La Fed está logrando abatir la inflación, ¿cuándo comenzará la baja de tasas?
Es bien sabido que la autoridad monetaria de EE.UU. (Fed) tiene un doble mandato: máximo empleo y estabilidad de precios (con una meta no mayor al 2% anual). En consecuencia, se ve obligada permanentemente a implementar un difícil equilibrio entre los dos mandatos. En efecto: si la entidad advirtiera que la inflación se está alejando del 2% objetivo, entonces aplicaría una política monetaria “contractiva” (suba de tasas, que afectarían negativamente el nivel de actividad); si, por el contrario, su análisis la llevara a avizorar una posible recesión, debiera implementar una política “expansiva” (baja de tasas que, además de impulsar la actividad, podría presionar el nivel inflacionario).
Se comprende, entonces, la difícil tarea de la Fed. Así, por ejemplo, sí advirtiera la posibilidad de entrar en un ciclo recesivo y demorara la baja de tasas, podría acelerar la eventual caída del PBI.
¿Qué ha pasado en los últimos años? Una vez superada la pandemia (principios de 2021/2022) la ruptura de las cadenas de producción dio lugar a cuellos de botella en la oferta de bienes y servicios, los cuales -ante una demanda creciente- provocaron continuos incrementos de precios. Este aumento de la inflación llevó a la autoridad monetaria a analizar la posibilidad de implementar una política “contractiva”; esto es: suba de tasas con el claro objetivo de reducir la presión inflacionaria de la demanda que, a junio 2022, había llevado la inflación anual al 9,1% (la mayor de las últimas décadas). En consecuencia, a partir de su análisis, la Fed -con la unanimidad de todo sus miembros- en marzo 2023 comenzó a implementar una ortodoxa política de suba incrementando gradualmente su tasa de referencia en 500 puntos básicos; llevándola del 0,25% inicial al actual rango del 5,25%/5,50%.
Por su parte, en simultáneo, el mercado y las autoridades de la entidad monetaria comenzaron a controlar permanentemente los efectos de esta política “contractiva” sobre la inflación y los niveles de empleo. En un principio la Fed logró disminuir la suba de precios, llevándola al actual nivel del orden del 3,0 %anual. En cuanto a la actividad, lo cierto es que hasta fines del 2023 la economía mostró una razonable resistencia a la baja (en dicho año, el PBI creció 2.5%) Sin embargo, y como era previsible, a partir del inicio del corriente año comenzó a desacelerarse; a tal punto que en abril el PBI trimestral cayó un 0,1%. Claramente. entonces, se estaba frente a un escenario de una inflación convergiendo a la meta del 2% y una economía en desaceleración. Quiere decir que la política “contractiva” de suba de tasas al nivel del 5,25%/5,50% había cumplido su cometido de bajar la inflación … pero a costa de una eventual recesión.
Con este escenario, la ortodoxia indicaba que –a los efectos de evitar una caída ( d del producto trimestral)- ya era horas de pasar a una política “expansiva”. Sin embargo, cuando el mercado esperaba el inicio de un ciclo expansivo con una baja inicial de 25 puntos básicos, la FED en su última reunión decidió -a nuestro juicio equivocadamente- mantener la tasa en el rango mencionado de 5,25% /5,50%.
A todo esto, con un mercado que no había visto cumplidas sus expectativas acerca de la implementación del inicio de un ciclo de baja de tasas, el viernes 2 de septiembre las autoridades dieron a conocer dos informes que, claramente, señalaban que la economía continuaba en desaceleración; ellos fueron: deterioro de la actividad industrial y generación de empleo muy por debajo de los pronósticos. Ante la posición de la Fed de no tocar aún las tasas, el mercado aumentó sus expectativas de caer en una recesión; con todo lo negativo. que ello implicaba. En efecto, ante este escenario, la reacción de los inversores fue una salida de las posiciones financieras más riesgosas (“flight to quality”) dando lugar al llamado “lunes negro” del 5 de septiembre, con caídas de los mercados bursátiles del 3% en EE.UU. y del 12% en Japón. El costo de la demora de la autoridad monetaria en iniciar una política “expansiva” de baja de tasas afectó así mismo también a todos los mercados en general y los emergentes en particular, incluida obviamente la Argentina que vio subir su riesgo país a 1700 puntos.
¿Qué puede esperarse de aquí a fin de año? Si la inflación, como esperamos, siguiera controlada, es altamente probable que en su próxima reunión la Reserva Federal comience un ciclo de baja a los efectos de impulsar los niveles de actividad y aventar, de esta manera, la posibilidad de una recesión. A este respecto, el consenso del mercado indica una baja de 125 puntos básicos hasta fin de año; llevando la tasa al 4,0% Si esto fuera así, la economía de EE UU comenzaría a reaccionar en el segundo semestre del corriente año con un crecimiento para 2025 del orden de 2,5% anual. En lo que hace al 2026, continuaría la política “expansiva” llegando la tasa al rango de 2,50%/3.5%
En síntesis, en nuestra opinión, la Fed no ha tomado una decisión correcta cuando -en su última reunión fines de julio mantuvo -debido a su temor a una suba de la inflación-su tasa de referencia en el rango de 5,25|%5,5%%. Es de esperar que la autoridad monetaria modifique su posición y encare, a la brevedad posible, el inicio de una política “expansiva” de baja de tasas, so pena de caer en una peligrosa recesión; con todo lo negativo que ello implicaría para la economía y los mercados globales.