La lucha de los colegios no formales por el reconocimiento legal
Escucho a padres hablar sobre la educación de sus hijos, padres quejándose de lo caro que sale un colegio privado, padres defensores de la escuela pública, padres que hablan de institutos pagos para poder aprobar los exámenes de ingreso del Nacional Buenos Aires o del Pellegrini. También veo a padres desesperados buscando docentes por Facebook para cubrir la licencia de la maestra de su hijo. Padres sin tiempo para involucrarse en las cooperadoras.
Veo a niños sin tiempo para jugar, sobreexigidos, niños diagnosticados y medicados. A niños sin clases por paro, por tomas, por amenazas de bomba. Niños con escuelas rurales sin maestros. Niños sin creatividad, adormecidos frente a una pantalla. Niños de colegios bilingües sin centro de estudiantes. Colegios con pedagogías alternativas solo para quienes pueden pagarlas. Cambios curriculares, salarios, paritarias, magisterios casi vacíos, escuelas sin recursos.
Últimamente escucho hablar de todos estos temas en cada cumpleaños, cena o asado a los que voy pero por alguna razón no escucho a nadie mencionar la batalla legal e ideológica que están enfrentando cientos de padres, docentes y profesionales de la educación para que los nuevos espacios de aprendizaje con pedagogías de enseñanza innovadora sean reconocidos por el Ministerio de Educación.
Muchos de los colegios Montesorri, Waldorf, bachilleratos populares o de educación libre que ya existen se encuentran fuera del marco de la ley para el Estado, por lo tanto, no pueden darle ningún certificado de estudios a sus alumnos. Según un mapeo realizado por la ONG Reevo, actualmente hay alrededor de 400 colegios no formales abiertos en todo el país.
Tampoco se habla sobre la posibilidad de que estas escuelas sean públicas y gratuitas. Tal vez porque hablar de esto en la Argentina todavía es una utopía.