La imagen positiva de Cristina, ver para creer
Que la ex presidenta tenga un 30% de aprobación pese a lo que hoy se sabe confirma que las creencias se independizan de los hechos
¿Viste que Cristina mantiene todavía un 30% de imagen positiva? Ni en una novela me hubiera animado a poner algo así...", me dijo mi amigo el escritor. "¿Por qué no?", le pregunté. "Porque a los lectores les hubiese sonado a disparate." "No si fueran lectores bien informados." "Pero, a esta altura, ¿quién no sabe que la ex se vanagloria de su progresismo y dejó el país estancado, con más de 10.000.000 de pobres y encabezando ella misma una banda de corruptos?" "No hablaba de ese tipo de información, sino de tener algún conocimiento acerca de cómo operan las creencias y las adhesiones." "A ver, pasámelo en limpio."
En esto, y con las debidas precauciones, los historiadores de la religión pueden ayudarnos, especialmente los que se han dedicado a estudiar movimientos mesiánicos o milenaristas que anuncian el fin del mundo en una fecha determinada. Estamos claramente en el campo de las creencias. Por eso, la pregunta que se impone es: ¿qué pasa cuando el apocalipsis no ocurre y el mundo sigue andando? Lorne Dawson recopiló los datos disponibles sobre 75 de estos grupos. Salvo seis, todos los demás siguieron existiendo. Hace 60 años, por ejemplo, León Festinger y sus colaboradores se infiltraron entre los seguidores de Marion Keech, una señora a quien mensajeros de otro planeta le avisaron que el 21 de diciembre de 1955 un gran diluvio terminaría con la Tierra, pero que ellos vendrían a rescatar en platos voladores a aquellos que creyeran en su profecía. Lo cierto es que cuando nada sucedió algunos se apartaron, pero la mayoría apeló a diversas justificaciones no únicamente para seguir adelante, sino para incorporar nuevos adeptos. O sea que, al menos al principio, los desmentidos de la realidad tienden a reforzar la creencia en vez de debilitarla. Y eso que no se trata de hechos más o menos debatibles, como los niveles de inflación o de subempleo. Una de dos: el mundo se acaba o no se acaba.
"¿Quiere decir que tendremos Cristina para rato?" "No te apures. Usé esos ejemplos para establecer algo que Emmanuel Carrère ha formulado de un modo insuperable: los creyentes no creen lo que ven, sino que ven lo que creen." "Ven lo que creen y no creen lo que ven. Notable. Pero ¿cómo pueden actuar así personas más o menos racionales?" "Hay muchas maneras de sostener una creencia, empezando por la circunstancia elemental de que la memoria es siempre selectiva. Entonces, basta con ignorar las evidencias contradictorias. Levantás la voz para no oír o te ponés violento o pegás media vuelta y te vas." "Claro, o decís que el otro es un enemigo y que las fuentes de sus datos son falsas." "Fijate en el caso de Donald Trump. Su campaña estuvo plagada de planteos tan extravagantes como deleznables. Un análisis reciente de más de 300 de sus afirmaciones muestra que apenas un 5% fueron verdaderas y que casi todas las demás eran rotundamente falsas. Y, sin embargo, muchos le creyeron y ganó las elecciones, pese a que tuvo que desdecirse públicamente varias veces." "Me convenciste. Pero entonces Cristina sale beneficiada, como yo decía. Si sus seguidores sólo ven lo que creen..."
Sucede que la analogía entre la religión y la política debe ser manejada con cuidado. Aunque hay todavía una consideración que puede sernos útil. Una cosa es que la mayor parte de los movimientos milenaristas hayan logrado sobrevivir al fracaso de sus predicciones y otra cuánto duraron y qué solidez mantuvieron. Dos factores aparecen como cruciales: un intenso sentimiento de comunidad entre sus miembros y un liderazgo muy fuerte.
