La era de la medicina molecular
Los medicamentos que atacan las fuentes de alimento del cáncer sin afectar los vasos sanguíneos del tejido normal están siendo probados en distintas manifestaciones de la enfermedad. Esos logros serán usados en otros campos terapéuticos.
LONDRES.-(The Economist) SUELE decirse que media un lapso de cuarenta años entre un descubrimiento científico y su aplicación. Esto ha sido cierto en la tecnología de la información, desarrollada en la década de 1940 y aplicada en gran escala solamente a partir de 1980. Igualmente cierto en lo que se refiere al ADN, descubierto en 1953 y aplicado en terapia genética desde los primeros años de la década del noventa. Y verdad también en lo concerniente a la medicina molecular, que arrancó en los años de la década de 1960 y comenzará a brindar aplicaciones prácticas -especialmente en el tratamiento de cáncer- sólo en la próxima década.
El minucioso estudio de las células cancerígenas a lo largo de muchos años nos ha permitido conocer en qué difieren de las células normales. Este conocimiento puede ser explotado ahora en la detección del cáncer y en su tratamiento. Todo cáncer de un diámetro mayor de dos milímetros necesita de su propio suministro de sangre para sobrevivir y seguir creciendo. Pero sus vasos sanguíneos son más prolíficos y fortuitos que los que riegan el tejido normal y llevan diferentes signos inmunológicos en la superficie. En el diagnóstico de scan se observan esas diferencias y es posible deducir la información de cuán agresivo es el tumor. Cuanto más vasos sanguíneos nuevos tenga el tumor, más rápidamente crecerá. Se han desarrollado drogas que atacan el suministro de sangre del cáncer sin afectar los vasos sanguíneos del tejido normal. Puesto que el incremento de flujo anormal de sangre es característico de todos los tumores malignos, esas nuevas drogas antiangiogénicas podrían, en teoría, atacar todo tipo de cáncer. Ahora están siendo experimentadas en diversas manifestaciones de la enfermedad.
Nuestros conocimientos acerca del crecimiento de nuevos vasos sanguíneos (angiogénesis) serán utilizados en otro campo de la medicina. Algunas de las enfermedades mortales más comunes y que ocasionan incapacidad son causadas por la deficiente irrigación sanguínea en el músculo, generalmente debido a la aterosclerosis, que reduce el diámetro interno de las arterias. Dos de esas enfermedades son la enfermedad de la arteria coronaria, susceptible de ataques cardíacos, y la enfermedad arterial periférica, que puede conducir a la gangrena y a la amputación.
Pacientes con esos problemas son tratados actualmente con drogas y cirugía, ambas dirigidas a mejorar el flujo de sangre mediante el ensanchamiento de las arterias existentes. Ahora, los investigadores en Boston han desarrollado una nueva técnica que utiliza la genoterapia para estimular la angiogénesis en músculos de insuficiente riego sanguíneo. Los genes que producen el factor de crecimiento endotelial vascular, un agente químico que estimula la formación de nuevos vasos sanguíneos, han sido inyectados en los músculos del corazón o la pierna de los pacientes. Después de varias semanas, los exámenes han revelado un sorprendente incremento del número de vasos sanguíneos en la zona. En 1999, los efectos a largo plazo de esta nueva técnica serán expuestos en ensayos clínicos.
La manipulación de los genes ha abierto nuevas puertas para los pacientes que esperan trasplante de órganos, al hacer posible el empleo de órganos de animales. La ingeniería genética impide el rechazo inicial de los órganos trasplantados, y los trasplantes de corazón y riñones de cerdo son ahora técnicamente viables. Los trasplantes de hígado de cerdo están más lejos todavía, en razón de que el hígado es un órgano mucho más complejo.
Contra la idea de los trasplantes de animal a humano está el temor de que nuevos virus pudieran cruzar la barrera de las especies. A favor, en cambio, está el hecho de que durante años los humanos han estado expuestos al tejido de cerdo en la forma de trasplantes de válvulas del corazón, bazo y piel, sin que se presentara síntoma alguno de infección cross-species .
Para el año próximo se espera que los estudios encaminados a resolver esta cuestión sean dados a conocer. Si de ellos no se derivan riesgos significativos, el año entrante verá por primera vez el uso de hígado de cerdo para mantener vivo a un paciente durante algunos días mientras espera un trasplante de hígado humano. Seguirán los trasplantes de riñón y de corazón de cerdo. En principio, sólo se llevarán a cabo algunas operaciones bajo normas cuidadosamente controladas. Los órganos de animales, por lo tanto, serán de escasa incidencia inmediata sobre las crecientes listas de espera de órganos humanos, calculadas actualmente en doscientas mil personas en todo el mundo, de las cuales poco menos de la tercera parte recibirá un trasplante en 1999.
La autora es subdirectora de British Medical Journal y jefa de redacción de Clinical Evidence.