La ideología no puede pasar por encima del Estado de Derecho
Vivimos momentos en los que nuestras buenas costumbres y derechos básicos consagrados con más de 200 años de historia están en jaque. El derecho al trabajo, a la salud, a la seguridad, a la propiedad, la meritocracia, el valor del trabajo y la perseverancia para ser cada día mejores en todos los ámbitos de la comunidad, se replantean desde la narrativa ideológica y lo que es peor, en muchos casos con complicidad de los gobiernos nacional y bonaerense.
Con el fallo de la jueza Castagno restituyendo lo que les corresponde por derecho propio a la familia Etchevehere, se pone un límite a pretensiones que están fuera de la ley. Porque la ideología no puede pasar por encima del Estado de Derecho.
En el marco de este fallo, se deja en claro que incluso "carece de relevancia la discusión sobre el título de propiedad o el estadio del proceso sucesorio. Tal conclusión habilita la procedencia de la cautela interesada, a saber, el reintegro inmediato del establecimiento rural identificado como Casa Nueva". Es decir, la discusión incluso de fondo no puede suscitarse ni ponerse a condición de amenazas, tomas o acciones de la política.
Pergamino es una comunidad de trabajo, donde se genera innovación tecnológica, que depende en gran medida del lugar que nuestro país tiene en el mundo. Porque muchos de nuestros productos se exportan. El cuidado especial que nuestro país tenga sobre las instituciones de derecho, es la salvaguarda necesaria de nuestro futuro.
Celebro este fallo porque nos protege como ciudadanos. No se trata de Etchevehere, se trata de todos nosotros, de nuestros hijos. De la posibilidad de mirarlos a los ojos y pedirles que no se vayan del país, que se queden acá como nuestros abuelos, porque acá hay futuro. Y ese futuro depende, en gran medida, de que el Estado de Derecho nos proteja.
La protección del Estado de Derecho le da razón y sustento a la existencia del Estado como tal. Probablemente, nuestro primer Estado de Derecho nos protegía contra la colonización extranjera; pero hoy, sin dudas debe protegernos de cualquier idea romántica que nos cercene aquello que nuestros padres y abuelos lograron con mucho esfuerzo. Aquello que resultaba atractivo para los inmigrantes. Un Estado y un país organizado.
No hay futuro posible si no se respeta la propiedad privada, si no se respeta la voluntad de trabajo de la inmensa mayoría de los argentinos, si no se gerencia un estado adecuado; que cumpla con su función y que al final del día es financiado por trabajadores del sector privado. Esto debe dar al ciudadano tranquilidad y orgullo: saber que el dinero de sus impuestos vuelve en manos de un Estado eficaz y democrático.
No hay políticas de inclusión si seguimos repartiendo dinero sin generar las condiciones para que las personas puedan trabajar. Porque es el trabajo la única política social razonable. Es el trabajo el único camino para dignificar a tantos hombres y mujeres que durante tantos años de asistencialismo han perdido esos derechos básicos que les quitaron, en tantas oportunidades, diferentes gobiernos al frente del Estado.
Tenemos que poner el caballo delante del carro. No hay ninguna señal razonable en términos de políticas de Estado que nos enfoque hacia una Argentina que pretenda ser parte del mundo. Un mundo que valora el esfuerzo personal, que respeta los contratos, que no gasta más de lo que tiene, que enfoque sus políticas públicas para la generación de empleo y que respete la propiedad privada.
No se puede decir un día una cosa y al siguiente hacer lo contrario, esto elimina todo tipo de previsibilidad. Un país no puede salir adelante con semejante falta de certeza, esa misma que reclama un empresario para invertir y, en consecuencia, generar empleo. Nuestros jóvenes necesitan previsibilidad para planificar su futuro, para decidir donde "echar raíces", para ver a la Argentina como ese lugar que atrae para iniciar un proyecto de vida. Es muy triste que tantos jóvenes piensen en irse del país como única salida. La razonabilidad en la política económica es necesaria para que una familia o una pequeña empresa no pierda sus ahorros o pueda acceder a un crédito para seguir creciendo.
En momentos de tanta incertidumbre sanitaria, económica y social, el Estado no puede dejarse llevar por pasiones. Todos nosotros tenemos que pensarnos como ciudadanos afectivos al prójimo. Necesitamos salir de esta crisis entre todos, entendiendo que hemos logrado nuestro marco regulatorio, estemos o no de acuerdo, en pacífica y responsable coexistencia política. Ahora hay que cumplir con esas reglas y tratar de sacar el país adelante.
Intendente de Pergamino