La fiebre del oro kirchnerista
"Si hay un lugar perfecto para cometer este tipo de crímenes, ese lugar es El Calafate, allí tienen todo: el juez, la fiscal, el poder político y el silencio cómplice de muchos que le vendieron su alma al diablo", dice a LA NACION el diputado nacional Álvaro De Lamadrid, también autor del libro "La década enterrada", publicado en 2016.
De Lamadrid recuerda que "Fabián Gutiérrez de pronto tenía 32 propiedades, dos concesionarias en Río Gallegos y en San Isidro, y hasta compró el Hotel Comercio y propiedades en Tres Lagos y El Chalten. Sus propios compañeros lo tenían observado para saber dónde escondía el dinero".
El crimen de Gutiérrez tiene un cariz político por donde se lo mire, no solo por su posición de exsecretario privado de Cristina Fernández de Kirchner, sino también por su papel como "arrepentido" en la causa de los cuadernos.
Pero, además, revisando hechos que sucedieron en estos últimos años, se puede deducir que uno de los móviles de su asesinato pudo haber sido un "apriete" con el fin de dar con dinero de la corrupción kirchnerista.
Entre abril y junio de 2016, el fiscal federal Guillermo Marijuan, encabezó allanamientos y operativos en las localidades de Río Gallegos, El Calafate, 28 de noviembre y Río Turbio, y constataciones y tasaciones en la zona de El Chaltén.
No fue el único caso. El 6 de septiembre de 2018 el juez Claudio Bonadio ordenó una excavación en un campo propiedad de Lázaro Báez en "Cruz Aike", cerca de El Calafate, en busca de un contenedor lleno de dinero, según había denunciado un ex empleado de Báez.
Las excavadoras utilizadas en esos procedimientos en busca de dinero enterrado fueron un llamado de atención para la delincuencia común y comenzó una especie de "fiebre del oro kirchnerista" en busca de datos certeros para saber "quien y donde escondía ese dinero".
El 9 de mayo de 2016, en Río Gallegos, fue secuestrado Roberto Sosa, ex secretario de Néstor y Cristina Kirchner. Según relató la agencia OPI en ese momento, "dos personas militantes del FPV y Kolina" fueron denunciados por la esposa del exfuncionario presidencial, "quien fuera sacado de su domicilio y llevado al de los secuestradores, recibiendo golpes, presumiblemente para que diga lo que sabe sobre la plata que guarda Néstor y Báez".
El caso fue un escándalo en Santa Cruz, porque se trataba de "fuego amigo", gente conocida que delinquía utilizando métodos mafiosos como secuestrar y torturar para intentar conocer donde, supuestamente, estaba la plata escondida de la corrupción.
El 6 de febrero de 2017 un asalto tipo comando tuvo lugar en una de las casas del empresario y tesorero kirchnerista Raúl Copetti, meses después detenido en la causa de los cuadernos, ubicada a 10 kilómetros de Junín de los Andes. Los delincuentes cavaron pozos alrededor de la vivienda, hicieron boquetes en las paredes y levantaron los tablones buscando dinero en efectivo.
"No fueron los únicos casos", dice De Lamadrid. "Estos últimos años se supo de robos, de secuestros exprés, que no fueron denunciados a la policía. Pero todos tenían el mismo fin: buscar dinero de la corrupción. Es que se trata de una cadena de testaferros, de gente que manejó mucho dinero de la corrupción y fueron estafados por los mismos en quienes confiaron".
En términos mafiosos este proceder es conocido como "mexicanear", que significa robarle el dinero mal habido a un cómplice o socio de un hecho delictivo.
Hay más, en la provincia recuerdan cuando en 2016 en las "cuevas" de Río Gallegos, se conseguía el "dólar Santa Cruz", que era una divisa que se vendía por un valor más bajo que el oficial con el fin de desprenderse de ellos, lo que daba cuenta de una cantidad de dólares sucios que daban vueltas de mano en mano en un circuito que comenzaba en los señalados como los favorecidos de la corrupción kirchnerista.
"Hay muchos rumores en Río Gallegos sobre qué podría pasar si Lázaro Báez recupera su libertad, con aquellos a lo que les mejoró mucho su vida en los últimos años", señala un periodista santacruceño que prefiere no dar su nombre para no arruinar una investigación periodística en marcha. Y agrega: "Santa Cruz está lleno de testaferros de testaferros, y en ciertos lugares ya saben quienes son, solo falta saber qué hicieron con la plata".
Mucho hay para investigar sobre el crimen de Fabián Gutiérrez, pero la justicia está en deuda. Hace años debió aclarar el origen de las fortunas de los secretarios, choferes, empleados devenidos en empresarios, terratenientes, inversores, que también pusieron parte de ese dinero en otras manos confiables.
Seguir esa cadena podría demostrar que, aunque lenta, la justicia tiene el deber de evitar que, en este país, cuando se trata de corrupción, se pueda seguir tapando el sol con un dedo.