La muerte de una reina
Geraldine de Albania murió esta semana tras una vida entre el glamour y el exilio
NUEVA YORK.- Geraldine de Albania, que como esposa del rey Zog fue durante un año la primera y única reina de su país adoptivo y la única integrante de la realeza europea con sangre norteamericana, murió el martes último en Tirana, la capital albanesa. Tenía 87 años.
Su historia transcurrió como si hubiese sido una fantasía propia de Hollywood. Aunque era una condesa, la fortuna de su familia había menguado tanto que, a los 20 años, Geraldine vendía postales en el Museo Nacional de Budapest. Posteriormente, el rey Zog, que desesperadamente había estado buscando una novia, vio su fotografía. Ambos se conocieron en 1938, el día de Año Nuevo, y diez días después estaban comprometidos.
La boda fue triunfal. El velo de la novia bajaba desde una elevada diadema con naranjos en flor y su vestido de satén blanco estaba bordado con perlas. Cincuenta mil niños con trajes nativos aplaudían, y los clanes enemigos compartían el vino. Entre los regalos de boda figuró un Mercedes Benz de color escarlata enviado por Hitler.
La trama cambió. Tan sólo un año después Italia invadió Albania, y Geraldine, aún convaleciente después de dar a luz, huyó con su bebe en una ambulancia por sinuosos caminos de montaña con destino a Grecia. El rey Zog y 115 miembros de su corte, transportando 10 pesados baúles de valiosas pertenencias, hicieron lo propio.
Los sueños de Geraldine de fundar una dinastía se habían esfumado. La alta y afable reina rechazó un ofrecimiento para filmar películas. El matrimonio inició la larga odisea de viajar de un país a otro -un mes a un castillo de Versalles, y al mes siguiente a un palacio en Egipto-, algo tan melancólicamente conocido para los miembros de la realeza que debieron ir al destierro.
En el momento de su huida, se creyó que el rey Zog había aliviado su situación agregando las reservas de oro de Albania a su gran fortuna personal, previamente depositada en bancos suizos e ingleses. Su último acto antes de escapar fue transmitir una exhortación a su pueblo para "combatir hasta la última gota de sangre por la independencia de Albania".
Linaje americano
Geraldine Apponyi había nacido con el título de condesa, en Budapest, el 6 de agosto de 1915. Su padre era un noble húngaro, el conde Gyula Apponyi de Nagy-Appony, y su madre era, de soltera, Gladys Virginia Stewart, una integrante de una antigua familia del Estado norteamericano de Virginia. El abuelo de Geraldine había sido un alto funcionario en la corte de los Habsburgo.
Pero la realeza de Europa central había perdido tronos, dinero y prestigio después de la Primera Guerra Mundial. El padre de Geraldine murió en 1924, y su madre se casó en segundas nupcias con un oficial del ejército francés. La familia Apponyi insistió en que tanto Geraldine como sus dos hermanas fuesen educadas en Hungría.
Las circunstancias hicieron que las jovencitas aprendieran taquigrafía y dactilografía, pero sin dejar de frecuentar los salones de baile. Cuando tenía 17 años, Geraldine fue fotografiada varias veces durante una fiesta que ofrecían miembros de la monarquía húngara. Una de esas fotos le cambiaría la vida.
Mientras tanto, el rey Zog, que había escalado posiciones desde jefe tribal a primer ministro, y de allí a presidente y a primer monarca de Albania, y a quien a veces llamaban el Napoleón de los Balcanes, se sentía desdichado. En 1931 logró salir ileso de un atentado cuando abandonaba la Opera, en Viena, y su madre mantenía vigilada la cocina real para asegurarse de que los alimentos que consumía su hijo no estuvieran envenenados. Un artículo aparecido en la revista The New Yorker, en 1989, expresó que el rey Zog no hacía gran cosa salvo jugar al póquer y fumar diariamente 150 cigarrillos perfumados.
"¿Qué puedo yo ofrecerle a una novia?", se preguntaba el rey, según la edición de Current Biography, de 1944. La reseña añadió que ofreció una "generosa comisión" a un agente matrimonial que le encontrara una novia atractiva que tuviera un ingreso de un millón de dólares anuales. Luego vio la fotografía de Geraldine. El rey musulmán se enamoró perdidamente de la joven católica romana pobre.
La invitó a Albania, y Geraldine llegó poco antes de la Navidad de 1937. Fue convertida en princesa después de aceptar la declaración que el rey Zog le hizo el primer día de 1938.
Geraldine cautivó al pueblo albanés. Según informó la publicación The New York American, cuando el vicepresidente del país le regaló una cartera que contenía el equivalente a 500.000 dólares, Geraldine ordenó que la suma fuese entregada a la Sociedad de Beneficencia Nacional Albanesa.
Geraldine no abandonó el catolicismo y contrajo matrimonio en una ceremonia por civil el 27 de abril de 1938. Las circunstancias de la boda hicieron alusión a la intrigante política que abruptamente pondría fin al cuento de hadas de Geraldine un año después. El diario The New York Herald Tribune advirtió que Geraldine, que entonces tenía 22 años, "parece estar casándose con el eje Roma-Berlín así como con su rey". Y añadió que la muchacha "ciertamente se estaba casando con la política exterior de Mussolini". Además del Mercedes Benz enviado por Hitler, los regalos incluyeron floreros de cobre de parte del Duce y una extraña cómoda de parte del general Francisco Franco.
Pero en abril de 1939, las tropas italianas invadieron Albania, y el rey y la reina debieron huir. El canciller italiano, el conde Galeazzo Ciano, que había sido padrino de bodas de Zog, llegó en un avión de combate. El pretexto inmediato para la invasión fue la acusación italiana de que el rey albano no destinaba debidamente los fondos que le enviaba Italia, pero muchos indicaron que Mussolini estaba celoso de las conquistas de Hitler y que Albania estaba muy próxima.
El trono albanés pasó al rey Víctor Emmanuel II de Italia, y la errante peregrinación de la pareja comenzó. Pasaron por Grecia, Turquía, Rumania, Polonia, los Estados bálticos, Suecia, Bélgica y Francia, antes de instalarse en el Hotel Ritz, de Londres. Una vez que se hizo evidente que no podrían regresar a Albania, el rey Zog y la reina Geraldine viajaron a Egipto, donde el entonces rey Faruk recibía con beneplácito a los miembros de la realeza exiliados.
Cuando Faruk fue destronado en 1952, el matrimonio se trasladó a París, donde Zog, que había sobrevivido a varios intentos de asesinato, murió en 1961. Luego Geraldine vivió en España y Sudáfrica antes de volver a Albania a instancias del Parlamento, que la invitó hace cuatro meses.
A Geraldine la sobrevive su hijo, Leka, que regresó a su país para tratar de recuperar el trono albanés en 1997, pero su intento quedó frustrado al perder por una diferencia de 2 a 1 en un referéndum.
(Traducción de Luis Hugo Pressenda)