La Navidad de Emilio y Julio Méndez
Emilio y Julio Méndez, de 80 y 78 años respectivamente, son vecinos de la ciudad de Tandil, gente buena y querida. El primero fue empleado del Banco Comercial local, del que llegó a ser gerente y el segundo se dedicaba a la administración de campos. Emilio fue también miembro del Consejo de Administración de la usina eléctrica de la ciudad.
Los hermanos Méndez jamás imaginaron que sus vidas quedarían signadas por la muerte de Carlos Alberto Moreno, alias Negro Beto, abogado laboralista, militante de la Juventud Universitaria Peronista (JUP) e integrante de Montoneros, a quien jamás conocieron. Moreno fue secuestrado el 29 de abril de 1977 y asesinado el 3 de mayo de 1977, en una quinta de las afueras de Tandil que Emilio y Julio habían comprado en condominio y que por entonces estaba abandonada.
Moreno está incluido en el Registro Único de Victimas del Terrorismo de Estado 2015 y homenajeado en el Parque de la Memoria; sus herederos cobraron la indemnización establecida por la Ley 24.411 y su hijo, Matías Moreno, es el actual subsecretario de DD.HH. de la Provincia de Buenos Aires.
Días después de la muerte de Moreno, Emilio fue convocado para presenciar un reconocimiento policial en su casa quinta abandonada. El Juzgado Federal de Azul, citó a los hermanos Méndez como testigos, quienes ratificaron su total desconocimiento y estupor sobre lo allí ocurrido.
La causa, archivada, recobró impulso con la restauración democrática de 1983, para volver al archivo. Durante el gobierno de Néstor Kirchner las actuaciones fueron reabiertas y los militares imputados y los hermanos Méndez fueron citados por el Juez Federal de Azul, ahora como imputados, para prestar declaración indagatoria en la denominada "Causa Tomassi". Las agrupaciones de derechos humanos los recibieron en la puerta del juzgado con cánticos amenazantes, insultos, escupitajos e inmediatamente desataron una campaña de hostigamiento en los domicilios de Emilio y Julio, arrojando piedras a las ventanas y pintando en el frente de sus casas la inscripción "genocidas". Los escraches incluyeron volantes con la imagen de los Méndez, a quienes se asoció con el plan criminal de la última dictadura militar. El Juez Federal de Azul, Dr. Juan José Comparato, hoy fallecido, otorgó la eximición de prisión a Emilio y Julio.
La causa por los hechos ocurridos hacía 34 años atrás llegó a juicio y el debate oral se celebró en Tandil el 9 de febrero de 2012. Emilio y Julio tenían entonces 72 y 70 años, respectivamente.
El hostigamiento fue profundizándose con la anuencia del Tribunal Oral Federal de Mar del Plata, presidido por el Dr. Falcone e integrado por los Dres. Parra y Portela. El juicio debía celebrarse en Mar del Plata, pero se optó por montar la escena en el aula magna de la Universidad Nacional del Centro de la Provincia de Buenos Aires (Unicen) con sede en Tandil: todo estaba preparado para la primer condena a imputados civiles en una causa por delitos de lesa humanidad (DLH), cómo cómplices de lo que las organizaciones de DD.HH. denominan "una dictadura cívico militar".
Comenzada la acusación ante un público compuesto mayoritariamente por integrantes de organismos de DD.HH. y militantes, se desató un ambiente de linchamiento festivo y cánticos, que debió ser interrumpido fijando un cuarto intermedio. Nada indicaba que los acusados pudieran resultar detenidos, dado que siempre habían estado a derecho, no había motivo para presumir un intento de fuga o de entorpecimiento de la investigación y habían comparecido al juicio. Pero, finalizado el cuarto intermedio, el Dr. Falcone leyó una resolución por la cual se revocaba la eximición de prisión y excarcelación a todos los imputados y, como consecuencia de ello, quedaron privados de su libertad en el acto y hasta el día de hoy. El público estalló en gritos de júbilo. El tribunal informó que la resolución se fundaba en que una de las testigos había recibido una amenaza anónima en su teléfono celular y que un testigo ya fallecido había sido presionado en la época en que Moreno fue asesinado, 34 años atrás.
Concluida la primera audiencia, todos los imputados fueron conducidos a una comisaría provincial. Desde allí fueron trasladados, todos los días del juicio oral, a la sede de la Unicen. Se los hacía ingresar y salir por la entrada principal del Aula Magna, donde eran recibidos por la agrupación HIJOS, entre otros manifestantes, quienes los insultaban y les arrojaban objetos y líquidos inflamables, entre otras vejaciones.
