La hora de enfrentar la realidad
A partir de YPF, la Presidenta parece haber alcanzado el "punto nodal", decisivo. Parecería que su destino político está unido al del país. La situación internacional y el deterioro económico son hechos insoslayables y el "relato" oficialista tiene el ruido de matracas y cornetas de cartón de una fiesta infantil en esa hora melancólica en la que los padres pasan a retirar a sus chicos. Seguramente la Presidenta debe haber percibido el estado de la Nación. El salto nacionalizador se cumple con una apertura al profesionalismo y a la posible conducción dentro de normas de control y gestión diferentes. Es un acto importante en sí y por eso su repercusión mundial. Pero para la Argentina podría significar un nuevo camino de gestión no politiquera, sino metapolítica. Ya no se trataría de la última o penúltima caja, sino de la reorganización productiva que necesita el país. Un arranque que deberá armonizarse progresivamente con los otros grandes sectores productivos: el agro en todas sus expresiones, logros y frustraciones, la industria grande y las pymes, el comercio desfalleciente, lacerado por la inflación, etcétera.
La Presidenta ya ganó por el 54%. Ahora es el momento de enfrentar las palabras trágicas de esta Argentina sumergida por el cotillón de la farsa de la felicidad: inflación, criminalidad impune, impotencia judicial, pobreza creciente, indefensión nacional, narcotráfico, desprestigio internacional y regional. (Fervoroso nominalismo mágico de nuestra presidenta: son las palabras las que producen la realidad. Basta con omitir algunas...)
Llamaremos libreto negro al que agudiza los problemas inherentes a esas palabras vedadas para la Presidenta y sin embargo están en boca de millones de argentinos.
No hay en la Argentina otro poder político actuante por ahora. Sin ingenuidad apelamos a la Presidenta desde la realidad de ese vacío. Profundizar este modelo nos llevaría al Gobierno y a su pueblo al gravísimo error estratégico de seguir involucionando a contramundo y a contraproducción. Necesitamos, ahora sí, que la Presidenta sea de y vaya hacia "todos los argentinos". La fase siguiente sería, si no, la ingobernabilidad económica y la disolución social. Ya nos movemos en una Argentina en la que hasta los profesionales universitarios andan de remera y zapatillas cansadas. Una especie de uniforme de la indigencia disimulada en moda. El modelo imaginario en sus tiempos de auge y hasta ahora se solventó sustancialmente con el éxito de las exportaciones de los productos de soja, del agro en general y con la industria. Un chorro verde de millones. Un aparato impositivo y recaudatorio implacable sirvió al Gobierno para mantener el caudal enorme del gasto fiscal. El punto es que la Presidenta hoy confunde el origen de ese enriquecimiento con el autoelogio de la gestión kirchnerista, sin mentar el esfuerzo, el trabajo y la tecnología agraria, ni el inédito cambio de los términos de intercambio de los mercados, el "viento de cola".
Hoy el chorro verde empieza a menguar. Entre la inflación, la deuda externa y el déficit energético, creado por la ineptitud o la avidez (o ambas cosas) de sus ministros y "capitalistas amigos", la realidad grita la ya famosa frase: "¡Es la economía, estúpido!".
Resulta inexplicable que todavía la Presidenta pueda creer o creer creíble la novela rosa que escribe con soltura y optimismo en sus intervenciones cotidianas. En la programación de un posible YPF dio señal de inclinarse por un libreto claro. Contradictoriamente, con el viaje a Angola y los 300 perros husmeando dólares en la City, profundiza el libreto negro hasta el borde de lo ridículo (y cuidado porque alguien que mucho sabía advirtió que del ridículo no se vuelve). El libreto negro puede desmadrarse en hechos peligrosos. Hay mucho odio, mucha insistencia en una división enfermiza de la sociedad. La calle podría volverse incontrolable para un Estado de cartucheras vacías. El asistencialismo, generoso para un momento de crisis, empieza a enfrentarse con el previsible ajuste que ya se nota en todos los bolsillos. El Estado quebró la obligación constitucional de mantener el orden público con el artificio bizarro de no "judicializar la protesta". Tanta violencia y crispación terminarían en anarquía incontrolable. La masa de "beneficiarios indigentes" podría transformarse en esa cría enfurecida que picotea buscando los ojos del águila madre que no pudo traer el alimento habitual al nido.
