La gran oportunidad argentina depende de nosotros
La economía no es una ciencia exacta. Puede que existan varios caminos para llegar al mismo punto, pero, a la larga, no hay casualidades: si hacés las cosas bien te va bien y si no, te va mal.
En economía hay momentos mejores y peores para los países, hay oportunidades que pueden pasar frente a la puerta o un “viento de cola”, pero nunca las vamos a poder aprovechar si no se dan estas tres cosas: orden económico, estabilidad política y, sobre todo, inteligencia para invertir nuestro stock de capital.
Nuestro país viene de una larga decadencia que se está profundizando en la actual coyuntura. Hoy la Argentina tiene una gran oportunidad por delante, depende de nosotros aprovecharla.
Inteligencia. Para invertir el stock. Todo plan de reconstrucción comienza con inteligencia. La inteligencia con la que invirtamos el stock de capital intelectual, natural y financiero va a determinar si empezamos a tomar la gran oportunidad o no.
Nuestro sector privado, a pesar de todo, sigue siendo el motor de la economía, refleja un stock de capital humano único en el continente –que lo vemos en la cantidad de unicornios, startups y la exportación de la economía del conocimiento–. Por otro lado, la abundancia de recursos naturales que el mundo demanda –alimentos, energía, minería y sus altos precios– está esperando un buen contexto para explotar en su totalidad. Por último, contamos con un stock de capital financiero –ahorro agregado– en torno a los US$400.000 millones –cifra equivalente a lo que nuestro país produce en un año– combinado con un bajo endeudamiento del sector privado.
Invertir, direccionar y nutrir este punto de partida es la clave del éxito y requiere, sobre todo, orden económico.
Orden económico. Nada florece en el desorden. El equilibrio fiscal es el primer gran ordenador. Sin equilibrio fiscal hay inflación, aparecen los parches y los remiendos.
Hoy tenemos un gasto público (nacional, provincial, municipal) que representa el 40% del PBI que lo hemos duplicado en los últimos veinte años (y es sustancialmente más alto que los países vecinos también en términos de PBI). Ordenarlo implica bajar el gasto público total aproximadamente en un 10%. El desafío es bajar sin ajustar. No podemos pedirle más a una sociedad argentina se ha venido ajustando en las últimas décadas por este, no solamente alto, sino también ineficiente gasto público. No podemos pedirle un ajuste al que menos tiene, que es además quien menos defensas tiene para cubrirse de la alta inflación ni de la mala calidad de la educación, salud y seguridad pública.
Ordenar el dólar implica un tipo de cambio único y libre que conviva con un peso que volverá a tener valor cuando tengamos equilibrio fiscal y dejemos de emitir. Es paradójico que los argentinos tenemos cinco veces más dólares que pesos (100% de un PBI en dólares y 20% en pesos sumando base monetaria + Leliq). Entonces el problema no es la cantidad de pesos que tenemos hoy porque con este nivel de emisión/inflación no queremos tener pesos. La foto dólar/peso hoy es cinco a uno a favor del dólar y la película más probable para 2024 es una balanza comercial positiva –exportaciones menos importaciones– en US$20.000 millones.
Ordenar la moneda hoy requiere profundizar el bimonetarismo. Partimos de 15 millones de cajas de ahorro en dólares en el sistema financiero que, a un promedio de US$1000, nos da el stock de US$15.000 millones de depósitos en dólares. ¿Podemos pensar en un blanqueo sin costo por hasta US$50.000 por cuenta para dinamizar la economía formal?
Ordenar las Leliq –los instrumentos financieros–. Las Leliq, que representan 15% del PBI –la deuda del BCRA con los depositantes a través del sistema financiero–. El déficit fiscal y la emisión incrementan su tamaño en forma constante. Con equilibrio fiscal y dejando de emitir se convertiría en una gran oportunidad de préstamos. Por ejemplo, el stock de Leliq alcanzaría para dar 1.000.000 de hipotecas por el equivalente en pesos de US$40.000. No habría mejor dinamizador que eso para la casa propia.
Ordenar las regulaciones y los impuestos. Para acelerar el crecimiento de la economía y el empleo, el sector privado necesita que el Estado en todos sus niveles, nacional, provincial y municipal, elimine regulaciones, baje impuestos distorsivos y acabe con la industria del juicio.
El orden económico va a potenciar como nunca la economía. Ahora bien, un dólar ordenado, cerrar el déficit fiscal, desactivar las Leliq y eliminar las regulaciones solo es posible con una enorme convicción política para hacer lo qué hay que hacer. No es espacio para medias tintas, parches o locuras.
Estabilidad. Lo que la política debe dar. Afortunadamente, las PASO mostraron que una parte importante de la sociedad acompaña esta decisión de cambio profundo. Todos dentro de Juntos por el Cambio, desde referentes políticos, intendentes, gobernadores, miembros del Congreso, así como economistas –dentro y fuera de JxC–, coincidimos en el plan de ordenar, estabilizar y usar la inteligencia para invertir nuestros stocks de país.
Para dar esta pelea, para hacer este cambio profundo, se necesita un liderazgo firme. Por esto estoy convencido de que necesitamos una líder como Patricia Bullrich, que escucha a la gente, a sus equipos, a los expertos, que tiene experiencia de gestión, que ha combatido a las corporaciones más oscuras y tiene sus ideas muy claras. Pero por sobre todo Patricia es una líder que tiene la convicción y el coraje para llevarlas adelante.
Tenemos una gran oportunidad por delante, depende de nosotros aprovecharla. ß
Empresario