La hora de la política exterior
El nuevo gobierno enfrentará incontables desafíos, tanto en el frente interno como externo. Uno de los más relevantes es la recuperación de la credibilidad internacional para una plena inserción en el mundo, condición esencial para un desarrollo sustentable.
Una política exterior inteligente deberá lograr que la Argentina abandone la postura de contradicción y conflicto permanente que ha restado tantas oportunidades al país, para contribuir de manera positiva a la solución de los problemas de mayor sensibilidad global. Entre ellos, las cuestiones de seguridad internacional en términos de terrorismo nuclear, armamentos existentes y no proliferación se encuentran en un primerísimo plano. En este sentido, la agenda nuclear y de seguridad internacional no es un tema más de política exterior: es "el tema" porque en él, a diferencia de otras cuestiones, el país tiene un papel especial y un aporte concreto para hacer.
En términos nucleares la Argentina ocupa un papel de referente en América latina, con fortalezas singulares derivadas de una tradición de 60 años. Entre ellas, la capacidad de diseñar, construir y operar instalaciones nucleares sofisticadas, desde centrales nucleares y reactores de investigación hasta instalaciones del ciclo de combustible y otros proyectos de avanzada, y también el hecho de ser un exportador reconocido capaz de ganar en buena ley exigentes licitaciones internacionales como la del reactor vendido a Australia.
Por sus credenciales de uso responsable de la energía nuclear y no proliferación, es uno de los cuatro países latinoamericanos participantes habituales en las cumbres de seguridad nuclear que congregan a los primeros mandatarios de los países más relevantes. En el mismo sentido, no es un dato menor que nuestro país ejerza en estos momentos la presidencia del Grupo de Suministradores Nucleares, en el que los países más importantes del mundo en el ámbito nuclear coordinan sus políticas de exportación para evitar desvíos hacia fines militares. El funcionario argentino a cargo de dicho rol es el embajador en Austria y ante las Naciones Unidas en Viena, Rafael Grossi, quien ha sido propuesto por nuestro país como candidato para ocupar el cargo electivo de director general del Organismo Internacional de Energía Atómica (OIEA), el órgano multilateral de promoción del uso pacífico de la energía nuclear y de prevención de la proliferación, para el período 2017-2021.
La derogación del Memorándum de Entendimiento con Irán por el caso AMIA permitirá mostrar al mundo una posición de respeto a las instituciones republicanas y de claro repudio al terrorismo internacional y a las prácticas de los Estados que lo promueven.
Una significativa señal de transparencia tanto hacia adentro como hacia afuera de nuestras fronteras irá de la mano de un análisis detallado de los recientes acuerdos nucleares con China y Rusia, de los cuales poco y nada se conoce, de modo de dimensionar el alcance de los compromisos contraídos y sus consecuencias económico-financieras futuras, de modo de confirmar aquello que sea positivo y conducente al desarrollo nacional y corregir lo que deba corregirse.
La Cumbre de Seguridad Nuclear, el próximo 31 de marzo en Washington, será una primera gran oportunidad para el presidente Macri de recuperar un papel activo en un tema de altísimo consenso internacional como es la lucha contra el terrorismo nuclear. En las reuniones con jefes de Estado en el entorno de la cumbre, tal como la prevista con Obama, se podrán dar señales claras del nuevo rumbo de la política exterior argentina.
Siguiendo esta línea de volver al protagonismo internacional, asumiendo un papel proactivo y constructivo, es estratégico el apoyo que se brinde a la candidatura argentina a la dirección general del OIEA , en un momento en que el organismo multilateral estará al tope de la agenda de seguridad internacional por ser responsable de la verificación del acuerdo nuclear entre Irán y las grandes potencias.
Obviamente tales medidas deberán sustentarse en cambios estructurales imprescindibles, que incluyen la formulación e implementación de una estrategia de país en línea con los intereses nacionales y planes sectoriales acordes, entre otros.
Resulta claro que el cambio de gestión plantea una coyuntura más que favorable para brindar estas señales al mundo y recibir una pronta respuesta positiva que ayudará a desarrollar nuestro máximo potencial como país.