La medianoche del 4
Hubo un día y una hora específica en que todo el país tuvo que ponerse de acuerdo para modificar su número de teléfono
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Si alguien piensa que hoy en día la tecnología se mueve más rápido que nunca, debe saber que hubo una noche, más bien un preciso instante, donde la vida de todo un país cambió para siempre en pos de dar un salto comunicacional sin precedentes.
Fue el 24 de enero de 1999, mientras el país ardía bajo un sol radiante, cuando se puso en marcha el Plan Fundamental de Numeración Nacional (no es chiste, se llamó así) y todos debieron agregarle a su número de teléfono fijo el 4 adelante. De esta forma, los teléfonos que se leían ploteados en vidrieras, los volantes de negocios, los números de las guardias de hospitales, los hoteles, las farmacias, los colegios… todos debían sumarle adelante un 4. ¿La razón? Hablando mal y pronto y sin mucha precisión técnica, las empresas de teléfonos se quedaron sin números y hacía falta mayor caudal de numeraciones.
No solo era el hecho de sumar un número antes de marcar -o discar, porque todavía se discaba el teléfono― sino también la costumbre de agregarlo al vocabulario. Uno se podía encontrar a personas que no te decían su teléfono normalmente sino que arrancaban diciendo: “Bueno, 4… 6, 0, 5″. Era como que se resignaban a aclarar que ahora iba el 4, que sabían de la novedad y que un poco a desgano lo tenían que mencionar. Lo que hasta hacía una semana era “605″ ahora sería “4605″.
Créase o no, el día elegido no fue casual y estuvo pensado (sí, aunque usted no lo crea, fue planeado en este país). Se eligió la medianoche del domingo 24 de enero porque era el día con menor cantidad de comunicaciones. Reina el misterio de saber qué pasó si, en ese preciso momento, alguien estaba llamando a su esposa y del otro lado atendió un hombre que, casualmente, tenía una esposa que también se llamaba así. ¿Se habrá generado un problema de celos e inseguridades? ¿Habrán terminado todos llamando al terapeuta de parejas, siempre y cuando pusieran delante el 4 para que los atendieran en dicho consultorio y no en, por ejemplo, un hotel alojamiento y eso a su vez provocara un caos aún mayor? No hay información al respecto.
Lo que sí existió fue un número gratuito para evacuar dudas, el 120 (a secas, sin el 4 adelante) donde se aclaraban los tantos y hasta invitaban a los ciudadanos a que les avisaran a familiares y amigos que el cambio era inminente. Era como un apocalipsis telefónico donde nada iba a pasar pero que se había convertido en el tema del momento. No había nadie que no dijera: “¿Viste que se viene lo del 4?”. Algo similar ocurrió justo un año después cuando, en el cambio de milenio, la gente se preguntaba: “¿Viste lo del efecto Y2K?”. ¿Quieren más viejazo? A los teléfonos celulares -los pocos que había― también hubo que agregarles el 4, tal como en su momento informaron las dos empresas que cubrían Capital Federal (prepárense para un super viejazo): Movicom y Miniphone. O sea, desde ese momento sería 15 + 4 para llamar a esos ladrillos grisáceos que tenían unos pocos.
Mientras tanto, el argentino de a pie decidió sumar el 4 a su vida de manera rústica, casera, atada con alambre y sin desesperarse, pero con la buena voluntad de seguir en contacto. Se podían ver imanes de pizzería con el 4 agregado con marcador indeleble y tarjetas de profesionales de primera línea que le habían encomendado a la secretaria que modificara con birome una a una todas sus tarjetas.
Era el fin de una era para muchos, que habían crecido sin teléfono, luego habían logrado que Entel les diera línea y finalmente, luego de años de repetir de memoria su número, ahora debían agregarle el 4. Para ellos hubo una buena noticia: a los 0800 no se les agregó el 4. Por lo tanto, si usted se sintió identificado con esta columna y entendió cada palabra y hasta se emocionó, dejamos a continuación el número de la Anses para que vaya tramitando la jubilación: 0800-222-6737