La lucha por escribir quién escribió primero
Destacados académicos y notables científicos de todo el mundo dieron una singular batalla de argumentos, en la Universidad de Pennsylvania, para intentar demostrar dónde y cuándo se inició esa revolución intelectual.
HAY misterios pertinaces, que parecen destinados a no aclararse nunca por completo. Son aquellos cuyas tramas brindan tan poca ayuda para ser descifradas que los investigadores giran en círculos sobre tiempos oscuros y tabletas de arcilla. Misterios embriagados de teorías, que se vuelven gigantescos por acumulación de interrogantes. Nadie sabe con certeza, por ejemplo, quién fue el primero en escribir. Quién tuvo la idea de plasmar en signos la representación del lenguaje hablado. Quién fue, en suma, el responsable de la gran división de la cultura humana en historia y prehistoria, y si fue un solo hombre o un solo pueblo.
Es lo poco que realmente sabemos sobre el origen de la escritura lo que hace apasionante su misterio. Académicos notables, tratadistas rigurosos e impostores osados derramaron ríos de tinta en busca de crédito. Hoy suelen aceptarse las tabletas de arcilla sumerias de hace 3300 años como la primera escritura protocuneiforme, madre del protosistema elamita del sur de Irán tres siglos más tarde y creadora de todos los sistemas posteriores. En todo caso, poco antes de que el tercer milenio antes de Cristo tocara a su fin, la escritura apareció en el valle del río Indo, en lo que hoy son Paquistán y la India, para pasar luego a Turquía, Siria y Creta, siempre bajo influencia sumeria. En China habría surgido 2000 años a.C., a lo largo del enigmático período Shang, y mil años después en Mesoamérica.
Pero esta teoría es tan imprecisa que día tras día parece aproximarse a lo que algunos arqueólogos llaman "la desesperación organizada por encontrar una explicación". Muy recientemente, Jonathan Mark Kenoyer, de la Universidad de Wisconsin, y Richard Meadow, de la Universidad de Harvard, mostraron alfarería hallada en las ruinas de la ciudad de Harappa, con marcas que interpretaron como evidencia de la utilización de símbolos de escritura del pueblo del valle del Indo hace más de 3300 años. Si alguna vez se determina que esas marcas son realmente ejemplos de protoescritura, la tesis sumeria se derrumbaría con tanto estrépito como su presunta paternidad de la escritura.
Denise Schmandt-Besserat, arqueóloga de la Universidad de Texas, salió de inmediato al cruce de las afirmaciones de Kenoyer y de Meadow, porque ella es partidaria de la teoría que indica que la primera escritura surgió directamente de un sistema para contar qué practicaban los sumerios. "Mis colegas dicen que los diseños sobre alfarería fueron uno de los principios de la escritura, pero quiero ver un solo símbolo de escritura que se pueda localizar en una olla. Simplemente, no existe", afirmó.
La batalla de Pennsylvania
Hace pocos días, un simposio convocado por la historiadora de arte Holly Pittman reunió en la Universidad de Pennsylvania a un grupo de notables, integrado por lingüistas, arqueólogos e historiadores de todo el mundo, en un intento por poner orden en el caos sobre el origen de la escritura. Ese encuentro sirvió de escenario a una batalla científica donde tesis enfrentadas se dispensaron fuego cruzado, aunque siempre en medio de sonrisas.
Ya sin municiones, los notables volvieron cada uno a su trinchera, a rumiar teorías propias en beneficio del misterio. Cuando las certezas no existen y queda un amplio margen para las dudas, la comunidad científica suele transformarse en una bolsa de gatos.
En ese encuentro, por ejemplo, Guenter Dreyer, director del Instituto Alemán de Arqueología en Egipto, anunció nuevas fechas a partir de dataciones por radiocarbono de alfarería encontrada en las tumbas de Abydos, en el río Nilo. Según ese estudio, las inscripciones jeroglíficas halladas en las tumbas fueron hechas en el 3400 a.C., lo que ubicaría la aparición de la escritura en Egipto y no en la Mesopotamia. John Baines, egiptólogo de la Universidad de Oxford, replicó con helada cortesía a su colega de disciplina: "Sospecho de esas fechas. Creo que está siendo muy osado en sus lecturas".
El simposio de la Universidad de Pennsylvania dejó en claro que nadie tiene aún pruebas concluyentes de que la escritura surgió en un solo lugar y luego se extendió por el planeta, o si apareció en varios sitios al mismo tiempo, como una revelación divina. Esta última posibilidad es una de las facetas más extrañas del misterio: algunos indicios parecen demostrar que hace 5300 años quienes habitaban China, Egipto y el valle del Indo accedieron a la representación escrita del lenguaje en forma simultánea con los olmecas y los mayas de México y América Central.
Pero fueron dos grandes corrientes de pensamiento las protagonistas del mayor enfrentamiento entre académicos y arqueólogos durante el simposio. Para los historiadores del arte, el origen de la escritura debe buscarse en pictogramas que se transformaron en símbolos abstractos de objetos y, paulatinamente, en signos ordenados representativos de palabras. Para los arqueólogos, la génesis de la fusión creadora del símbolo con el lenguaje hablado son los trozos de arcilla de distinta forma y tamaño, utilizados por algunos pueblos hasta el fin de la prehistoria como registros elementales de grano y de ganado.
