La importancia de la independencia de un banco central: el ejemplo de EE.UU.
Existe consenso a nivel mundial acerca de la importancia de mantener la independencia de la autoridad monetaria de un país respecto al poder político; principio que, lamentablemente, no se respeta en nuestro país. A este respecto, el objetivo de estas breves líneas es detallar -a modo de ejemplo- la importancia fundamental que este principio tiene para la autoridad monetaria de EE.UU. (Reserva Federal, también llamada Fed tal como se la conoce en el mercado); sin duda una de las entidades monetarias de mayor prestigio a nivel mundial. Esta posición ha quedado explicitada no sólo en los estatutos de la entidad sino también en reiteradas declaraciones de sus miembros, especialmente por parte de su actual presidente Jerome Powell. En este sentido, la Fed detalla cuatro principios básicos que se deben respetar a rajatabla: independencia del poder político, clara trasparencia de sus acciones, respeto a un claro objetivo fijado por ley (“mandato”) para sus estrategias monetarias y una ortodoxa regulación del sistema financiero.
Respecto a la independencia de la entidad, la misma descansa en los beneficios de aislar las decisiones monetarias de consideraciones políticas de corto plazo. En efecto, la estabilidad de precios es requisito necesario para mantener una economía saludable y otorga beneficios “inconmensurables para la sociedad a lo largo del tiempo”. Sin embargo, a veces lograr estabilidad de precios requiere implementar políticas monetarias que no son populares en el corto plazo, tales como -entre otras- suba de tasas de interés y restricciones de liquidez y de crédito. Precisamente la independencia del poder político es la que -cuando surgen presiones inflacionarias-permite a la Reserva Federal implementar estrategias monetarias restrictivas que desaceleren la actividad económica; aun cuando las mismas no resultaran del agrado del gobierno de turno. La sociedad norteamericana acepta y comprende los beneficios de estas decisiones. Caso contrario, las consecuencias de atarse a decisiones políticas contrarias a la ortodoxia, arrastrarían a la economía a una mayor inflación y a un menor crecimiento. La actual política de la Fed de restricción monetaria para abatir la inflación a costa de una desaceleración económica de corto plazo es una buena prueba de lo anterior.
Acoplada a la independencia, resulta de fundamental importancia la existencia de transparencia por parte del banco central respecto a las estrategias monetarias implementadas y sus consecuencias de corto, mediano y largo plazo. En este sentido, resulta de gran utilidad la publicación de las minutas de cada una de las reuniones de política monetaria y las reiteradas conferencias de prensa y exposiciones de su presidente y demás miembros de la entidad, así como también la presentación de los pronósticos de corto y mediano plazo que presenta su staff trimestralmente. De esta manera, el mercado conoce perfectamente los lineamientos de la política monetaria, lo cual reduce en grado sumo los niveles de incertidumbre; con todos los beneficios que ello implica.
Un tercer punto esencial para la Fed es respetar su mandato dual de “estabilidad de precios con máximo empleo”. En efecto, un principio básico de la autoridad monetaria -con el cual están comprometidos todos sus funcionarios, sean del partido político que fueran- es que la entidad no debe apartarse de dicho “mandato” aunque existieran presiones políticas que no se compadecieran con el mismo. Como ejemplo, si para atemperar un eventual aumento de presiones inflacionarias fuera necesario enfriar la economía a corto plazo, la entidad – a pesar de las oposiciones políticas en contra que pudieran presentarse- no dudaría en implementar las medidas correctivas del caso.
Como último punto, no debe dejar de mencionarse la función de regulación y control de las entidades financieras que componen el sistema. Una vez más, a esta fundamental tarea la entidad la lleva a cabo de una manera técnicamente ortodoxa alejada de toda presión del poder político.
En síntesis, la Reserva Federal de los EE.UU. es un modelo a seguir teniendo presente fundamentalmente el principio de independencia, acompañada de transparencia, claro mandato y ortodoxo control del sistema financiero.
Una reflexión final. Los bancos centrales de los países desarrollados siguen en su totalidad los lineamientos aquí expuestos. Lamentablemente no es el caso de nuestra autoridad monetaria, cuya independencia prácticamente no existe. En consecuencia, el nuevo gobierno que surja de las elecciones de este año debería encarar -entre otras necesarias reformas estructurales- la adecuación del Banco Central de la República Argentina a los lineamientos detallados anteriormente, especialmente el de la independencia. Caso contrario, seguiremos careciendo de una autoridad monetaria seria que cumpla con su mandato fundamental: conservar el valor de la moneda.