Pasando a lo nuestro, luego de la muerte de Néstor Kirchner quedó más claro que nunca que el peronismo ha sido y es un movimiento muy heterogéneo. Si ya había sufrido resquebrajamientos durante la crisis con el campo, en el segundo gobierno de Cristina Kirchner el Partido Justicialista le retaceó su apoyo, se abrió el Frente Renovador y varios gobiernos provinciales fueron tomando distancia. A su vez, consciente del peligro, la Presidenta creó y financió al camporismo y a otros grupos que probaran serle incondicionales. No hay mejor prueba tanto de la inexistencia de aquel "intenso sentimiento de comunidad" como del debilitamiento de su liderazgo que lo ocurrido en 2015 con las candidaturas de Daniel Scioli y de Aníbal Fernández, que llevaron al peronismo a la derrota.
Y es precisamente en este punto donde la analogía comienza a perder fuerza. Porque, como políticos profesionales que son, la mayoría de los gobernadores, intendentes, senadores y diputados que militaron en el kirchnerismo cuidan ahora sus propios intereses y se alejan de la ex presidenta, apagando todavía más su liderazgo. Unos, porque necesitan negociar con el nuevo oficialismo; otros, porque preparan sus propias candidaturas para 2017 y 2019; y no pocos, porque buscan el apoyo de los ciudadanos que no ven lo que creen, sino que creen lo que ven.
En este último sentido, se da un fenómeno que nos remite a lo expuesto. Si diversas razones de conveniencia alimentan hoy el éxodo, fueron tantos años de ver lo que creían (o, por lo menos, de proclamarlo así) que resultan muy contados los casos de los kirchneristas que se atreven a criticar abiertamente aquello que se hizo mal o se dejó de hacer. La fórmula preferida es "hubo aciertos y errores" y el recurso habitual consiste en soslayar los temas urticantes o indefendibles, cambiando de inmediato el eje y cuestionando al actual gobierno. El camino lo señaló un vicepresidente de triste memoria que, en vez de defenderse de gravísimos cargos de corrupción, optó por atacar al procurador general de la Nación y a otros funcionarios. Menos brutal, el "gambito Boudou" sigue siendo el procedimiento preferido de dirigentes que invirtieron tanto en su anterior creencia que no están dispuestos a abandonarla del todo y, al menos de palabra, procuran salvar a Cristina.
"Pero estás hablando de dirigentes y con ellos solos no llegás al 30% de imagen positiva..." "Tenés razón. Pienso que buena parte de ese 30% es gente que pasó a ver lo que creía porque al mismo tiempo recibió planes sociales, subsidios y créditos. En otras palabras, en clásica clave populista, no salió de pobre, pero pudo sobrevivir y lo agradeció. Contra lo que muchos suponían, el gobierno de Macri tuvo buen olfato político y por eso no desarmó sino que amplió esas políticas sociales. No es casual que hoy se quejen más las capas medias que los llamados sectores vulnerables." "Si esto es así -como yo también creo- y aumenta el número de dirigentes que se apartan y se olvidan del famoso relato... Y quedan a la vista los desastres y la corrupción de los últimos años..." "La lógica indica que ese 30% de imagen positiva se está volviendo cada día más frágil..." "Por eso te decía que no te apuraras. Hubo una Cristina que podía decir barbaridades como aquella de que teníamos menos pobreza que Alemania porque era la época en que, abusando de todos los recursos del poder, lograba que sus seguidores vieran lo que ella y los suyos querían que creyesen. Pero esa época se terminó. Con lo cual la imagen positiva se vuelve cada día menos consistente y la ex presidenta es la sombra de lo que fue." "Los candidatos que puso a dedo fueron derrotados y, a pesar de ello, no se acabó el cristinismo." "De acuerdo. Pero se parece cada vez más a esos movimientos milenaristas que después de un tiempo se disolvieron." "Aunque haya grupitos recalcitrantes que siguen viendo lo que creen." "Sí, pero ¿sabés qué? A dirigentes como Recalde o D'Elía el que hoy no les cree que crean soy yo."
Politólogo, ex secretario de Cultura de la Nación