Ambas teorías coinciden en que la aparicion de la escritura no se debió a una transcripción directa e inmediata del habla. "La aparición de la escritura como una representación instantánea del habla es simplemente imposible", sostuvo durante el simposio Peter Damerow, especialista en escritura cuneiforme sumeria en el Instituto Max Planck para la Historia de la Ciencia, en Berlín.
Un término aventurado
Damerow citó como evidencia que la escritura protocuneiforme sumeria nunca concordó con la sintaxis de su lengua y que estaba extremadamente acotada, pues sólo manejó categorías y no narrativas. Damerow es partidario de la teoría de que los sumerios fueron el primer pueblo en escribir, pero que su sistema apareció como un método simbólico de comunicación y que únicamente al evolucionar se fusionó con el lenguaje hablado.
El juicio de Damerow fue rebatido por Louisa Huber, investigadora del Centro Fairbanks para Investigaciones del Este Asiático, en Harvard. "El término imposible es muy aventurado de su parte -replicó Huber-. La escritura china, por ejemplo, da la clara impresión de ser pura desde su origen." Sus palabras demostraron que ningún pronunciamiento con respecto a la aparición de la escritura permanece a salvo de disputas y que también existe una corriente que sostiene que surgió como una interpretación directa del habla, sin medias tintas previas. Hay para todos los gustos.
Huber está alineada con quienes creen que de todos los posibles sistemas iniciales de escritura solamente los sumerios, chinos y mesoamericanos brindan pruebas de ser productos independientes. Pero Víctor Mair, profesor del idioma chino en Penn, no estuvo de acuerdo con esa creencia. En el simposio señaló que "el sistema chino de escritura bien pudo haber recibido influencias vitales de sistemas de escritura europea y del oeste asiático, así como de protoescritura sumeria".
Las tabletas de arcilla
Mair citó como ejemplo la influencia extranjera sobre la cultura china durante el segundo milenio a.C. (la carreta y la metalurgia con bronce, por ejemplo, llegaron allí desde occidente) y manifestó que, "sencillamente, no sabemos con certeza si la escritura china fue creada en forma independiente o no".
Hasta el momento y pese al reciente hallazgo de Kenoyer y Meadow, son los sumerios quienes cuentan con mayores posibilidades de llevarse finalmente el premio por haber desarrollado la escritura, en el año 3300 a.C. A esa fecha corresponden las dataciones de muchas tabletas de arcilla con escritura protocuneiforme halladas en lo que fue la ciudad sumeria de Uruk, en verdad el indicio más sólido al cual aferrarse. Los sumerios vivieron en Mesopotamia, en el valle inferior de los ríos Eufrates y Tigris, en lo que hoy es el sur de Irak.
Por lo menos, fueron los sumerios quienes parecieron entender como ningún otro pueblo de la antigüedad la función revolucionaria de la representación simbólica del lenguaje. Piotr Michalowski, especialista en Cercano Oriente en la Universidad de Michigan, opinó hace algunos meses que la escritura sumeria "implicó un rompimiento total con el pasado, pues si bien funcionaba para almacenar, preservar y comunicar información, también era un nuevo instrumento de poder. Creo -agregó- que la coerción y el control fueron el primer propósito importante de la escritura; una nueva forma de controlar la manera de vivir de la gente".
En ese entonces, sus palabras provocaron la indignada reacción de varios colegas. "Quizá se debe a que crecí en la Polonia stalinista a que tengo esta interpretación de los propósitos de la escritura sumeria", se vio precisado a aclarar Michalowski.
Los mismos indicios parecen señalar que la escritura sumeria ascendió con lentitud desde lo pictórico a lo abstracto a partir del 3300 a.C., y que demoró cinco siglos en arribar a la representación concreta del lenguaje hablado. Los jeroglíficos egipcios, por su parte, son tan radicalmente distintos de la escritura cuneiforme sumeria que probablemente fueron inventados de manera independiente, pero también es posible que Egipto haya obtenido la idea para escribir de los sumerios, con quienes tenían contactos en Siria. Nada es totalmente descartable.
Schmandt-Besserat cree que, en sus primeros 500 años, la escritura cuneiforme sumeria fue utilizada casi exclusivamente para registrar información económica y que cuando comenzaron a incluirse otros contenidos -como el nombre de quien la hacía, representado al capricho mediante un signo cualquiera- la escritura fue descubierta y salió de su caja en todas direcciones. Suena sensato, pero muchos académicos sostienen, por el contrario, que los pictogramas y la escritura primordial evolucionaron juntas, incluidas en el mismo contexto cultural que impulsó la experimentación en la comunicación a través de símbolos abstractos.
Hay tantas teorías como expertos, pero sigue siendo un misterio quién hizo o quiénes hicieron posible en origen, en algún lugar del mundo y hace más de 5000 años, que usted finalmente leyera este comentario una tarde de otoño en la Argentina.