La encuesta que ilusiona al gobierno de Macri
Una de las condiciones mínimas para que las probabilidades de reelección de Mauricio Macri no se desbarranquen es que la economía no empeore de aquí a las elecciones generales y que las expectativas de la población mejoren algo para cuando acuda a las urnas. La noticia de los últimos días es que, junto a la estabilidad cambiaria que ya lleva más de un mes, algunas encuestas parecen sonreírle al Gobierno.
No es que la imagen de Macri esté mucho mejor ni que la percepción sobre el presente económico permita alegrías, pero la tendencia marca una disminución del pesimismo de la sociedad y una enorme paridad entre el Presidente y la fórmula integrada por Alberto Fernández y Cristina Kirchner en intención de voto.
Tales revelaciones surgen de la más reciente encuesta de la consultora Management & Fit, concluida anteayer entre 2000 personas en condiciones de votar, efectuada mediante una combinación de metodologías (cara a cara, telefónica y online) y relevada en la Capital y el conurbano bonaerense, el interior de la provincia de Buenos Aires, Córdoba y Santa Fe. El sondeo, al que tuvo acceso LA NACION, fue dirigido por Mariel Fornoni y realizado para un fondo de inversión del exterior.
La directora del estudio aclara que los datos sobre intención de voto "deben ser tomados con pinzas", en función de que, de acuerdo con el sondeo solo el 66,5% de la ciudadanía decide a quién votar más de un mes antes de las elecciones, en tanto que el 19% afirma que lo hace unos días antes de los comicios, el 6% toma su decisión en el día de la votación y el 4,9% dirime qué hacer una vez que está dentro del cuarto oscuro.
Aun así, señala que dos factores explican la mejora de las perspectivas que ha experimentado el oficialismo en las últimas semanas. El primero es la quietud del dólar y la desaceleración de la inflación ; el segundo, la percepción de que la llamada tercera vía electoral, encarnada en la Alternativa Federal y el lavagnismo, no solo no termina de consolidarse, sino que provoca desconcierto. "Esto hace que una parte del electorado que parecía más cerca de una tercera opción empiece a mirar con más cariño al gobierno nacional", sostuvo Mariel Fornoni.
El primer dato alentador que trae la encuesta a la coalición oficialista Cambiemos es que, cuando se consulta a la población si preferiría votar a la oposición o al partido gobernante, el apoyo a la oposición bajó del 45,7% en mayo al 41,8% en junio, mientras que el voto a la fuerza que gobierna subió del 32,5% en mayo al 42,1% en el mes actual.
Frente a la pregunta "¿A cuál candidato votaría si la elección presidencial fuera el próximo domingo?", el 35,2% mencionó a Alberto Fernández; el 34,9%, a Mauricio Macri; el 6,8%, a Sergio Massa ; el 4,3%, a José Luis Espert; el 4,2%, a Roberto Lavagna ; el 4% a Juan Manuel Urtubey , y el 3%, a Nicolás del Caño .
Un mes antes, cuando Fernández no había sido todavía ungido como candidato por Cristina Kirchner, la ventaja de la expresidenta sobre Macri era del 35,7% contra el 27,1%, de acuerdo con datos de la misma encuestadora.
Ante la pregunta "¿Quién cree usted que ganará las elecciones presidenciales, independientemente de su voto?", el 41,4% sostiene que ganará la kirchnerista Unidad Ciudadana , mientras que el 33,5% opina que triunfará Cambiemos.
Más allá de una intención de voto que puede sufrir un alto nivel de volatilidad en los próximos meses, el dato que entusiasma al Gobierno es el vinculado con las expectativas económicas. Es que cuando se consulta a la ciudadanía sobre cómo cree que estará la economía argentina en el corto plazo, si bien el 50,1% considera que se encontrará peor o mucho peor y el 27,8% juzga que se hallará mejor o mucho mejor (el 18,6% entiende que estará igual), esos números son bastante mejores que los de febrero de este año, cuando el 58,5% tenía expectativas pesimistas y apenas el 17,3% se mostraba optimista.
El objetivo del Gobierno es que el aumento del costo de vida prosiga su lento descenso iniciado en abril y que promedie el 2% mensual en los meses previos a las elecciones. También espera que reine la estabilidad cambiaria que caracterizó a todo el mes de mayo y a la primera semana de junio, y que no se produzcan saltos bruscos en el dólar que generen angustia en los operadores y potencien nuevas subas de precios.
Todos saben, dentro y fuera del Gobierno, que 2019 no concluirá con crecimiento del Producto Bruto Interno. Sin embargo, las autoridades nacionales se esperanzan con la idea de que, a partir del segundo semestre, los números de la actividad sean mejores, teniendo en cuenta que, interanualmente, podrán compararse con las nefastas cifras de la fuerte caída registrada en el segundo semestre de 2018.
Tanto el ministro de Hacienda, Nicolás Dujovne , como el de Producción, Dante Sica , buscan que se vea en cada noticia económica una señal de reactivación. Por caso, si bien la actividad industrial cayó en abril de este año un 8,8% con respecto a abril de 2018, el dato positivo que muestra el Gobierno es que subió un 2,3% respecto de marzo de 2019.
En la vereda de enfrente, algunos economistas advierten que cuando comience el tercer trimestre de este año, los efectos de la expansión agrícola se irán desvaneciendo y para cuando los argentinos nos encontremos cerca de las urnas podrían haberse evaporado.
La expectativa gubernamental es que, una vez diluidos los efectos de la cosecha, el nivel de actividad económica se sostenga de la mano de un aumento del consumo, a partir de recomposiciones salariales frente a una inflación que será más baja que en la actualidad y del regreso del plan Ahora 12, con cuotas sin intereses.
Claro que estas ilusiones se frenan cuando se observa que el riesgo país se resiste a ceder y las tasas de interés que paga el Banco Central por las Letras de Liquidación (Leliq) que coloca en el sistema bancario se mantienen muy cerca del 70%. El peligro de nuevas corridas contra el peso sigue latente, lo que por ahora impide bajar las tasas y eso complica la recuperación de la economía en este año electoral. De ahí la necesidad del macrismo de que el miedo de un retorno al pasado continúe siendo más fuerte que el desencanto del presente.