La independencia, una causa común para argentinos e italianos
A la Nación Argentina le costó sangre sudor y lágrimas lograr su independencia. Fue un proceso de muchos años, que comenzó con duras batallas militares y disputas de poder con el entonces imperio español.
Italia tuvo el caso de la liga Lombarda como primer antecedente de independencia, de rebeldía ante un poder imperial. Una muestra de vocación de libertad e independencia irrefrenable surgida de la vocación a combatir la política de Federico I, emperador del Sacro Imperio Romano Germánico, que en aquel momento reclamaba el control total sobre el norte de Italia. Tras dejar claras sus premisas en la Dieta de Roncaglia, Federico I invadió Italia en 1158 y luego otra vez en 1166. La Liga recibió el apoyo incondicional del Papa Alejandro III y sus sucesores, deseosos tanto de verse libres de la influencia imperial. En la Batalla de Legnano (29 de mayo de 1176), las tropas imperiales fueron derrotadas y Federico se vio forzado a firmar una tregua de seis años (1177-1183). La situación se resolvió al finalizar esta, cuando ambas partes firmaron la Paz de Constanza, según el cual las ciudades italianas reconocían la soberanía del emperador de Alemania, pero a su vez este se veía obligado a reconocer la jurisdicción propia de cada ciudad sobre sí misma y su territorio circundante.
La Liga Lombarda se proclamó de nuevo en 1198 y 1208. En 1226, la Liga sostuvo una cruenta guerra con el emperador Federico II, al que logró frenar en sus intentos por poner Italia bajo su completa autoridad. Este se ganó su reputación de hábil estratega tras la toma de Vicenza y su victoria en la Batalla de Cortenuova, y se rechazó cualquier iniciativa de la Liga que no fuera la rendición incondicional. A resultas de ello, Milán (que había ofrecido una fuerte suma de oro a cambio de la paz, que Federico rechazó), Brescia, Bolonia y Piacenza ofrecieron una tenaz resistencia. En 1238, la Liga Lombarda consiguió levantar el asedio imperial a Brescia, pero falló en su intento de rodear al emperador y capturarle. No obstante, logró una pequeña ventaja al ganar el apoyo, una vez más, del Papado, lo que le permitió bloquear las acciones de Federico II en Italia hasta la muerte de este en 1250. Tras este hecho, la Liga se volvió a disolver, esta vez de forma definitiva.
También largo fue el derrotero social y militar de Argentina para dejar de ser colonia. Hasta que en la provincia de Tucumán se reunieron congresales del todo el país logrando la Declaración de la Independencia el 9 de julio de 1816, por declaración del Congreso General reunido en Tucumán. El 25 de mayo de 1810, seis años antes, ya se habían cortado parcialmente los lazos con la corona española. El Congreso de Tucumán se reunió un 24 de marzo. Tres meses antes de ese histórico 9 de julio de 1816, al amanecer del 24 de marzo, una salva de 21 cañonazos, anunció a los ciudadanos tucumanos el acontecimiento qué se llevaría a cabo.
A las 9 de la mañana, se reunieron los diputados llegados de distintas provincias. Se eligió como presidente provisional al doctor Pedro Medrano, como secretarios al doctor Serrano y a Juan José Paso, que recordemos ocupó el mismo cargo en la Primera Junta Patria.
Había emoción, anhelos, suspenso. Se intuía que se estaba consolidando una nueva Nación. Las reuniones siguieron casi diariamente por varios meses, hasta el 9 de julio de 1816. Ese día, ya presidía el congreso un diputado por San Juan, abogado, de rostro Juvenil y de solo 29 años, se llamaba Francisco Narciso de Laprida. Agreguemos que el otro diputado por San Juan, era nada menos que Fray Justo Santamaría de Oro, de tan destacada trayectoria patriótica.
Eran las 15 horas. Por moción del diputado por Jujuy, Teodoro Sánchez de Bustamante, se dio prioridad a un proyecto de liberación sobre la total independencia de la patria. El diputado por Buenos Aires Juan José Paso, preguntó a los congresales luego de un extenso debate ¿desean ustedes que las Provincias Unidas del Río de la Plata se transformen en una nación libre e independiente de los reyes de España? Un fervoroso y unánime coro de aprobación resonó en el recinto de la sala. Se redactó el acta que en resumen decía: "los representantes de las Provincias Unidas declaramos solemnemente nuestra voluntad unánime de romper totalmente los vínculos que nos ligan a los reyes de España. Y al recuperar los derechos de lo que fuimos despojados, deseamos investirnos como nación libre e independiente del Rey Fernando Séptimo y de sus sucesores de la metrópoli española".
Un destino común y una búsqueda de la libertad entre Argentina e Italia.
Diputado ítalo argentino USEI