La ficción, la realidad y el sarcasmo
Sobre Estimado Señor M., de Herman Koch
Posiblemente para Herman Koch (Arnhem, Países Bajos, 1953) será difícil superar la propia marca que logró con La cena (2009), la novela que le dio visibilidad internacional. Además de haber trabajado como periodista, actor, productor y creador de series de televisión, Koch había publicado varios volúmenes de cuentos y novelas cuando las miradas se dirigieron hacia esa obra con admiración.
Para La cena se basó en la noticia de un hecho real ocurrido en Barcelona: dos adolescentes quemaron viva a una indigente dentro de un cajero. El acierto de la novela no estuvo dado sólo por la historia, sino también por la estructura (dividida en los pasos de una comida), la crítica social a Holanda, a la burguesía europea y a la educación, y el tono –irónico, crudo, lacerante– con que el narrador destila su veneno contra todo.
En Casa con piscina, de 2012, también se destacaba la originalidad del narrador (ahora un deshonesto médico clínico), del estilo del anterior por la ferocidad de su discurso, a lo que se agregaban las descripciones fisiológicas desagradables, y momentos de un humor oscuro pero también brillante.
Estimado Señor M. (2016), su nueva novela, lleva una advertencia, que ya anticipa el tono sarcástico de lo que seguirá: “Todo aquel que crea reconocerse en uno o más personajes de este libro seguramente tiene razón. Ámsterdam es una ciudad real y se encuentra en Holanda”.
Koch conserva en esta narración sus códigos distintivos: el ensañamiento como un rasgo principal en varios planos (el de los hechos y el del discurso), la agresión descarnada y una pregunta de fondo: ¿qué está pasando con la educación? A estas alturas queda claro que ése es el tema que atraviesa de manera subliminal su literatura: cómo los modelos adultos afectan a los menores, debido a la falta de límites o a la impunidad de los padres, los maestros y la sociedad, y cómo todo termina calando en los jóvenes hasta poder transformarlos en seres monstruosos.
También vuelve a apostar por la complejidad de la estructura, dándole algunas vueltas más al ensortijamiento de la trama, a la creación del suspenso y las sorpresas del final. Para eso en este caso se lanza a las aguas de la experiencia sin duda autobiográfica y de la metaliteratura. Uno de los protagonistas (el Señor M. del título) es un escritor célebre y parte de la historia sucede dentro de su obra: es decir, hay un relato enmarcado, una confusión de niveles entre ficción y realidad. La novela que dio fama a M. también ha sido inspirada por un hecho real que tomó relevancia en los medios, donde dos jóvenes se ven implicados en un crimen, como en La cena. O más aún, hay una narración encadenada que se va develando hábilmente como un resorte que se desenrosca. Algo similar sucedía con Operación Dulce, la novela del inglés Ian McEwan.
En las entrevistas el holandés señala que no intentó hacer una sátira del mundillo literario, aunque se nota una mirada burlona hacia las vicisitudes y los lugares comunes del escritor tradicional: manías, egos, reuniones insoportables, entrevistas periodísticas indeseables, fotógrafos inoportunos. Incluso, la competencia con otros escritores que termina de la peor manera, acaso exagerada.
Si bien la crítica europea evalúa la nueva novela como otro aporte perfecto de Koch, esta vez no consigue alcanzar la intensa potencia narrativa de sus títulos anteriores, quizás porque su vara ya está alta. Tanto la tipificación en los rasgos manidos del Señor M. como los tópicos de la obra que escribe (aún si están allí adrede) debilitan la fuerza que otras veces genera con la voz de un registro novedoso.
Aun así, no quedan dudas de que el autor de Casa con piscina vuelve a demostrar capacidad para asumir riesgos y contorsionar los relatos con el fin de proponer nuevos estilos de escritura, siempre con talento para adueñarse del lector.
ESTIMADO SEÑOR M.
Por Herman Koch
Salamandra
Trad.: María Rosich
412 páginas
$ 325