La magia de Messi, una pasión exportada a Miami
MIAMI.- Si algo añoraba hasta ahora el inmigrante en Miami era la pasión por el fútbol. Tenemos restaurantes argentinos, empanadas o medialunas a domicilio, dulce de leche y yerba en el súper, un desfile de músicos o actores que buscan facturar en dólares.
Pero el fútbol solo se veía en la TV. A las tomas de la cámara había que subir el volumen para sentir los golpes del redoblante, y tararear los cantos de la hinchada desde un sillón con aire acondicionado. El fútbol, ese folclore que solo el argentino entiende, se extrañaba. Hasta ahora.
Con la llegada de Lionel Messi a Miami, de golpe todos volvimos a sentir la efervescencia de un gol, el frenesí de una camiseta. Su magia con la pelota logró las últimas tres victorias de un equipo que había perdido los 11 anteriores. Pero consiguió también el abrazo del de River con el de Boca, del expatriado que lleva 40 años con el recién llegado. Del que ya no veía fútbol con el que sigue torneos de aquí y allá. Logró sacarnos de la tele y darnos un espectáculo de carne y hueso. El disfrute de ir a la cancha.
¿Hay algún alma latina que no se haya hecho fan del Inter en los últimos días? Mi vecino venezolano me cruzó en la calle mientras paseaba a su perro. Tenía la remera del club a lo que le pregunté si era nueva. “Ya la tenía, pero ahora empecé a ir a la cancha. Estoy fascinado con Messi. Le hice a mis empleados un texto con las expectativas del equipo de trabajo, y en cada frase me propuse mencionarlo. Humildad y trabajo, como Messi; Obrar con el ejemplo, como Messi…”, y sigue.
Hasta el argentino menos futbolero ya planea sacar tickets. ¿Es el fútbol lo que llama? ¿O es la pasión entre compatriotas que necesitábamos lejos de casa? Otra magia de Messi.
“Cuando yo tenía 10 años, iba todos los domingos a la cancha con mi papá. A veces se sumaban mi mamá y mis hermanos. Después se degradó todo, violencia, partidos sin público, la naturalización de lo que sería excepcional en cualquier lugar del mundo. En 2023 me encuentro otra vez yendo a la cancha con mi esposa, mis hijos, familias amigas, y encima… ¡para ver al mejor de la historia! Esto es un sueño”, me cuenta Daniel Pais, un amigo hincha de Racing, expatriado, que juega aquí en tres ligas de fútbol.
Un rosarino que nos maravilla con sus jueguitos logró sin proponérselo la exportación de un hábito muy nuestro, una forma de vivir el fútbol: los cantos afuera del estadio, la mano en alto, el bombo con el canto al unísono, los abrazos entre desconocidos. Si bien el Inter ya tenía su barra, estaba lejos de ser lo masivo que es ahora. Mi amigo pasó de ir de vez en cuando, porque era lo único que había, a querer ir a todos los partidos.
Para el americano, es todo un descubrimiento. Ni en el super bowl, el evento más importante en el deporte de los Estados Unidos, se vive una pasión como esta. “Acá vas a ver una final, y la gente solo canta lets go... -seguido del nombre del equipo-, lets go”, dice un local. En una ciudad con tanta sangre latina, faltaba el disparador para sacar esa pasión de las entrañas. Otra magia de Messi.
Nació así otra versión de “Muchachos”: “…en Argentina nació y acá lo podrán ver, de Rosario hasta Miami, un camino que admiré. No te lo puedo explicar, porque no vas a entender, la emoción que hoy tenemos porque ya se viene el 10. Eso ya se terminó, porque Leo ya esta aquí, moltes gràcies Barcelona y también merci París”.
“What?” preguntará seguramente un gringo. Tanto delirio llama la atención. Quizá en unos años, en la fusión de costumbres, la locura se contagie, y escuchemos cantar “guys, I can’t explain it, because you won’t understand…”
También exportamos otro hábito: en algunos chats se ofrecen las remeras rosas truchas del crack hechas en Argentina por US$ 27, cuando la original cuesta US$ 185. No son las únicas. Afuera del estadio se ofrecen con disimulo otras en U$S 40.
Messi es el tema del momento. Si se muda a Fort Lauderdale o a Boca Ratón. Meses atrás, un residente de Weston tomó una foto de la televisión con la noticia de la llegada del 10 y le editó el zócalo. Le puso “Messi se mudaría a Weston” como chiste para sus amigos. Pero la foto viajó a la Argentina ida y vuelta, miles de veces, hasta que le empezó a llegar al autor del chiste como una realidad.
Después salió la foto en el Publix. ¿Es un montaje? ¿En cuál Publix estuvo Messi? “Dicen que fue el de Lauderdale by the Sea, porque una amiga reconoció a los empleados de la foto, que es donde compra ella”, aportan en un encuentro de mujeres.
Muchas de ellas, o más bien nosotras, hace un mes no sabíamos ni dónde quedaba el Inter. “Podríamos arreglar para ir todas a la cancha”, proponen en mi equipo de hockey, Kamikazes, formado por más de 40 mujeres argentinas. Merry, rosarina, ya le escribió a Antonella por Instagram para invitarla a jugar a nuestro equipo.