La interna de Pro: ¿debate de ideas o más de lo mismo?
La interna de Pro cubre cada vez más espacio en los medios. Según dicen, Horacio Rodríguez Larreta estaría dispuesto a ir a fondo para resolver la puja por el liderazgo. No quiere esperar a 2023 para instalarse como el gran candidato de la oposición ni compartir la victoria con potenciales presidenciables. Sorprende que sea el adalid de la unidad y la concordia el que abra una grieta en su propio espacio.
Es normal que los partidos tengan distintas líneas y debate interno. Eso los revitaliza y los ayuda a mejorar. Pero la coyuntura parece un poco peligrosa para pelear por nombres. El kirchnerismo está cerca de la mayoría propia en diputados, y aun haciendo una mala elección podría sumar bancas. Por otra parte, el Presidente ya nos advierte sobre cómo usaría ese poder: subordinación del Ministerio Público, ampliación de la Corte Suprema, avances sobre la propiedad privada, alineamiento sistemático con autócratas y dictadores. Y, por supuesto, más impunidad, más violencia discursiva y más impuestos.
Si Pro quiere prepararse para una nueva experiencia de gobierno, la discusión no debería pasar por los nombres sino por las ideas y los proyectos. La sociedad todavía espera una autocrítica de su gestión previa y un indicio sobre los errores que no volvería a cometer. ¿Apostaría nuevamente por el gradualismo, la “revolución de la alegría” y la “lluvia de inversiones”? ¿Cómo espera controlar la inflación? ¿Cuál es su visión sobre el capitalismo, la propiedad privada y la asistencia social? ¿Revisará su manera de vincularse con el mundo de la cultura? ¿Está dispuesto a trabajar en el plano de los símbolos para democratizar el imaginario colectivo?
Cuando los partidos políticos no tienen claras sus ideas, corren el riesgo de perder el rumbo ante las urgencias de la gestión y los resultados de las encuestas. Naturalmente, la realidad impone límites al afán transformador, pero contar con un programa concreto y narrativas propias es un imperativo para cualquier espacio que se identifica con el cambio, a menos que el cambio sea un mero eslogan, un significante vacío al estilo de Laclau.
Además de trazar una hoja de ruta interna, la construcción de un ideario propio es crucial para generar nuevas subjetividades políticas. La estrategia de evitar definiciones para capturar a los indecisos puede reportar beneficios en el corto plazo, pero no sirve para impulsar una agenda innovadora. Las profundas reformas que la Argentina necesita para recuperar la movilidad social ascendente y reconstruir sus clases medias impondrán altos costos durante el período de transición y activarán una feroz resistencia corporativa. Solo podremos avanzar en ese camino si la ciudadanía dispone de diagnósticos adecuados y de una épica que la motive a atravesar el desierto. El objetivo no puede ser solo ganar; el objetivo es convencer, movilizar y forjar un electorado propio. De eso se trata la política. La discusión por la ideas es la única que Pro puede permitirse. El resto es más de lo mismo.
Filósofo, politólogo y Premio Konex a las Humanidades