La naturaleza del peronismo
El título de este artículo se inspira en un recordado libro de Alan F. Chalmers, ¿Qué es esa cosa llamada ciencia?, publicado en el año 1976. Allí, el autor británico realizó una valoración de la naturaleza y el estatuto de la ciencia y sus métodos. Su objetivo fundamental era servir como una introducción simple, clara y elemental de los modernos puntos de vista sobre la naturaleza de la ciencia.
El próximo 17 de octubre (si no tomamos el 4 de junio de 1943 como fecha de nacimiento original) el peronismo cumple 75 años de presencia en la vida política argentina; representa este entonces un buen momento para realizar una presentación lo más simple y clara sobre su naturaleza y configuraciones, parafraseando al inolvidable Chalmers.
El peronismo ha logrado persistir en el tiempo bajo diferentes formatos, a diferencia de otros movimientos contemporáneos de segunda posguerra como el varguismo en Brasil o el velazquismo en Ecuador y otros partidos políticos de base sindical (obrera y/o campesina) como Acción Democrática en Venezuela, el APRA en Perú o el Partido Comunista de Chile
El peronismo ha logrado persistir en el tiempo bajo diferentes formatos, a diferencia de otros movimientos contemporáneos de segunda posguerra como el varguismo en Brasil o el velazquismo en Ecuador y otros partidos políticos de base sindical (obrera y/o campesina) como Acción Democrática en Venezuela, el APRA en Perú o el Partido Comunista de Chile.
Así es como han tenido lugar a lo largo de estas siete décadas diferentes versiones de un mismo fenómeno político: la clásica (1945-1955), una combinación entre el laborismo de posguerra y el corporativismo de entreguerras; la de la resistencia (1955-1973), signada por el exilio del general Perón y la proscripción política, y el conflicto entre la vieja guardia representada por las organizaciones sindicales y las nuevas generaciones influenciadas por los movimientos contestatarios de la década del 60, como la revolución cubana, que hicieron de la lucha armada su estrategia de acción política (FAP, Montoneros). Este conflicto ("patria peronista vs. patria socialista") tendrá su más hostil expresión durante los años de retorno del peronismo al poder entre 1973 y 1976, todo ello en medio del retorno de Perón después de 18 años de exilio, su tercer triunfo electoral en septiembre de 1973 y muerte el 1º de julio de 1974.
En 1983, el peronismo debió afrontar un desafío no previsto para "el partido más grande de Occidente" como fue la derrota en elecciones competitivas en octubre de aquel año en manos del ascendiente líder radical Raúl Alfonsín, reiniciando el camino de su reinvención permanente ahora en democracia; en esta nueva etapa, el movimiento fundado por el general Perón tuvo su fase "socialcristiana" entre 1985 y 1988 bajo el liderazgo de Antonio Cafiero. La inesperada derrota de Cafiero frente Carlos Menem en internas partidarias (las únicas en democracia) representaron paradójicamente el triunfo de la renovación y al mismo tiempo el final del proyecto renovador. Fin de la versión socialcristiana.
Bajo el liderazgo de Carlos Menem, entre 1988 y 1999, el peronismo conoció su versión "neoliberal" en un contexto interno caracterizado por la crisis de la hiperinflación (1989/1990) y externo por la hegemonía ideológica del Consenso de Washington y el colapso de los socialismos reales entre 1989 y 1991, año de la desintegración de la entonces Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas (URSS).
En los comienzos de este siglo y tras la crisis terminal del año 2001, emergió una versión "setentista" del viejo movimiento cuya principal expresión política es el kirchnerismo. La misma tiene inspiración en la experiencia política del peronismo de la década del 70 (si bien tanto Néstor como Cristina Kirchner tuvieron una participación más bien periférica), como así también en un contexto regional de comienzos de siglo signado por la emergencia de gobiernos de izquierda radical, socialdemócrata y populista ("el giro a la izquierda" o "la ola rosa").
Esta nueva versión del peronismo tuvo en el Frente para la Victoria-FPV y tiene en la actualidad en el Frente de Todos-FDT (aquí como socio principal de la coalición) sus herramientas para la competencia electoral. Estas mutaciones han transformado al peronismo de representar la voz de los descamisados a ser la voz de los desocupados, de Cipriano Reyes a Juan Grabois con escalas.
¿Qué factores, en definitiva, explican la vigencia del viejo movimiento y su capacidad de reinvención permanente? Dos parecen los principales: su pragmatismo ideológico (o su oportunismo con principios, parafraseando a José Nun) y su plasticidad organizativa a través de una organización con bajo nivel de institucionalización y gran capacidad adaptativa como planteó el politólogo estadounidense Steven Levitsky.
¡Es el movimiento, estúpido!
Politólogo, profesor asociado regular UBA