La estrategia de pelearse con los amigos
Milei se ocupó en los últimos días de maltratar las relaciones con Macri y Villarruel, dos actores decisivos en su contundente triunfo frente a Massa; ¿Habrá alianza entre el Presidente y Macri?
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No importa qué porcentaje de votos podría tener hoy el partido de Mauricio Macri. Tampoco importa averiguar si un protagonismo propio de la vicepresidenta Victoria Villarruel, en las elecciones legislativas del año próximo podría herir políticamente al gobierno de Javier Milei. Hay solo una pregunta pertinente: ¿para qué pelearse con los que están cerca o, mejor aún, para qué buscar enemigos donde no los hay? Tales razonamientos vienen a cuento porque el jefe del Estado se ocupó en los últimos días de maltratar las relaciones con Macri y con Villarruel, que fueron dos actores decisivos en su contundente triunfo frente a Sergio Massa en el balotaje de hace poco más de un año. Al expresidente de Juntos por el Cambio, Milei lo conminó a una alianza en todos los distritos o no habrá alianza en ninguno, amenazó. “No me gusta esa forma”, le replicó otro Macri, Jorge. A Villarruel la amonestó porque, aseguró, presidió una sesión del Senado inválida: la que expulsó al exsenador peronista Edgardo Kueider, el mochilero cargado de dólares inexplicables. Ella estaba supuestamente a cargo en esos momentos del Poder Ejecutivo y no podía, por lo tanto, presidir una reunión senatorial, dijo Milei. También le recriminó en público que homologara o permitiera que los senadores ganaran más de 9 millones de pesos mensuales dentro de un programa de severos ajustes en la economía de los argentinos. Macri sostiene que su partido, Pro, tiene una identidad propia y que él tiene la obligación de preservarla, aunque también propone una alianza electoral con La Libertad Avanza, el partido de Milei. Victoria Villarruel es afiliada al Partido Demócrata Nacional, que formó un frente electoral con los libertarios desde las elecciones legislativas de 2021. La vicepresidenta podría ser cómodamente una afiliada de La Libertad Avanza, pero tropieza con un escollo: nadie la invitó nunca a sumarse al partido del Presidente. En cambio, Milei sí los invitó a los Menem, Martín y Eduardo (“Lule”), a formar parte de La Libertad Avanza; los descendientes del influyente clan riojano aceptaron en el acto.
El futuro tiene un diseño que los seres humanos, con poder o sin él, jamás conquistaron
El enfrentamiento con los Macri tuvo en días recientes un momento de extrema tensión: fue cuando el jefe de gobierno capitalino, Jorge, decidió desdoblar las elecciones en el distrito federal y enviar a la Legislatura un proyecto para suspender las elecciones primarias obligatorias. En rigor, fue un anuncio con más espectacularidad que contenido si se lo mira inscripto en el paisaje nacional. En las elecciones locales se elegirán solo a los miembros de la Legislatura de la Capital, que es significativa para Jorge Macri. El jefe de la Capital tiene solo 12 legisladores de Pro de 60 que hay en total. Es la consecuencia, según deslizaron funcionarios capitalinos, de la política distributiva que aplicó en su momento Rodríguez Larreta entre aliados ciertos o eventuales. Para peor, los legisladores de La Libertad Avanza y los de Pro que responden a Patricia Bullrich se unieron a la izquierda para votar en contra del presupuesto de Jorge Macri. Milei puede hacer lo que quiera, pero Bullrich no puede desconocer su deuda política con Macri. De todos modos, el aspecto que más le importa a Milei son los senadores y diputados nacionales por la Capital, pero estos se elegirán el mismo día de octubre de las elecciones nacionales.
¿Habrá alianza entre Milei y Mauricio Macri? El expresidente de Pro se manifestó de acuerdo con la propuesta de Milei de hacer un acuerdo electoral nacional, aunque con palabras menos provocativas que las del actual presidente. Al mismo tiempo, expuso también sus condiciones: poner sobre la mesa de una futura negociación todas las ideas, las que comparten y las que no comparten. Macri suele ser el primer defensor del severo ajuste de la economía que está ejecutando Milei; incluso coincide con el jefe del Estado en calificar el ajuste actual como “el más grande en la historia de la humanidad”. “Nunca vi algo parecido a lo que está haciendo este gobierno en materia de ordenamiento de las cuentas públicas”, repite Macri entre políticos y empresarios. Pero el expresidente se alista entre los que tienen la certeza de que el cuidado de las instituciones y de la república es fundamental para el progreso de la economía. “Serán ideas de ‘viejos meados’, pero hay tres premios Nobel a los que acaban de premiar por decir lo mismo”, se explica el expresidente ante sus interlocutores. Refiere a los economistas Daron Acemoglu, Simon Johnson y James Robinson, que recibieron el Premio Nobel 2024 por sus estudios sobre el decurso de la economía según el mal o el buen manejo de las instituciones, y sobre cómo el desprecio institucional “afecta la prosperidad”. Para Macri, es más importante, según asevera entre los suyos, la coincidencia en torno a esas ideas que el mero reparto de cargos legislativos. De hecho, a esta altura del gobierno de Macri el riesgo país era más bajo que el actual, a pesar de que su primer ministro de Economía, Alfonso Prat-Gay, había aplicado una política gradualista en materia de ajuste de las cuentas públicas porque no coincidía con los programas de shock, como el que está aplicando Milei. Según la interpretación de los macristas, esa aparente paradoja se debe a que Macri fue más respetuoso de las instituciones y de las personas que el gobierno de ahora.
