La lucha por las clases
Todo los prejuicios, antinomias y clichés se dispararon con La guerra por las clases presenciales. Grietas y abismos. Más políticos que sociales. No excluyentes. De un lado, alpargatas; del otro, libros. De un lado, irresponsables; del otro, guardianes de la vida. Los unos y los otros. Ni lo uno ni lo otro. Transversalidad al palo. Alumnos, docentes, padres atravesados por la angustia y la insensatez en una noche de domingo. Escenas explícitas de política impotente. Nada estimulante. Excitaciones mal canalizadas. Sin encuentro posible (ni deseado) con el otro. Antes fue la dicotomía salud-economía; ahora, salud-educación. Siempre se puede bajar. Nadie les avisó a algunos que cuando se creían en la cima estaban arriba del tobogán.
En tanto, vuelve la antinomia meritocráticos versus igualitarios. Con roles cambiados. Las noticias del exterior aportan confusión. En la biografía oficial de Miguel Díaz-Canel, el hombre nuevo cubano que acaba de poner fin a la dinastía de los hermanos Castro, se destaca su gestión como ministro de Educación. Y una de las medidas más resaltadas es haber reimplantado los exámenes de matemáticas, lengua e historia para ingresar a la universidad. Mientras, acá pasamos de la lucha de clases a la guerra por las clases. Parábolas y paradojas.