“La jefa”, desesperada y en campaña
Desesperada y en campaña. Así está hoy Cristina, esa madre devoradora que acaba de deglutirse compulsivamente a un ministro clave sin un plan B para reemplazarlo. Batakis es, apenas, una pieza de emergencia que “la jefa” no vetó. O no vetó aún.
Asumió con gusto a poco y todos lo saben, incluso Batakis. En una reunión reservada con banqueros, junto a Miguel Pesce –su promotor–, la sucesora de Guzmán admitió su debilidad: “Cuento con pocas herramientas”, confesó. Un consultor de candidatos presidenciales lo resumió así: “Guzmán se robó el tiempo del Gobierno”. ¿Elecciones anticipadas? En el corazón de La Cámpora no lo descartan. En el círculo rojo, tampoco. Significativa coincidencia.
Cristina está desesperada y no solo por su situación jurídica. La inflación perfora día a día su piso electoral. Para peor, su reino ha sido amenazado por los movimientos sociales, que ahora decidieron disputar políticamente el corazón del pobrismo, como diría Pichetto. Patricia Cubría, la pareja de Emilio Pérsico, el patriarca del Movimiento Evita, está construyendo políticamente en La Matanza en abierto desafío al peronismo clásico de Espinoza. Cristina pretende unir al PJ bajo su ala y refugiarse en el castigado conurbano. Pero ahora los gerentes de la pobreza ya no quieren ser gerentes, sino accionistas. Mariel Fernández, la intendenta de Moreno, del Evita, es un ejemplo. La disputa, entonces, no es por la caja de los planes sociales. O no solamente. La disputa es por el poder y los votos.
“Los votos de Cristina son sus fueros”, completa el politólogo Pablo Touzon, abonando la teoría de que Cristina se está postulando para ser ella misma la candidata en 2023, sin “moderados” que hablen en su nombre. Una foto que hizo circular La Cámpora, en la que ella aparece de espaldas mirando a un fulgurante sol que cubre el número 2023, tradujo la idea de que Cristina está dispuesta a asumir el poder. ¿Lo está?
Podrían buscarse pistas en sus últimas apariciones públicas, de alto impacto: dos en junio y otras dos en julio. Tecnópolis, Avellaneda, Ensenada, El Calafate. Revoleando ministros, lapiceras y atronadores silencios, como el que le aplicó a Batakis. Las fotos con el embajador de Estados Unidos, la charla con Melconian, la reunión con la generala norteamericana Laura Richardson y los vaticinios empalagosos de sus periodistas más cercanos. Pero, si Cristina no pudo presentarse en 2019, ¿podría hacerlo en 2023, con un Frente de Todos deshilachado y una economía agónica?
¿Está en condiciones de hacer lo que Menem hizo en 2003 y protagonizar una estruendosa derrota frente a sus fieles? “Aun así es quien mejor fideliza el voto propio; además, la fórmula de la transitividad de su voto se agotó con Alberto. Su núcleo duro siente que ahora la que tiene que jugar es ella”, anticipa el consultor de Escenarios, Federico Zapata. El “sacrificio” de ir a una presidencial a perder mal se compensaría con la idea de que “la jefa” quedaría como la principal líder de la oposición del futuro gobierno.
¿Se animaría la política a meter presa a la principal dirigente de la oposición? En este esquema sus votos, efectivamente, también pasarían a ser sus fueros.
Pero otro movimiento despertó alertas entre los empresarios. El lunes siguiente a la renuncia de Guzmán, Wado de Pedro, el gran interlocutor de Cristina frente al establishment, fue recibido con honores en el último encuentro del Consejo Interamericano del Comercio y la Producción (Cicyp). Ante la primera línea del empresariado, Wado habló de consensos, encendió sahumerios de paz y amor para Larreta y fue elogiado como “nuevo exponente de la política” por Daniel Funes de Rioja, el presidente saliente del consejo, “No nos asusta”, dejó en claro el titular de la UIA. Se sabe: el capital carece de ideología.
Wado, único dirigente de La Cámpora que apoyó el acuerdo con el FMI, no es una cara nueva para ellos. Estuvo hace unos meses en el foro del Llao Llao y todos saben que realmente tiene el aval de “la jefa”. El último martes apareció en una foto, nada inocente, junto a Batakis.
¿Es Wado el nuevo candidato “moderado” de Cristina para 2023? Desde hace rato, La Cámpora viene trabajando en su candidatura. ¿O es, apenas, un globo de ensayo para evitar que el sistema político empiece a trabajar, anticipadamente, en contra de la candidatura de la verdadera candidata? “Me gustó mucho cómo habló Wado en el Cicyp”, deslizó ella, desde El Calafate. Señales.
En cualquier esquema hay una certeza: después de las vacaciones de invierno, los argentinos escucharemos una suerte de “yo acuso” del fiscal Diego Luciani, en el que Cristina quedará expuesta como la jefa de una asociación ilícita en la causa por corrupción en la obra pública. Está desesperada, sí, pero también está en campaña.