La interna y la ineptitud del gobierno sostienen a Guzmán
“A Guzmán nadie lo votó” señaló con dureza el ministro de Desarrollo del Gobierno de la Provincia de Buenos Aires, Andrés “Cuervo” Larroque. Además agregó que la política económica que representa el ministro de Economía “ya tuvo un veredicto” en las elecciones legislativas del año pasado. Este fue uno de los dardos políticos que el brazo derecho de Máximo Kirchner dedicó estos últimos días al ministro de Hacienda, Martín Guzmán. Antes Larroque, uno de los líderes de La Cámpora, había destacado que “las grandes transformaciones nacen del ministerio de economía”, dejando en claro que con Guzmán al frente de la cartera económica no hay chances de transformar la castigada realidad socioeconómica argentina.
Larroque fue el elegido por el kirchnerismo duro para hacer público lo que se sabe se dice en privado en despachos oficiales: “Mientras Martín Guzmán sea ministro no hay posibilidad de reconciliación entre las partes”. El debate interno dentro del gobierno no es nuevo. Desde el albertismo aseguran que a Guzmán “ya lo velaron varias veces, pero sigue contando con el respaldo del Presidente y seguirá siendo ministro”. Por lo tanto, la ecuación es sencilla: no habrá fumata blanca en las chimeneas del Frente de Todos a pesar de que los indicadores inflacionarios y la nueva escapada del dólar lastimen la confianza y la credibilidad de un gobierno cada día más debilitado.
Guzmán encontró apoyo sorpresivo en sectores del kirchnerismo, que no rompen la ecuación interna y tampoco son significativos en cuanto a la posibilidad de volcar la balanza del humor social a favor, como el del dirigente social Luis D’Elia, que cruzó al referente del kirchnerismo en su cuenta de Twitter señalando: “Al “Cuervo” Larroque tampoco lo votó nadie. Su único mérito para ocupar un Ministerio es ser “amigo” de Máximo Kirchner y hoy con sus declaraciones contra @Martin_M_Guzman le hace el juego a lo peor del Macrismo. EL CARGO QUE OSTENTA ES UN AGRAVIO A LOS LUCHADORES DE TODA LA VIDA”. Así con mayúsculas, no solo dejando en claro su defensa a Guzmán sino también agraviando al dirigente camporista. D´Elía sabe bien que sus palabras tienen otros destinatarios: Cristina y Máximo Kirchner, con los que mantiene una distancia prudencial desde hace un tiempo.
El problema que tiene el presidente Fernández tiene múltiples caras. Si le suelta la mano a Guzmán se queda sin el poco poder que hoy le queda, si lo sostiene aleja al kirchnerismo, el sector más fuerte del Frente de Todos o al menos el único que sostiene el voto duro que va camino a ser lo único que le quede en el haber electoral al oficialismo, si negocia sabe que Cristina sigue siendo la Jefa, y si ella ya le bajó el pulgar al funcionario, no habrá negociación abierta por más que se toquen o no las tarifas o se suspenda el acuerdo con el FMI, lo que llevaría nuevamente al país a ubicarse al borde del abismo, esta vez parándolo sobre un margen más estrecho del que tenía antes de marzo.
Al Presidente todos los caminos lo desdibujan y lo dejan con pocas chances de salvar su tropa, excepto si elige someterse al rigor político de quienes hoy le exigen esgrimir un poder, pero que a la vez hacen todo lo posible por quitarle. Y esa posibilidad solo se puede dar con la salida del gobierno de Guzmán, un ministro de economía que no maneja la economía, porque su rol se supedita exclusivamente al trato con los organismos internacionales, como el FMI, donde también defraudó porque no consiguió el acuerdo que pregonaban en el comienzo de su gestión. Pero que poco hace por los precios internos, en manos del secretario de comercio Roberto Feletti, que también apuntó contra su figura días atrás al decir que “desde se área se pueden controlar algunos precios momentáneos pero la inflación la debe bajar el Ministerio de Economía”, por su parte la producción está en manos de otro hombre fuerte del Presidente (y también apuntado por el kirchnerismo) como Matías Kulfas y la relación con las provincias es de otro camporista, Wado de Pedro. En definitiva, Guzmán tiene poco poder, y cuando decidió salir a marcar la cancha mostrando mayor decisión al decir que “vamos a gobernar con los que estén alineados en este programa económico”, en una clara alusión a los funcionarios del área de energía, conocidos como “Los Federicos” consiguió que uno de ellos, el subsecretario de energía eléctrica Federico Basualdo, el otro es Federico Bernal, anticipara que el aumento de tarifas que pretende Guzmán no se puede aplicar. De esta manera el Ministro quiso demostrar poder y lo único que hizo fue despertar las fieras que se lanzaron a su cuello con mayor voracidad.
Hoy el vaivén de la economía oficial pasa casi exclusivamente por crear impuestos, el increíble impuesto a la “renta inesperada” que propone el ejecutivo, el impuesto a los bienes no declarados en el exterior con formato oculto de blanqueo que propone el FDT en el Senado y la prórroga por diez años al impuesto la riqueza, que se presentó en Diputados. Los tres están sostenidos por el mismo fin: con lo recaudado se pagará la deuda al FMI. Argumento difícil de creer porque los grandes vencimientos con ese organismo recién aparecen en 2026, da la impresión de que el cometido real es recaudar para que el plan “platita” tenga su reedición antes de las próximas elecciones.
Para muchos analistas económicos a Martín Guzmán ya le picaron el boleto, su permanencia está más que en duda, pero, paradójicamente, su mayor fortaleza reside en la falta de diálogo, el exceso de chicanas entre los sectores que se aliaron para derrotar al macrismo y así llegar al poder, pero que hoy son incapaces de mostrar una idea, un camino, siquiera un esbozo de proyecto que no sea sostener el poder por el poder mismo. Con eso les alcanza.
Así la continuidad de Guzmán estaría tan garantizada como los apremios económicos que se avecinan en un país que cada día encoge más sus pretensiones de bienestar para una sociedad que hoy es rehén de una interna política dentro del oficialismo que solo encuentra uniformidad de criterios cuando se trata de avanzar en proyectos o trapisondas sobre el Poder Judicial.
Y en esa lucha contra la justicia independiente nunca hay que esperar que en el oficialismo emerjan nuevas internas.