Pero el ultraje recién empezaba y hubo que esperar a la audiencia de cierre y lectura del veredicto para tomar conciencia de la magnitud de la cruel farsa judicial. No hubo ningún testimonio ni prueba de otra naturaleza que acreditara, ni remotamente, que Emilio y Julio Méndez estuvieran al tanto de lo que había pasado en su quinta abandonada. Tampoco se probó, de modo alguno, que en la "Chacra de los Méndez" hubiera funcionado, menos aún con conocimiento de los mismos, un Centro Clandestino de Detención. La farsa llegó al paroxismo cuando uno de los acusadores se refirió a la quinta como un "campo de exterminio" y algunos testigos manifestaron que, habiendo sido secuestrados y torturados en otro lugar llamado "la Huerta", fueron trasladados encapuchados a la "Chacra de los Méndez" en el baúl de un auto. No obstante ello afirmaron que "sintieron" que habían estado allí. Por ridículo que resulte, dijeron que tuvieron esa "sensación" porque en el traslado cruzaron una vía y que, en un reconocimiento de la "Chacra de los Méndez", vieron unas piedras en el piso, cerca de la casa, cuya "textura", debajo de los pies, era la misma que habían sentido entonces. La realidad de los hechos es que sólo se sabe que Carlos Alberto Moreno pudo haber estado cautivo cuatro días y asesinado en ese lugar y que alrededor de Tandil son muchos los cruces de caminos con vías, y qué decir de las piedras.
El Tribunal condenó a prisión perpetua, como autores directos de privación de la libertad calificada, tormentos agravados y homicidio calificado de Carlos Alberto Moreno al Teniente Coronel Julio Alberto Tomassi, al Mayor Roque Ítalo Pappalardo y al Conductor Motorista José Luis Ojeda. Condenó también a Emilio Felipe Méndez a quince años de prisión y a Julio Manuel Méndez a once años de prisión, por considerarlos partícipes necesarios.
El público estalló en gritos, profiriendo proclamas amenazantes, insultos y manifestaciones de violencia, mientras los condenados eran llevados al exterior del edificio por la puerta de ingreso principal, donde se habían reunido miles de personas convocadas al efecto. El espectáculo montado incluyó la contratación de una pantalla gigante para transmitir el juicio y la vistosa participación de la banda "La Bersuit". Los abogados defensores se vieron obligados a abandonar el lugar saltando un muro, para luego escapar por las propiedades lindantes al mismo tiempo que, en la Plaza San Martín, atronaba "El tiempo no para".
Después de pasar un mes en el penal de Barker, los condenados fueron trasladados el Complejo Penitenciario Federal II de Marcos Paz, donde comenzaron a cumplir la pena impuesta en una sentencia que no está firme.
La sentencia condenatoria fue confirmada por la Sala IV de la Cámara Federal de Casación Penal.
En prisión
Tomassi y Pappalardo murieron cumpliendo su condena y Ojeda sigue detenido en el penal de Marcos Paz.
La salud de los Méndez, que no era buena cuando comenzó el juicio, se deterioró mucho desde entonces. Julio sufre de diabetes, hipertensión y enfermedades coronaria y renales agudas, por lo que varias veces fue sometido a cirugías. Igual que su hermano, Emilio también tiene su salud muy comprometida. Por este motivo, se les concedió la prisión domiciliaria luego de dos años y cuatro meses de encierro carcelario de Julio y un año más en el caso de Emilio. A la fecha llevan ya 8 años sin disponer de su libertad.
Como cientos de detenidos por DLH, los hermanos Méndez tuvieron que solicitar autorización para viajar a los centros asistenciales de la CABA, sufriendo los traslados del Servicio Penitenciario Federal en camiones destartalados, sorpresivamente convocados, levantados y transportados a media noche o de madrugada o soportando el encierro en los vehículos al rayo del sol o bajo la helada invernal durante días enteros.
Los hermanos Méndez y su defensor, el Dr. Andrés Arla, no claudicaron en su empeño para demostrar la inocencia de aquellos y llegaron a la Corte Suprema de Justicia de la Nación.
Navidad
El martes 22 de diciembre de 2020, en un fallo que constituye un hito histórico y con los votos de los jueces Rosenkrantz, Maqueda, Lorenzetti y Rosatti, la Corte dejó sin efecto el fallo de la Cámara de Casación, integrada por Hornos, Borinsky y Gemignani, ordenándole que revisen la condena dictada por el Tribunal Oral y dicten un nuevo pronunciamiento.
El voto de Rosenkrantz se adentra en la cuestión de fondo y demuele los pseudo fundamentos del tribunal oral y de casación: por atroces que sean los crímenes a juzgar, para condenar se necesitan pruebas suficientes para alcanzar certeza, ante la duda debe absolverse, y el principio constitucional de presunción de inocencia ampara a todos los habitantes sin distinción, también a los imputados por DLH.
Rosenkrantz ha escrito, de una vez y para siempre, "la violación del derecho no justifica la violación del derecho"
Emilio y Julio Méndez han pasado la mejor Navidad después de ocho años injustamente presos. Han solicitado su inmediata liberación, mientras esperan la próxima audiencia de la Cámara de Casación que tendrá lugar el 22 de febrero de 2021 y el juicio oral de una nueva farsa, la "Causa de la Huerta".