Tanto Macri como Victoria Villarruel hablaron en algún momento con Santiago Caputo, el asesor al que le adjudican una decisiva autoridad en los organismos y las empresas más importantes de la administración. Nunca esas conversaciones amarraron en un puerto bueno, tal vez porque Karina Milei es, además del Presidente, quien tiene derecho de veto en esa trinidad política o, quizás, porque el propio Caputo el joven es un baqueano en el arte de decir una cosa y hacer otra. Sea como fuere, todo indica que es su propio tío, el ministro de Economía, Luis Caputo, quien le puso un límite al sobrino cuando nombró jefe de la AFIP a un viejo amigo suyo, Juan Alberto Pazo. A este jefe supremo de la agencia recaudadora deberá reportarse Andrés Vázquez, el cuestionado titular de la Dirección General Impositiva, que depende de la AFIP. Vázquez es dueño de una fortuna que no puede explicar, según la investigación que hace poco publicó en LA NACION el periodista Hugo Alconada Mon; fue propuesto para el cargo por Caputo el sobrino. “Es muy cordial en el diálogo, pero le gustan los malos”, suele decir alguien que frecuenta al Caputo asesor. ¿Es así realmente o es una estrategia de imagen? La historia se escribe en zigzag.
Los senadores no ganan ni ganarán más de 9 millones de pesos. Es una aseveración del Gobierno que está más relacionada con la distancia, al parecer sin remedio, entre el Presidente y la vicepresidenta que con la verdad. ¿Cuánto gana un diputado? Silencio. Eso no se cuestiona. Martín Menem es el escudo que los protege. Villarruel juega otro partido, más brutal y constante. Según el recibo de sueldo de un senador del interior del país, este cobró como dieta el primer día de noviembre pasado 3.514.202,19 pesos, a lo que deben sumársele 1.770.113,81 pesos por desarraigo y gastos de representación. En total, son 5.284.316 pesos. Ese es el monto que reciben en mano. Pero aun el salario bruto, sin descuentos, es de poco más de 8 millones de pesos.
El 1º de enero próximo se iba a terminar con el congelamiento de las dietas de los senadores; hubiera significado un aumento del 6,5 por ciento que cobrarían en febrero. Tampoco llegarían a cobrar más de 9 millones de pesos en mano. Nadie sabe cómo seguirá el conflicto desatado por el gobierno de Milei, pero lo cierto es que hay un vaho a demagogia cuando la administración mileísta cuestiona el salario de los legisladores. Villarruel está proponiendo que los aumentos se posterguen hasta las sesiones ordinarias del Congreso, que comenzarán el 1º de marzo próximo. La única condición debería consistir en que el Congreso no se convierta en un reducto exclusivo de ricos y corruptos.
La sesión que dispuso la expulsión del exsenador Kueider es válida porque simplemente Victoria Villarruel no fue notificada, mientras presidía la reunión, de que Milei estaba en un avión con rumbo a Italia. Abundan los dimes y diretes sobre quién les dijo qué a colaboradores de la vicepresidenta o si esta escuchó los anuncios del vocero presidencial, Manuel Adorni, sobre el viaje del jefe del Estado. Villarruel no tiene la obligación de escuchar todo lo que dice Adorni, ni los chismes tienen valor cuando las instituciones están en juego. Importan los actos formales. Según copia del acta por la que Villarruel quedó notificada de que se hacía cargo del Poder Ejecutivo (copia conseguida por el diputado de la Coalición Cívica Maximiliano Ferraro, invocando la ley de acceso a la información pública), la vicepresidenta tomó nota del viaje presidencial a las 19 horas del 12 de diciembre. “Tomo conocimiento del viaje del señor presidente a las 19 horas del corriente día”, escribió Villarruel al final del acta, a pesar de que el propio documento del escribano general del Gobierno precisaba que se había redactado a las 19 horas. La sesión que expulsó a Kueider concluyó a las 16.15, casi tres horas antes de la notificación formal y oficial.
Villarruel, que gana un sueldo del Poder Ejecutivo de dos millones y medio de pesos porque no es senadora, trataba sin suerte de abortar una maniobra del peronismo. Los discípulos de Cristina encerraron a los senadores no peronistas en una ratonera: o Kueider era expulsado o seguía siendo un tranquilo senador de la Nación. El peronismo solo daba los dos tercios para su expulsión, pero no para su suspensión (que también necesita los dos tercios de los votos), como proponían varios senadores no peronistas. La expulsión del entrerriano Kueider, quien además se había acercado a Milei, le permitía a Cristina Kirchner sumar al bloque peronista a Stefanía Cora, una senadora camporista. La expulsión requiere un reemplazo; la suspensión, no. En esas malicias cristinistas se juega lo que realmente importa: cómo gobernará el Presidente los próximos tres años. El futuro tiene un diseño que los seres humanos, con poder o sin él, jamás conquistaron.