El sindicalismo va teniendo una percepción clara de la inquietud de las bases. Es curioso que una experimentada personalidad política como es la Presidenta se muestre alejada, como desinformada de las realidades y angustias que sufren millones. La mejor posibilidad para un gobernante que prioriza solucionar problemas sociales sería salir de su solipsismo y mezclarse con el llano: el dolor de la familia de los policías asesinados, el miedo al crimen, la angustia por el puesto de trabajo y por ese fin de mes que sobreviene a los veinte días de comenzado. Hay nueve millones de excluidos e indigentes. Ellos son testigos del fin de la placidez de estos años de granja feliz, óptimamente pagada. Hay que repetir la patriada en este inesperado ciclo difícil del mundo. La Presidenta mantiene el unicato del poder y un nuevo mandato, en soledad. Debería reconocer y convocar a todas las fuerzas de la Nación y no manejarse con resentimientos como si el mal comenzase no bien se sale del patio kirchnerista, donde los obsecuentes y vivillos superan a los capaces y leales. Fue la movilización nacional de todas las fuerzas productivas lo que nos llevó a superar el terrible 2002, con la conducción de Duhalde y luego con la dupla Kirchner-Lavagna, abriéndose un horizonte de libertad empresarial productiva y exportadora que solventó la gradual "salida del infierno" en sólo tres años. Dejamos atrás aquel grito de "viva el default", síntesis de toda idiotez política: autodestruirnos para desafiar al mundo. (Nuestra recurrente seducción de la barbarie.)
Tal vez estemos en los penúltimos meses para el gran viraje que necesita el país. En esta hora sin alternativas políticas debemos rodear al Gobierno. Aquí no hay aventuras destituyentes, aunque muchos desesperados o ingenuos aplaudan la debilitación del poder olvidando que el techo caerá sobre todos. Tenemos todavía la posibilidad de ser protagonistas privilegiados en la economía mundial. Por una falsa concepción del mundo nos estamos transformando en la curiosidad de un Brics que no quiere ser. El emergente que se sumerge. (No cabe aquí analizar ese ingenuo residuo setentista transformado en resentimiento contra la realidad económica del mundo al precio de una lamentable autoexclusión agresiva. Hasta "superamos" a Lenin al destratar o poner palos en la rueda de la burguesía nacional. Se repite el trágico error estratégico de una minoría dominante que no comprende que el pueblo argentino (y los trabajadores en particular) no tenían ningún interés en agregarse al fracaso del que ya se fueron los imperios ideológicos fundacionales: la URSS y China.
No hay socialización sin capital generador. Sólo con riqueza estatal, privada o mixta se pueden pagar las socializaciones necesarias, aunque la enumeración parezca exótica, este conocimiento de la imprescindible acumulación de capital unió a Stalin con Schumpeter, a Deng Xiaoping con los pensadores de la Konservativen Revolution de los años veinte y con los ideólogos del ecuánime socialcapitalismo escandinavo. La asombrosa reorganización productiva y administrativa lograda por Noruega a partir de su reciente éxito petrolero debería servirnos de ejemplo. Hoy tiene el más alto rédito per cápita del grupo de naciones escandinavas.
La Presidenta pareció avizorar el desafío a partir de la expropiación de YPF. Pero sería incoherente que esta empresa señera quedase como un elefante blanco frente al mal talante hacia los productores del agro, los empresarios, el comercio, la política de inversiones y hasta esas organizaciones internacionales como el FMI, el Banco Mundial, el Club de París, la Organización Mundial de Comercio, que deberían ser instrumento de nuestra riqueza exportadora agraria que nos ubica en la cabecera mundial. Parece ya imprescindible para la Presidenta convocar a todas las fuerzas económicas con una conducción experimentada y técnica.
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