La evolución de la población rural y urbana de la Argentina
En 1810 había, según estimación de la Fundación Norte y Sur, 618.000 habitantes en todo el país y la mayoría vivía en el campo, la Argentina era un país rural, casi un desierto. Recordemos que somos el octavo territorio físico del mundo, con algunos núcleos poblados y lo demás era una geografía sin habitantes. Fue muy difícil encontrar una salida a esa condición y tardamos muchos años en encontrar ese camino.
¿Cuánta población rural había en 1810? Algo más del 90 % de la población era rural, una cifra que significaba un país bastante pobre y, en aquel momento, teníamos pocas alternativas de contar con una perspectiva de futuro digna de ser destacada.
En 1910, a los 100 años de nuestra declaración de libertad, nos encontramos con que un 50 % era población urbana y obviamente el mismo porcentaje era la población rural. El movimiento inmigratorio había hecho crecer las poblaciones del interior del país y también de Buenos Aires. En ese momento representábamos la 6° posición del mundo por ingreso per cápita y muchos pobladores de Europa, principalmente de España e Italia (y de otros países) se radicaron en nuestro país. Esto fue un logro importante, producto del desarrollo de la Pampa Húmeda, que aportó 15 millones de hectáreas a la producción agrícola mundial sin que hubiera un cambio significativo de los precios agrícolas, lo que fue considerado nuestro milagro. El transporte local por ferrocarril y los nuevos sistemas de frío para los barcos produjeron buena parte de ese milagro.
¿Por qué tanta gente se radicó en el país viniendo de Europa? Fue porque el ingreso per cápita en la Argentina, en 1910, era el doble que en España o Italia. Hoy hemos quedado rezagados a la mitad del ingreso por persona de esos países, lo que nos pone en una situación difícil. Canadá, Australia y Nueva Zelanda, que tenían un desarrollo parecido al nuestro, han sostenido hasta ahora su crecimiento económico.
El problema es que ahora, en 2020, tenemos una exagerada porción de población urbana, que llega al 92,5 % del total, o lo que es lo mismo sólo 7,5 % de la población es rural. Este cambio es difícil de manejar, porque hay muchos lugares conflictivos socialmente que, unidos a la pandemia del coronavirus, nos hacen preguntarnos qué necesitamos realmente para el futuro. El conurbano bonaerense, con sus 14 millones de habitantes, es un problema serio para la pandemia.
¿Qué significa nuestra macroeconomía hoy? ¿Es compatible con tal alto grado de gasto público en relación al PIB? ¿Cuánta es la población informal en este mundo urbano? Es difícil contestar estas preguntas pues hay mucha informalidad en el trabajo, la que llega casi al 40 % de la población económicamente activa. Más que hablar de condiciones macroeconómicas claves, como puede ser el salario real, el tipo de cambio, o la tasa de interés, o la cantidad moneda, todos puntos importantes, el problema adicional más acuciante es la falta de inversión, es decir, la falta de empresas, de compañías industriales y de servicios. El campo se ha modernizado con un aumento de la producción agrícola que va de 1 millón de toneladas en 1890 a los 145 millones actuales.
¿Qué tenemos que hacer para cambiar esta tendencia? Hoy, 2020, tenemos 45.377.000 habitantes y a su vez requerimos un país fuerte, orientado al mundo. Como hemos dicho, nuestra población está muy concentrada en las grandes ciudades, como el Gran Buenos Aires, Gran Rosario y otras grandes ciudades del interior del país. Para ocupar más gente necesitamos tener una fuerte inversión, tanto pública como privada, de manera de dar cabida a un empleo formal a toda la población o a una gran parte de la misma. En esto consiste nuestro futuro como Nación. Si no tenemos inversión, por más que tengamos ordenada las variables macro, no hay perspectivas de futuro para el país.
Recordemos que no sólo EE.UU., Europa y Japón han tenido fuertes dosis de inversión en su momento, sino que también China, que es un país con orientación económica gubernamental, ha llegado a tener una inversión de 50 % del PIB, aunque actualmente la inversión haya bajado y esté cerca del 45 % de dicho PIB. Esto nos muestra que cualquiera sea el signo o movimiento ideológico que sigamos requerimos como característica de la modernización, para volver a ocupar los primeros puestos en la economía mundial, tener un nivel de inversión del 30 % del PIB. Ya hay cerca de 30 países que lo están logrando y la Argentina podría acercarse a esa medida si se gobernara con racionalidad.