La naturaleza, en peligroso declive
En un escenario donde urge la unión de líderes globales para proteger la pérdida de la diversidad biológica y luchar contra el cambio climático, se realizará desde hoy hasta el 19 de este mes en Montreal, Canadá, la 15° Conferencia de las Partes del Convenio sobre Diversidad Biológica de la ONU (COP15). Este evento convocará a los gobiernos de todo el mundo para acordar un nuevo marco mundial para la conservación, uso responsable y restauración de la diversidad biológica a 2030.
La explotación intensiva de bienes naturales, los hábitos de producción y consumo, el cambio climático, entre otros impulsores, aceleran las tasas de extinción de especies y devastan ecosistemas enteros.
Una evaluación global reciente de la Plataforma Intergubernamental de Biodiversidad y Servicios Ecosistémicos de las Naciones Unidas (Ipbes) advirtió que el 75% de la superficie terrestre ha sufrido alteraciones considerables, mientras que el 66% de la superficie oceánica está experimentando cada vez más efectos acumulativos y se ha perdido más del 85% de la superficie conocida de humedales. A su vez, alrededor del 25% de las especies de grupos de animales y plantas evaluados están amenazados, lo que sugiere que cerca de 1 millón de especies podrían enfrentarse a la extinción en sólo décadas.
La Argentina es un país con gran diversidad de ecorregiones que albergan gran biodiversidad. Pero esta se ve afectada por las mismas amenazas identificadas a nivel global, entre las cuales se resaltan la imparable deforestación. Cuando de los bosques nativos se trata, ecosistemas que cuentan con el amparo de la ley 26.331 sancionada hace ya 15 años, es extremadamente preocupante que el país siga figurando entre las naciones que más deforestan y que permanezca por lo tanto, en emergencia forestal.
Desde la sociedad civil venimos advirtiendo que la implementación de la ley de bosques ha sido parcial por parte de las autoridades de todos los niveles del Estado. Muchas de las herramientas que provee esta norma no fueron empleadas o debidamente complementadas a raíz de las deficiencias de los gestores públicos y la falta de financiamiento.
Si bien las deficiencias son varias, hay algunos cambios a partir de la implementación de la ley que pueden destacarse. Por ejemplo, la visibilización de la problemática de la pérdida de los bosques nativos; la difusión de su importancia y los beneficios socioambientales que proveen; la reducción de los niveles de deforestación, aunque con dificultad, y la posibilidad de fortalecer la institucionalidad nacional y local en materia de gestión.
Necesitamos que los gobiernos estatales y provinciales tengan presente el rol fundamental que cumplen los bosques en la regulación climática, el mantenimiento de las fuentes y caudales de agua, la conservación de los suelos y de la biodiversidad. Protegidos y gestionados responsablemente, los bosques incrementan la resiliencia de la naturaleza y de las sociedades. Actualmente estos ecosistemas cubren casi el 31% de la superficie de la Tierra, y concentran más de la mitad de la biodiversidad terrestre del planeta. Es esencial asegurar bosques sanos; que el monte siga en pie.
Directora ejecutiva adjunta de la Fundación Ambiente y Recursos Naturales