dejado todo. Durante toda la jornada llegaban mensajes del minuto a minuto y uno puntualmente fue el espaldarazo final: se habían agotado las entradas. El propósito de la fundación liderada por la familia Bullrich Sequeiros estaba claro: recaudar fondos para crear el primer centro argentino especializado en la atención de pacientes con esclerosis lateral amiotrófica (ELA), la afección que le fue diagnosticada hace poco más de un año al exsenador.
A las 18.40 se produjo una de las imágenes que signaría la noche. Miles de personas entraban silenciosas y ocupaban todas y cada una de las sillas. Sus donaciones no fueron solo dinero sino tiempo, ganas, oraciones y porque no empatía, un factor tan pero tan ausente en tiempos de grieta.
La cantante Silvina Moreno abrió las presentaciones. “Me fui de la Argentina y decidí volver años después. Y mi país me regaló la oportunidad de estar frente a ustedes”, expresó la artista. Luego llegó Mateo Salvatto, fundador de la empresa que desarrolló “Háblalo”, la app que le facilita la comunicación a más de 100.000 personas con dificultades del habla. “Vivimos en un país donde la realidad no tiene ninguna clase de sentido. Por eso, quiero transmitir: hay un futuro tremendo si queremos perseguirlo”, resaltó el emprendedor.
Marcela Capuano, que convive con ELA desde hace nueve años, se dio en septiembre de 2021 un abrazo con Bullrich que emocionó hasta las lágrimas. Ella afirmó; “hay que ponerle ganas a la vida”.
En tanto Carlos Páez Vilaró, sobreviviente de la tragedia de los Andes, subió al escenario para compartir su relato. “La vida no se aplaude. La vida hay que vivirla. La vida es hoy. Hicimos mucho en el día de hoy para que suceda algo en el día de mañana. Fue la actitud la que nos salvó en los Andes y es la actitud la que define Esteban”, agregó.
Un minuto pasadas las 21 se produjo tal vez el momento más fuerte. Esteban Bullrich y María Eugenia “Uque” Sequeiros, su mujer, subieron al escenario y el estadio se puso de pie. No había clima de tristeza sino de esperanza. Durante toda la entrevista se produjo la magia de volver a las fuentes. La mirada a los ojos era el único código. El silencio y la capacidad de escucha complementaban una foto de familia que incluyó a todos sus hijos por un pedido improvisado de él. El tiempo por un momento se frenó en ese aquí y ahora.
Bullrich se comunica a través de un tobii que es una máquina que le lee el iris del ojo y eso le permite hablar. Sus ojos transmitían paz. “Siento mucha alegría profunda, del corazón, de gente buena que nos acompaña desde el principio y los que se sumaron. Esteban les movió algo en su corazón. Recibimos saludos”, sostuvo Sequeiros. Y agregó: “él vive siempre con una sonrisa. No le escapa a la vida. A pesar de los malos momentos y los llantos, somos felices”.
¿Cómo aprendiste a llevar la enfermedad?”, fue una de las preguntas más difíciles de hacer. Y él respondió: “Lo veo como si Dios me hubiese dado esta enfermedad para que emprenda la batalla. Yo no la dejo descansar a la ELA. Voy a encontrar una cura. Me voy a dormir siempre diciéndole que le voy a ganar”. Y continuó: “la puta que vale la pena estar vivo”. Debajo del escenario se veían abrazos, manos tomadas e inclusive mucha gente con sus rosarios en mano. Por momento los aplausos irrumpían y por otros las luces de los celulares jugaban cómplices para dar el marco de estrellas.
El cierre de la noche quedó a cargo de Diego Torres. “La vida es hoy. Tenemos que estar agradecidos. Vivimos distraídos. Y debemos hasta agradecer que tenemos un papá, una mamá, un hermano con el que pelearnos. Disfrutar de los besos, abrazos y caricias. Aprovechar el día a día al máximo. Sacarle el jugo a la vida. La vida es hoy, más que nunca”, disparó Torres a poco de cantar su Color esperanza que hizo que toda la familia de Esteban Bullrich y Uque Sequeiros se fundiera en un profundo abrazo. Ahí llegó el momento del reconocimiento y Bullrich agradeció a los presentes por haberlo acompañado. Pero a esa altura los agradecidos éramos nosotros. Todos nos fuimos mejores de esa noche inolvidable en la que el tiempo se detuvo en lo más importante. Ya era hora.